Crear es vivir

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Uno se pasa media vida analizando poemas, explicando análisis textual, dando cursos sobre el texto poético en el aula, leyendo, releyendo, empapándose de poesía, y de pronto se planta cara a cara ante sus propios versos y siente un pánico terrible, una suerte de vértigo mortal , un imposible desasosiego. Yo no dudo de mí, ni de mi poesía, pero a veces me pregunto por el sentido de todo esto.
Para mí la creación poética, y la literatura en general, no es un divertimento. No escribo por pasar el rato, no es un pasatiempo banal. Pero tampoco entiendo la literatura como una lucha de egos vanidosos; ni como una corte de faraones repleta de intrigas, mentiras y enemigos; ni como un concurso de méritos; ni como una lista de ventas; y, ni mucho menos, como una vulgar taberna donde, cuando menos te lo esperas, alguien te arrea un mandoble o te suelta una fresca. Y si ese es el Parnaso, no quiero estar en él, no me compensa.
Escribo para ser yo misma, para conocerme, reconocerme, reencontrarme. Buscar el rostro que se esconde tras el nombre, apresar el latido vital de cada palabra, redescubrir el mundo, entender el misterio, acercarme siquiera un instante a la eternidad. Mi yo poético me llena de inquietudes que ni tan siquiera conocía, me hunde, me arrastra; pero también me eleva, y me permite rozar, apenas un segundo, la eterna quietud de la belleza.
Para eso escribo: para vivir, para gozar del amor a la palabra, para no tener miedo, y para no olvidar nunca, nunca, aquello por lo que no merece la pena dejar de ser quien soy, ni aquello por lo que merece la pena seguir escribiendo, aunque sea en la más oscura celda o en la más olvidada catacumba.
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A mi abuelo, Manuel de la Peña, que me enseñó lo que verdaderamente importa:crear es vivir, o, al menos, sentir que uno está vivo y libre…por muy duras o adversas que sean sus circunstancias.

De utopías.

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Podemos dudar sobre lo que queremos, sobre lo que nos gustaría que pasara, pero no podemos permitirnos el lujo de no tener claro lo que no queremos, lo que no podemos permitir que pase. Las ideologías son cambiantes e inestables como los propios hombres que las crean y las alimentan. Pero las ideas, los conceptos, no son tan mutables y nos permiten reconocernos en momentos de caos y desconcierto: LIBERTAD, JUSTICIA, RESPETO, IGUALDAD de derechos básicos, SOLIDARIDAD, EMPATÍA, EQUIDAD en las oportunidades, AMOR al prójimo… Para algunos son sólo palabrería, demagogia,para mí son los cimientos de una civilización que se precie de considerarse «civilizada», y son los principios que me configuran en mi relación con la sociedad y con el mundo que me ha tocado vivir.
El derecho a la vida, pero sobre todo a una vida digna, a la libertad de ideas, de movimiento y de palabra, no es algo para tomarse a la ligera. Matices puede haber muchos, pero sin unas mínimas premisas que invoquen los derechos básicos nada se podrá conseguir.
No se puede vivir sin ideas, son los pilares sobre los que construir el pensamiento, forman parte del legado histórico, nos ayudan a analizar el pasado, a comprender el presente y a proyectar un futuro. La evolución humana, las indudables mejoras de las que tenemos la suerte de disfrutar una parte de la humanidad, se dieron gracias al empuje y al coraje de aquellos que , un día, tuvieron un sueño, una idea, una ilusión, y decidieron empujar para que ocurriese.
No podemos permanecer al margen de lo que ocurre, y sólo ocurre aquello que se sueña como cierto y posible, por mucho que a algunos les parezca descabellado y a otros improcedente. Los que ejercen el poder y cometen injusticias siguen haciéndolo si no encuentran un muro que les frene. Si dejamos que piensen por nosotros, que actúen por nosotros, que caminen por nosotros, que elijan por nosotros, acabaremos no sabiendo quiénes somos , impulsando cada día el engranaje de una forma de vida y de un sistema que nunca elegimos y que tiene muchos, muchos aspectos que mejorar..
No formar parte de un dogma religioso o político no quiere decir que uno sea amoral o apolítico. Algunos se movieron y se mueven por el interes propio y el progreso individual;otros prefirieron y prefieren el bien común y el progreso de toda una comunidad.Para algunos lo que importa es acumular riqueza y poder; para otros lo verdaderamente importante y gratificante es compartir esa riqueza y evitar la acumulación de poder. Para algunos la pobreza y la ignorancia son males necesarios; para otros injusticias insoportables. Para algunos vale con paliar la miseria en situaciones concretas; otros ponen su afán en erradicarla. Algunos no hacen nada porque no creen que haya que hacerlo; otros no hacen nada porque han perdido la fe o la esperanza;otros se dejan hacer; y algunos, se dejan la piel y la palabra por cambiar aquello que no funciona.
El abolicionismo, los derechos humanos, las ocho horas laborales, la asistencia médica y la escuela pública, la libertad religiosa, el sufragio universal… Todo esto fueron utopías, sueños imposibles. Menos mal que, algunos ( aun a riesgo de su propia vida y de su libertad), no se rindieron ante la adversidad, y siguieron defendiendo la utopía…

