Invisibles

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Somos invisibles para todo aquel que no quiere vernos , para todo aquel que decide, consciente o inconscientemente, ignorar nuestra existencia. Y así, por más que nos empeñemos en hacernos notar, por mucho que hablemos, gesticulemos o incluso gritemos, seguiremos siendo invisibles. Sólo existimos para quien nos reconoce.
Y permanecemos allí, agazapados, esperando ser vislumbrados y, sobre todo, reconocidos. Porque en ese acto de reconocimiento del otro conseguimos reconfortarnos.
Buscamos en los demás señales de nuestra propia existencia, para intentar así evitar el vértigo inevitable de sabernos solos. Ansiamos ser amados, respetados, tratados con justicia. Necesitamos compartir con los otros para sentirnos vivos. Necesitamos la dialéctica de los contrarios: dar, recibir; hablar, escuchar; dormir, despertar… No tenemos otra forma de conjurar nuestros miedos, de defendernos de nuestros peores enemigos, esos que hacen que seamos invisibles: el silencio y la indiferencia.

Escribiré mi nombre muchas veces…
Tantas como haga falta
para saber que existo,
que no soy invisible
que no desaparezco
ante la indiferencia
de los que me abandonan.
Escribiré mi nombre
con lo que tenga a mano.
con barro, con ceniza,
con sudor o con sangre…

Juguetes rotos

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Entre los escombros donde ha muerto un niño hay siempre un juguete roto. Como restos de una infancia arrebatada, entre el polvo, la piedra y la sangre, vislumbramos un peluche hecho jirones, o la cabeza despedazada de una muñeca, o las ruedas de un coche de carreras. Recuerdo a Pessoa en su Libro del desasosiego : «No hay imperio que valga el que por él se rompa la muñeca de una niña…No hay ideal que merezca el sacrificio de un tren de hojalata ¿Hasta cuando seguirá la humanidad «civilizada» sacrificando niños y juguetes?

«De amicitia»

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Ver presentación

¿Quién no ha escuchado alguna vez en su vida la famosa frase «sólo podemos ser amigos”?¿Y la no menos famosa “no podemos ser sólo amigos”? Sólo amigos… ¿Y qué más se puede ser? ¿Es que a caso hay algo más profundo, hermoso, gratificante y enriquecedor que la amistad? Al cabo todo es amistad, y la amistad no es sino amor. Nos da miedo decir amor, amar, sentirnos amados. El deseo es otra cosa: abrasa nuestra piel, nos conduce a la gloria de los sentidos.

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Cernuda

Como decía Cernuda “el deseo es una pregunta», pero el amor es siempre una respuesta.
Muchos son los autores que han reflexionado o teorizado sobre la amistad, y muchos serán los que continúen haciéndolo. Porque estamos aquí, abandonados en el mundo, desnudos, frágiles, hambrientos de amor. Y el amor que nos dan los amigos nos es tan necesario como el aire que respiramos. El verdadero amor no nos divide: nos multiplica, nos expande y , como en una hermosa telaraña, vamos tejiendo redes que nos entrelazan unos a otros, para siempre…
Gracias a vosotros, mis amigos: los que fuisteis; los que sois; los que serán un día.

«Ahí está la poesía: de pie, contra la muerte.» J Gelman

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Cuando los poetas hablan el mundo se para; las cosas adquieren un nuevo sentido; nos inundan las palabras, nos iluminan las zonas oscuras de la memoria… Leer el discurso de Juan Gelman en los últimos Premios Cervantes que han tenido lugar hoy, es un ejercicio de reflexión al que os invito sinceramente.

Día del libro

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En realidad no debería haber un día del libro para los que amamos la lectura. Para muchos leer es como respirar. Forma parte de nuestras constantes vitales: respiramos, leemos; nuestro corazón late, leemos. Pero, puesto que lo hay, aprovechemos para transmitir a los que nos rodean nuestro amor por los libros.
Ver Presentación audiovisual Día del libro. Aquí podéis ver los marcapáginas que quiero regalaros para daros las gracias por seguir enredando palabras conmigo.

