Son poemas de la voz robada, del silencio impuesto a tantos hombres y mujeres que, al terminar la guerra civil, fueron cruelmente castigados y represaliados en las cárceles del régimen franquista. Condenados al ostracismo ideológico, apartados de la lucha social, privados de las asociaciones políticas, sindicales y culturales que ellos mismos habían creado, despojados de su libertad y de su palabra, encontraron en la poesía una forma de superación del dolor y de enriquecimiento personal. La poesía realizaba así una doble función que podríamos denominar «terapéutica»: por una parte servía de vehículo de comunicación con los seres queridos de los que se les apartó brutalmente, y, por otra parte, sirve también como bálsamo para no enloquecer y no caer en el embrutecimiento y la desesperación. Así, a través de la creación literaria, aquellos poetas casi improvisados se engrandecen y se humanizan en su terrible condición de presos.
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Mes: octubre 2015
Mientras me quede voz (II)
Lo más emocionante de ayer noche no fue sólo escuchar mi poema en la serena y perfecta voz de mi querida y admirada Hilda Farfante Gayo. Lo más emocionante vino luego, cuando se visibilizó el drama de los republicanos represaliados y sus familiares. Cuando mi padre lloraba como un niño tras el teléfono, cuando mis hijos preguntaron por su historia, cuando la voz dormida de nuestros muertos se hizo pájaro y voló libre, a pesar de los insultos, los desprecios, el desinterés general y las infamias. Gracias a los que cuentan, a los que hablan, «recuérdalo tú y recuérdalo a otros…» Esta es mi trinchera y en ella me reconozco junto a los demás guardianes de la memoria. Sin ellos nada de esto sería posible. Hombres y mujeres dignos y valientes que saben de dónde vienen y a dónde quieren dirigirse. Esos, como diría B.Bretch, son los imprescindibles, y yo me enorgullezco de llamarlos amigos. Por ellos, por nuestros muertos, por los que recordamos, por los que recordarán un día: Salud.
Mientras me quede voz
hablaré de los muertos
tan quietos, tan callados,
tan molestos.
Mientras me quede voz
hablaré de sus sueños,
de todas las traiciones,
de todos los silencios,
de los huesos sin nombre
esperando el regreso,
de su entrega absoluta,
de su dolor de invierno.
Mientras me quede voz
no han de callar mis muertos.
Marisa Peña.
Mientras me quede voz.
Qué emoción saber que la maravillosa intervención de Hilda Farfante Gayo ha tenido tanta repercusión. La visibilización de las víctimas del franquismo necesita programas así y personas dignas y valientes que den voz a los que ya no pueden gritar su verdad. Gracias al Intermedio y a Hilda, y a los que se han parado a pensar y a sentir. Y gracias también a Ferrán Monegal, por sus palabras.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/mientras-quede-voz-monegal-4617167