Mañanas de domingo. El olor a café y bollos recién hechos inundándolo todo. Un buen libro, flores recién abiertas, el calor de su cuerpo junto al tuyo, las risas compartidas, las hojas en el pelo… La luz de la mañana es un presagio breve de lo que nos espera.
Son las «pequeñas cosas», los «pequeños placeres»; esos que no son dignos de epopeyas, ni elegías, ni sinfonías, ni liras, ni sonetos. Son las huellas humildes de la vida, las sencillas recetas de lo cotidiano, que, en algunos momentos, nos acercan a la certeza de sabernos vivos, plenos, e incluso necesarios.
Mes: mayo 2009
En torno a la poesía (I)
Para Bécquer el poeta tiene, nada más y nada menos, que la ardua tarea de dominar la técnica y el ingenio, y sólo domándolos habrá poesía.
La POESÍA, cuando transmite, llega al lector y lo emociona, o lo arrebata, o desordena su conciencia.
Todo acto comunicativo implica una finalidad, una intención: convencer, expresar sentimientos, transmitir una idea, apelar al lector, rogar, aseverar, negar, exhortar, pedir, rogar, insistir,incluso hacer apología o defender una ética o un valor universal como la justicia, la libertad, la utopía o la solidaridad. Si la forma adoptada ayuda a la intención previa, éste puede dar por conseguida su ya mencionada finalidad.
Todo poema, como tipología textual, como entramado o tejido de palabras con sentido propio y unitario, cerrado en sí mismo pero abierto a los demás, necesita cumplir una serie de propiedades como el ritmo, la cadencia y un uso especial de la lengua. Pero los recursos escogidos por el poeta para conseguir dar forma a su «honda palpitación del espíritu» son muy variados, y todos respetables y válidos. Así el estilo de cada autor vendrá dado, entre otras cosas, por la elección personal de esos recursos; el tratamiento del tema (irónico, emotivo, exaltado, distante…); el enfoque pragmático, que puede ir desde la primera persona propia, ajena o generalizada de un poema egótico («Yo soy aquel que ayer no más decía«)pasando por el tú invocado , imposible o universal del poema apelativo («Te recuerdo como eras en el último otoño«) hasta el uso de la tercera persona neutra para representar un cuadro, una estampa o una escena («Era una tarde destartalada y mustia«); y, por último,vendrá dado también por la selección de un vocabulario que lo caracterice y le permita dar forma a las ideas, sentimientos o percepciones que quiere comunicar a los que le leen.
El lenguaje poético, al igual que el musical o el pictórico, es fuertemente connotativo y sugerente, haciendo que el texto poético se mueva en el terreno de la subjetividad y dificultando su clasificación y su valoración objetiva. Aun así cumple una serie de propiedades que le distinguen de los demás textos, y que un lector motivado y capaz de dejarse llevar al mundo de la evocación puede comprobar. Entre ellas podemos destacar la potenciación de la expresividad y la emotividad, la aparición de «temas» o asuntos relacionados bien con la intimidad del poeta o con su visión particular de la realidad o la irrealidad que le rodea,una adecuación entre la forma y la intención poética y la existencia de cierta opacidad lingüistica que en nada tiene que , obligatoriamente, implicar dificultad, erudición o vacuidad, sino una redundancia y una polisemia que ayuden a potenciar su valor sugerente y evocador.
La riqueza y la variedad de estilos y formas poéticas, de tendencias de manifestaciones y de temas, tienen que ver con la necesidad de cada poeta de poner de manifiesto su mundo poético, su resultado, su búsqueda, sus obsesiones, sus intenciones…
Todo cabe en un verso, y si a mí como lectora me entusiasma Benedetti, y me emociono con Gamoneda, y aprendo de Ángel González, y me río con Quevedo, y lloró con Miguel Hernández, y me enaltezco con Alberti, y reflexiono con Machado, y me divierto con Huidobro, y me comprometo con Celaya, y me dejo llevar por Aleixandre, y vuelo con Juan Ramón, y desciendo con Vallejo, y tiemblo con Lorca, no es porque no tenga criterio, sino porque aplico el criterio de la diversidad y la empatía, y obtengo de cada uno lo que me ofrece y me puede aportar. Entrar en el juego de las descalificaciones le hace flaco favor a la poesía. Ella está por encima, vuela libre, es aire, tierra, fuego, armonía, caos… y nos susurra al oido, o nos grita, o nos increpa, porque puede permitirse el lujo de hacerlo.
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Este texto está basado (que no copiado íntegramente) en la ponencia que realicé en marzo en el Centro de formación de profesores de la Comunidad de Madrid, y cuyo título era El texto poético y la creatividad literaria en el aula.