Mujeres del 36:La memoria herida.

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Ver la presentación que se proyectó en las Jornadas organizadas por el Foro por la Memoria de Madrid ,como homenaje a las mujeres que sufrieron la represión franquista. La mayoría de los textos pertenecen a una colección de cuentos cortos titulados La memoria herida , y que escribí hace ahora un año.
(Aviso a navegantes: tarda un poco en descargarse, pero bastante menos que el tiempo que han esperado ellas para hacer oír su voz y poder contar su historia.)

Palabras




En este mundo de las palabras es tan gratificante dar como recibir. Compartir emociones y palabras es algo mágico y maravilloso. Cuando leemos, la magia de las palabras lo envuelve todo: nos abrazamos a ellas, las hacemos nuestras, las poseemos en un extraño ritual de amor. Las palabras nos evocan recuerdos y despiertan nuestras emociones dormidas. Por eso una de las cosas que me hace más feliz es compartir palabras (mías y ajenas). Las palabras iluminan los huecos oscuros de nuestra conciencia y nos salvan de los abismos de nuestra soledad. Las palabras tejen redes de complicidad entre aquellos que las comparten. ENREDANDO PALABRAS, es más fácil vivir.
Gracias a todos los que, con vuestras palabras, conseguís que todo tenga sentido.

«In memoriam»

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Hoy se cumplen 77 años del sueño republicano que tuvo como protagonistas a destacados intelectuales y artistas de la época (Antonio Machado, Lorca, Marañón, Pau Casals, Alberti, Díez Canedo, J. Ramón Jiménez, Altolaguirre, Prados, Cernuda, Aleixandre, Miguel Hernández, J. Marías, Cipriano Rivas Cherif, León Felipe, Alejandro Casona, Maruja Mayo, Victoria Kent, Max Aub,…), pero también a miles de españoles anónimos, hombres y mujeres, que quisieron formar parte de aquel viento de libertad.
Soñaron una España más moderna, más justa; donde la educación, la sanidad, la economía y otros muchos sectores sufrieran un profundo cambio. No querían seguir teniendo un país pobre, analfabeto, anquilosado en tradiciones que no le permitían avanzar científicamente; cercado por una religión todopoderosa y asfixiante que todo lo prohibía.
Pero ese sueño se convirtió en una terrible pesadilla, porque no todos estaban preparados para aceptar aquella transformación. Durante aquellos vertiginosos seis años se sucedieron episodios que desde la perspectiva histórica, ellos mismos no dudan en calificar de bochornosos. Pero la España de los años 30 era lo más parecido a un campo de minas o a un polvorín: demasiados odios, demasiados miedos, demasiada miseria, demasiada rabia, demasiada ignorancia.
Aquel fue su sueño. Por defenderlo sufrieron cárcel, exilio, derrota y humillación. Ahora, tantos años después, las semillas de la razón, la tolerancia, la igualdad y la libertad han ido germinando en aquella tierra que ellos encontraron yerma.
Me contaba mi abuela que el día que se proclamó la Segunda República había mucho miedo, mucha incertidumbre; pero también mucha ilusión. En medio de aquel dilema mi abuela optó por la ilusión. Se puso su mejor vestido, dibujó sus labios con carmín, y salió de la casa paterna rumbo a la Puerta del Sol, dejando atrás a un padre temeroso y a una madre recelosa. Cuando lo contaba, muchos años y muchas penurias después, siempre se le humedecían los ojos. Por ella, y por todos aquellos que tuvieron un sueño… SALUD.
Para leer más sobre ese tema no os perdáis el artículo de Félix Santos en El País, o el de Julián Casanova en Público Gracias especiales a Kalvellido por la imagen y por el trabajo conjunto.