Poesía en el aula:un poema de Juan Ramón Jiménez.

La primera vez que leí este poema, me conmovió profundamente esa soledad terrible que siente el ser humano, arrojado al mundo, buscando consuelo y respuestas en el deseo atávico y primigenio de formar parte de la unidad cósmica.
Ese ansia de unidad con la madre-noche, con la cosmogonía del cielo, las estrellas, el mundo que habitamos y observamos en su «breve infinidad definitiva» es el eje temático que vertebra el poema. Desde el Romanticismo , y muy especialmente en el Modernismo y en la literatura que recorre los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, el artista siente la soledad como un peso insoportable, una angustia existencial ontológica y primigenia que busca consuelo en las nuevas teosofías que surgen tras la crisis finisecular: panteísmo, pitagorismo, neoplatonismo, gnosticismo, intentan buscar respuestas fuera de las religiones jerárquicamente establecidas. La ciencia no parecía tener todas las respuestas, y las viejas y anquilosadas respuestas religiosas habían caído por su propio peso tras siglos de imposición y oscurantismo. El poeta se transfigura así en el vate y profeta de la humanidad, el que ve lo que otros no aciertan a vislumbrar, el que con su voz da voz a todos los mortales unidos por el cordón umbilical de un mismo destino, inexorable («el cielo que nos cubre es el mismo en todas partes«, dice Juan Ramón en el segundo verso del poema)…
En la poesía española de la primera mitad del siglo XX fueron Juan Ramón Jiménez y Jorge Guillén los poetas que más insistentemmente buscaron una poesía de la unidad con el cosmos, con la naturaleza, para dar así un sentido a sus ansias metafísicas y a su vacío interior. Diario de un poeta recién casado, Dios deseado y deseante, Piedra y cielo de juan Ramón Jiménez y Cántico o Clamor de J.Guillén, son claros ejemplos de este deseo de unión panteísta y «sed de eternidad» en ese orden pitagórico y eterno («enclavado a lo eterno, eternamente», leemos en el verso cuarto) de la analogía universal.
«Ama tu ritmo y rima tus acciones«. Con estas palabras se dirigía Rubén Darío a sus discípulos modernistas.Las palabras tiene alma, el poema es una proyección formal y humana de la perfección y la armonía del universo, del ritmo continuo de las esferas. El texto poético se convierte así en un pequeño enigma que el lector ( activo y sensitivo) debe averiguar. En tan sólo once versos se encierra el círculo perfecto del universo, y su armonía envuelve a todos bajo su cúpula perfecta. Así si recogemos el primer verso «Tan inmenso que es, ¡oh mar!, el cielo», y lo unimos al último «bajo su breve infinidad definitiva» comprobamos que se nos revela el mensaje: el mundo es inmenso, definitivamente. El poeta ha cumplido su misión: Nocturno no es sólo una breve meditación personal, un juego intelectual de carácter solipsista e introspectivo, sino también, como apuntaba Valle Inclán , un diamante de luz que ilumina las oscuras cavernas de nuestra conciencia. ¿Estamos nosotros, lectores, dispuestos a asumir el reto?