La puerta (II)
«A todos los que, con sus risas y sus palabras, me han anclado al presente y a la certeza»
Llevaba mucho tiempo llamando a aquella puerta que nadie abría. Tanto, que ni siquiera se había percatado de que dentro no había luz, ni atisbo alguno de vida. Las ventanas permanecían cerradas y el polvo del olvido lo cubría todo. Se sentía huérfana, abandonada, perdida. Acurrucada en aquella puerta , empeñada en aferrarse a las ruinas de un pasado irrecuperable, se dejó envolver por la ceguera y , durante un tiempo, no fue capaz de ver que, frente a ella, una casa nueva, invadida por la luz, las risas y la vida, abría las ventanas para que ella mirase.
Por fin un día abrió los ojos. En medio de la espesa niebla que la envolvía, pudo vislumbrar una luz que se abría paso a duras penas para llegar a ella y acariciar su piel dormida. Consiguió acostumbrar sus ojos ciegos a aquella luz, y, poco a poco, fue dibujando los contornos de una puerta entreabierta por la que se colaba un resplandor dorado.
Se acercó lentamente y, a medida que se adentraba en el umbral, pudo sentir todo aquello a lo que, sin saberlo, había renunciado por su obcecación: la cálida presencia de las cosas presentes; el aliento tenue de la vida que late; el acogedor abrazo de la certeza.
Tiempos de penurias
Alguien que me quería mucho me dijo una vez que, a los amigos de verdad, se les reconoce siempre en los tiempos de penurias. Pasan de puntillas, pero sentimos su aliento. No quieren perturbar nuestro silencio o nuestra reclusión, pero se empeñan en que sepamos que están ahí, que no nos dejarán por más que nos pongamos incluso insoportables… Cuando llega la pena de improviso y viste de luto nuestra sombra o esa imagen extraña del espejo, un amigo demuestra lo que vale. No juzga, no se incomoda, sólo abraza el dolor y se bebe las lágrimas.
Me gusta estar ahí si un corazón helado me requiere, si un ser humano extiende sus manos en busca de otras manos. Espero que mis manos tendidas encuentren otras manos dispuestas a lo mismo, más que nada por no perder la fe en aquello que siempre he defendido. Pero si no fuera así, si me quedara sola en una esquina y nadie me ayudara a sostener el peso de mi desolación, seguiría creyendo que mereció la pena creer; creer que aquello que uno ofrece se le devuelve un día, que los abrazos dados no caen en saco roto, que una sonrisa bella puede hacernos el día más hermoso…
En tiempos de penurias uno acaba sabiendo lo que acaso sabía, pero no deseaba ratificar. Decía Machado que es difícil estar a la altura de las circunstancias… pero mucho más difícil es aceptar que uno, sencillamente, no siempre consigue estarlo.
Gracias a todos los que me habéis acompañado, aun cuando no hubiera risas para compartir…
Una historia…
«De todas las historias de la historia
la más triste, sin duda, es la de España…»
J.Gil de Biedma
Con una mano apartando apenas la cortina, Carmen miraba la calle con una profunda sensación de abatimiento. Debía estar contenta, o al menos tranquila, aliviada si acaso: la guerra había terminado, los hombres volverían a casa, la vida retomaría la rutina de las pequeñas cosas… Pero no era capaz, un gris presentimiento de desgracia infinita había anidado en ella. Fuera no paraba de llover, y un extraño invierno se había apoderado de aquella incipiente primavera.
En la radio no dejaba de sonar música militar y proclamas de victoria y optimismo. Se acabó, ya nada podían hacer por la república; moribunda ya desde hacía meses, ahora agonizaba en las fronteras de Francia y en los puertos de Alicante y San Sebastián.
Salió de casa, después de discutir con su madre sobre la conveniencia o no de hacerlo. Pero si había salido bajo las bombas y las balas… ¿por qué no ahora que se había decretado la paz? Pues por eso, hija, precisamente por eso. Y se había ido rumiando un no te fíes de nadie, envuelta en su viejo chal.
