Ningún escritor represaliado, condenado o prohibido, lo es por su condición de escritor sino por sus ideas, esas ideas que esgrime con su pluma y su palabra; y por su significación política o ideológica, contraria o crítica con el regimen que le encarcela, le prohibe o le silencia.
Es fácil decir que se manipula políticamente la figura de un autor que se ve privado de la libertad o de la vida, cuando aquellos que pensaban como él le homenajean o le dignifican por compartir los mismos ideales. Podemos intentar desideologizar un texto literario, o tildarlo de panfletario si nos resulta imposible y sus ideas no nos gustan. Pero las ideas forman parte de la literatura, son inseparables de las palabras que las transmiten y las dan forma.Si Lorca hubiera pensado de otra manera sobre la falsa moral y hubiera tenido un concepto distinto de la libertad o la sexualidad, ¿hubiera escrito La casa de Bernarda Alba, o Mariana Pineda, o Poeta en Nueva York? ¿Hubiera escrito Miguel Hernández poemas como El niño yuntero, El hambre, Andaluces de Jaén, El tren de los heridos, la Canción del esposo soldado o Las Nanas de la cebolla, sin su concepto de justicia social, o sus claras simpatías por los movimientos obreros y campesinos, y su acercamiento a las clases más humildes identificándose con sus reivindicaciones y su lucha social? ¿Hubiera escrito Max Aub una obra como Los campos sin su terrible experiencia en Albatera y los campos de concentración franceses donde agonizaron miles de republicanos, de los que él formaba parte?
¿Podría un autor de ideología filofascista escribir Madre Coraje, o Redoble de conciencia o La peste? ¿ Nacen de la misma indignación Belleza cruel o El palacio de plata ? A lo mejor hay quien me argumenta que sí, y que las experiencias vitales y la postura política o religiosa no influyen en la gestación de una obra de arte. Pero yo discrepo,y discrepo desde el conocimiento y el estudio, no desde una posición personal, que también sería válida. Discrepo porque el texto literario no son sólo palabras bien engarzadas (condición que también es imprescindible , aunque la voluntad artística del autor pueda ser buscar la fealdad y la irreverencia en un momento dado).La literatura tiene alma, en ella laten las ideas del autor: su concepto de la vida y de la muerte, su idea de la moral, de la religión, de las costumbres, del amor, de la familia, de la amistad, de la injusticia, de la libertad, de las relaciones entre el hombre y el entorno, de la producción, del trabajo, de la belleza…
Si los autores no transmitieran en su obra su particular forma de ser y estar en el mundo, su visión de la época que les tocó vivir, la literartura no hubiese sido siempre tan peligrosa, tan perseguida, tan censurada…
¿Basta sólo con dominar la técnica, con ser un buen orfebre, un cincelador de la palabra? A mí, personalmente me emociona la belleza, sé reconocerla y admirarla; pero, sólo con ella, no me basta. Para que un escritor nos conmueva, nos sacuda y forme parte para siempre de lo que realmente somos, no vale con que nos guste cómo escribe, tiene que hacernos temblar, tiene que dejar en nosotros una huella, tiene que despertarnos, hacernos vibrar, desordenarnos; o dejarnos exhaustos, o impactados, o deseosos de abrazarnos a él y a sus palabras. ¿Comunicación? ¿Conocimiento? ¿Belleza? Todo eso y mucho más. La buena literatura es la que nos acompaña en nuestra formación y nos sigue enriqueciendo cada vez que acudimos a ella en busca de consuelo o de descanso, la que nos acoge en los destierros y nos acuna en las derrotas, la que nos adormece en los insomnios y nos reconforta en los naufragios.
Dime qué lees y te diré quién eres. Podemos conocer a las personas no sólo por sus palabras sino por sus lecturas. Yo siempre reconoceré el dominio de la técnica, la belleza formal, venga de quien venga…pero no por eso dejaré que un autor forme parte de mí, de lo que me define y me hace ser y estar. Creo en la literatura como gran transmisora de ideas y valores, no sólo de belleza. Esa es mi postura, cada uno que defienda la suya. Faltaría más, en estos tiempos que corren, que enarbole yo dogmatismos innecesarios. Pero a mí que me dejen con mis fobias y mis filias. Sé dónde estoy y sé con quién no quiero estar. Lo demás es sólo el eco de la vanagloria, y el ruido lejano de los cascos que anuncian la llegada del próximo elegido de los dioses.