La risa

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Hoy escucho la risa de mis hijos dibujando palomas y mariposas locas a la orilla del mar. La vida, sin la risa, es una larga y triste sucesión de minutos, un vestido ya viejo, apolillado y gris, durmiendo en un ropero de olvidos y amarguras.
La risa es el termómetro que mide la alegría, nos cura del dolor y la desesperanza, y nos distancia de la afectación. La risa es patrimonio del pensamiento libre, de los que miran siempre sin miedo a la tristeza, y se encaran con ella. La risa nos eleva a las alturas nos pone alas, y nos permite volar por encima de todos los prejuicios, de todas las vanidades, de todos los convencionalismos. La risa es un bálsamo y hacer reír, un don maravilloso.
La risa nos aleja de los dogmatismos y desbarata las rígidas estructuras de aquellos pensamientos unilaterales y encorsetados. Desnuda la realidad de sus ropajes y la pone delante de sus propias miserias. Si somos capaces de reirnos de nosotros mismos y aceptar nuestras contradicciones con una dosis importante de buen humor , ya nada nos afectará del mismo modo. La risa es un arma poderosa, y eso siempre lo han sabido los que detentaban el poder, y por eso no hay nada que les desbarate más ni les ponga más nerviosos a los tiranos de cualquier pelaje, que la risa que puedan provocar en sus adversarios.
Defendamos la risa, la alegría, y no la confundamos con un estado de perenne estulticia o de absurda inmadurez.
Hoy reivindico la risa necesaria, esa que nos cura las heridas y nos vuelve más humanos y más humildes.

Noche de reyes

Hoy, víspera de la noche de reyes, quiero rescatar este texto que publiqué el año pasado. Y lo hago por varias razones: porque está inspirado en un poema de mi admirado Miguel Hernández, al que leí por primera vez en una edición prohibida que mi padre guardaba celosamente; porque es una historia basada en hechos reales, sometidos a la libertad creativa, que cuenta una verdad que nunca debió ocurrir pero ocurrió; y porque creo que recordar a los que nos precedieron no es demagogia: es amor, y reparación y merecido homenaje.

El 2 de Enero de 1937, Miguel Hernández publicó este poema en la revista Ayuda. Semanario de Solidaridad, num 36.

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

Son las primeras navidades de la guerra. Una joven miliciana vestida de enfermera sale del Hospital de sangre donde presta sus servicios, la noche de reyes del 37. Camina por su Madrid ahora desolado, entre carteles, proclamas y luces apagadas. Respira el aire de la calle, impregnado de pólvora, para intentar olvidar el olor a cloroformo y sangre seca que se ha pegado a su ropa y a su ánimo. Al llegar a su portal la saluda un miliciano que hace la ronda en su calle. Ricardito, el niño de la portera, está sentado en la escalera con rostro triste y churretes de haber llorado lo suyo… Ella le revuelve los cabellos con sus manos frías. » ¿Qué te pasa criatura?» El niño balbucea entre hipos. «Nada, que dice mi padre que a Madrid no van a venir los Reyes porque es zona republicana…» Por Dios qué barbaridades dice don Anselmo. Sube las escaleras lentamente y al llegar al rellano de su puerta palpa, junto a las llaves, una chocolatina…Esa que esta mañana le dio aquel brigadista con la cara llena de pecas, (el irlandés lo llamaban), herido en una pierna. Vuelve sobre sus pasos. Ya no hay nadie. En el pequeño ventanuco de la portería se distinguen unos zapatos gastados. Junto a ellos deja la chocolatina. «Ya sólo faltaría que hasta los Reyes Magos se unieran también al movimiento…» Sonríe satisfecha. Ya en su lecho se arrebuja entre las sábanas y piensa, por un momento, que tal vez mañana los reyes de oriente hayan decidido regalarles la paz y la esperanza.

A mi abuela, que me legó recuerdos como éste, y a todas aquellas mujeres que, durante aquellos difíciles días, intentaron paliar el sufrimiento inútil de aquellos niños de la guerra que, entre bombas, consignas y canciones, ejercían su derecho a creer en la magia, y a ser absurdamente felices e inocentes…

Recuerdos de navidad.

Cada vez que se acercan estas fechas pienso que ya debo prepararme para despedir un año, para recibir al invierno desde la reflexión y la belleza. Cualquier ser humano puede dejarse seducir por ese calorcillo dulce y suave que produce la nostalgia.Sé que son tiempos convulsos y que no estamos para muchas fiestas, y que cierta indiferencia, incluso cierta aversión , puede empujar a muchos a renegar completamente de ellas, pero no es mi caso. Yo celebro estas fiestas con ilusión infantil, y procuro, que la hipocresía, el consumismo salvaje y la caridad mal entendida se queden fuera de mi navidad. Porque éste es un tiempo de ternura y nostalgia que no le pertenece a nadie y nos pertenece a todos. Porque recibir y ser recibido, acoger y ser acogido, perdonar y ser perdonado, va más allá de creer o no en un dios determinado, o profesar una religión determinada, o defender un modelo político y económico determinado.
Así que os dejo este pequeño presente, este montaje de música y palabras con mi último poema, y mis deseos profundos y sinceros de que la esperanza,la justicia, la alegría y el coraje sean los pilares sobre los que construyamos un mundo del que todos, queramos o no, formamos parte.

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