Tomó la dirección de siempre. El frío de primera hora de la mañana se le metió en los huesos y en el alma. Tres años desde que todo empezó. Tres años de muertes y pérdidas, ¿acabarían por fin? Envuelta en sus cavilaciones, más tarde que de costumbre, llegó a la esquina donde se encontraba el hospital de sangre en el que había prestado sus servicios durante aquella larga guerra. Allí había visto morir a tanta gente, y pensar que había sido para nada… De pronto, de una puerta lateral que casi no se usaba, salió un brazo que la agarró con fuerza y la obligó a meterse dentro. Antes de gritar lo miró fijamente, y comprendió que era el enfermero jefe vestido de falangista. No le dio tiempo a reaccionar, ni a preguntar, sólo le escuchó decir: «huye Carmen, huye, vete a casa, quema tus credenciales, las fotos, las cartas, quema los libros, y desaparece. No vuelvas al hospital, todas tus compañeras han sido detenidas hace unos minutos, y tienen tus datos y tu dirección.Todas estáis en el lote. No puedo decirte más. Vete, corre»
La empujó hacia fuera y cerró la puerta. Como una autómata echó a correr hacia otra calle, no podía pensar, no podía respirar, no podía comprender. Sólo correr, llegar a casa, proteger a los suyos.Tenía miedo, y no podía reflexionar con claridad, llegar a casa, llegar a casa, que no me paren, que no me pregunten, que no me reconozcan. Cuando llegó al portal subió las escaleras de dos en dos mientras su corazón luchaba por salírsele del pecho. Abrió la puerta, cerró tras ella, se apoyó en la pared mientras las lágrimas corrían por su rostro y se abrazó a su madre mientras, en la radio, se escuchaba: «españoles todos, ha estallado la paz».
El poder de las palabras
Hay palabras que nos reconfortan después de la batalla, que nos arrullan y nos cauterizan las heridas, que abren las ventanas y lo inundan todo de luz…
Pero también hay palabras que se clavan como cuchillos herrumbrosos, como garras fieras, como balas sin nombre, y de ellas, es casi imposible salir indemne. Palabras que envenenan el alma y recorren nuestra médula como un látigo de fuego, como un zarpazo cruel e inesperado, que nos quitan el aire y la esperanza, dejándonos allí heridos, ateridos, insomnes, desorientados; sonámbulos sin rumbo en medio de un desierto, en medio de un tumulto, en medio de una calle sin salida.
«Son tan sólo palabras»… «No las tengas en cuenta»…»Las palabras se las lleva el viento»… Pero no, no es cierto, nadie se las lleva, siguen ahí, clavadas firmemente en la memoria, enhiestas, retadoras, reiterando su eco interminable, incesante, continuo, repetido.
Y cuando no hay palabras,cuando nadie contesta, cuando somos muy poco o casi nada, entonces el vacío, el silencio, la orfandad, la pérdida, el olvido…
Más sobre mí
Un amigo de letras al que aprecio y respeto en este mundo de los blogs, Eduardo Andradas, me ha propuesto contestar a unas preguntas que a él le habían propuesto en otro blog. Creo que a eso le llaman «meme», pero a mí no me gusta esa palabra. Creo que es un ejercicio divertido que nos permite conocernos mejor, y que los que vienen asiduamente también lo hagan descubriendo algún que otro matiz o curiosidad que ignoraban.
¿Un buen lugar para relajarse?
Cualquiera que me permita ver el mar
¿Te echas la siesta?
No, mi agenda y mi carácter no me lo permiten
¿Quién ha sido la última persona a la que has abrazado?
Abrazo mucho, la verdad, pero la última última ha sido a mi enano, Pablo.
¿La última cosa que te has comprado?
Una camiseta de lo más sexy, la verdad…
¿Qué escuchas ahora mismo?
El concierto de LLuis LLach en el Camp del Barça
¿Tu estación del año preferida?
Los equinoccios:el otoño por su bella luz y la primavera por su tibieza.
¿Qué tienes en tu armario del baño?
Uff, de todo…
Di algo de la persona que te pasó este meme.
Que es un idealista maravilloso cuya amistad espero conservar.
Si pudieras tener una casa totalmente amueblada gratis en cualquier parte del mundo,
¿dónde te gustaría que estuviera?
En el Sur que abandonaron los míos, y mirando al mar.
¿Lugar favorito de vacaciones?
Asturias, por su horizonte verdiazul y su hospitalidad.
¿Cómo tomas el café?
Con leche y mucho azúcar(soy golosísima)
¿Qué le pides a la vida?
Que me permita vivirla con intensidad.
¿Qué echas de menos?
La justicia real, un equilibrio que permitiera vivir en paz a todos los habitantes de este planeta (de cualquier especie)
¿Qué estás leyendo ahora mismo?
Siempre leo varios libros a la vez (soy un caos)
¿Cuál es tu comida preferida?
TODAS….Amo la gastronomía y adoro probar cosas nuevas. Me atrevo con todo (o casi)
¿Vivirías tu vida de otra manera a como la vives ahora?
No, tal vez intentaría sufrir menos pero entonces no sería yo…Y tal vez no podría reconocerme.
¿Volverías a crear el blog?
Sin duda; me ha dado más alegrías que disgustos (aunque también los ha habido y los sigue habiendo)
No podrías vivir sin…
Sin poesía, sin amor, sin el aire, sin mis seres queridos, sin mis amigos del alma, sin enseñar, sin libertad para escribir, pensar y sentir… sin memoria.
¿Con que celebridad te identificas?
Con los que son coherentes, los que se ponen del lado de los vencidos, los que no se venden y nunca renuncian a la utopía.
¿Qué prenda (ropa, calzado o complemento) tienes en casa que tenga mucho valor sentimental para ti y explica porque?
Siempre me rodeo de cosas que tengan valor sentimental. Libros que guardan viejas historias, fotos, dibujos, cuadernos, entradas de museos, azucarillos, cajitas de cerillas…
¿Cual es tu color favorito?
Los colores tierra.
¿Cambiarías algo de ti mismo?
Mi incapacidad para defenderme de los que me hacen daño. Pediría algo más de desvergüenza y arrojo para defender mi territorio y mi dignidad.
Un sueño…
No dejar de soñar con imposibles
¿Cuál es tu olor o perfume favorito?
La hierbabuena y el azahar. tambiérn el olor a ropa limpia secada al sol.
¿Te consideras una persona positiva?
Bueno, soy una pesimista moderadamente optimista
¿Qué le pides a una amigo?
Que me acompañe en el camino sin juzgarme demasiado
¿Dónde tienes el corazón?
Con los que sufren, los desheredados, los olvidados, los que valoran un abrazo en lo que realmente vale.
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Y vosotros…¿os animáis a responder? aquí queda el testigo para que lo recoja quien quiera.
Madre ternura
Campo de los Almendros. Albatera. Alicante.1939.
Mi niñito chiquito no tiene cuna.
Su mamá , que le quiere, le va a hacer una….
Canción de cuna popular.
Mece, madre, a tu hijo,
en el rumor del sueño.
Envuélvele de amor,
protégele del mundo.
Mece, madre, a tu hijo.
Cobíjale en tu seno.
Escucha su silencio,
conjuro de la muerte.
Mece, madre, a tu hijo,
en medio de los gritos,
en medio de la sangre,
en medio de las balas…
Mece, madre, a tu hijo,
y siente su latido,
como la única forma
posible de esperanza.
“Hoy quisiera llorar un llanto largo, como una lluvia lenta y bienhechora. Una lluvia que lo limpiara todo: el horror, el dolor… ¡Sí! Sobre todo el dolor. El dolor de los vencidos, de los desahuciados, de los sin patria, de los sin nombre, de los “parias de la tierra”. Hoy quisiera llorar por tantas cosas…Pero no tengo lágrimas. Todo a mi alrededor es un cuadro dantesco: los hombres mutilados, los niños ateridos, las madres desoladas, las balas asesinas… ¡Me estoy quedando ciega, deslumbrada, por tanto sufrimiento!
Y sólo te veo a ti, mi niña, mi pequeña. Abrazada a mi pecho te protejo del miedo, te inundo de ternura. No sé cómo apartarte de tantas penurias, de tanto infortunio. Yo quise un mundo nuevo, para ti, para todas… Las mujeres libres, dueñas de su destino, sonriendo al mañana. El futuro era nuestro, ¡teníamos tantos sueños, tantas esperanzas! Íbamos siempre firmes, con el paso resuelto, con la cabeza alta… Pero ahora, hija mía, ya no tenemos sueños, tan sólo pesadillas. Nos lo han quitado todo, nos han amordazado, nos han humillado. “Tendréis envidia a los muertos”, nos dijeron. ¡Los muertos! ¿Y qué somos nosotros? Muertos en vida, cadáveres errantes, jirones, pedazos, restos… Rotos, olvidados, abandonados a nuestra suerte, o mejor dicho, a nuestra desgracia.”
La memoria herida,ed. Bubok
Un año más…
Nací en un año impar,
en primavera,
en los últimos estertores
del franquismo.
Tuve una buena infancia,
aunque siempre habitaba en la tristeza.
Crecí entre libros, mimos de mi abuela
y solícitos cuidados paternales.
Pero no fui feliz.
No pude protegerme de la lluvia,
ni del primer zarpazo de un amor de domingo,
ni del oscuro perfume
que deja la inocencia abandonada.
Descubrí el egoísmo, la mentira,
la oquedad en el fondo de un abrazo,
la falsa risa resonando al fondo,
y el profundo dolor de un paso en falso.
No supe renunciar a la ternura,
ni huir a tiempo de las tempestades,
ni soportar callada la injusticia…
Y conocí el sabor del primer beso,
la profunda verdad de una caricia
la entrega sin reservas a la vida
y el «adiós para siempre» necesario.
He amado, he conocido, he fracasado,
bailé con la alegría y con la pena
un baile de frenéticas piruetas.
Y he probado los tragos más amargos
junto con el dulzor de una sonrisa.
Y desde aquí contemplo lo que queda
todavía por vivir,
por llorar,
y por llevar a cuestas.
Maria Luisa de la Peña , Ropa tendida al viento