Un encuentro inolvidable

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A M.A. Yusta, Fernando Sarría y Luisa Miñana, buenos poetas, buena gente, excelentes anfitriones. Por su cálida hospitalidad.

Llegamos a Zaragoza cargados de poesía.Y zaragoza nos acogió en sus piedras milenarias.Y entre abrazos, versos, risas y canciones, se nos pasó la noche. Nada hay mejor que rodearse de buena gente. Gracias a todos por hacer de este encuentro un momento inolvidable.

Mala gente que camina(I).Ecuaciones imposibles

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X(un escritor cualquieraque tuve la mala suerte de conocer) le dijo a Y (yo misma), en un momento dado del cual hoy Y no quisiera acordarse, que animara a Z(una escritora de bastante «peso»y mucha ambición), que le diera seguridad en su talento, que no permitiera que un artista de su valía se escondiera por falta de confianza. Así que Y, sin pensárselo dos veces (craso error donde los haya), se lanzó a la tarea sin imaginarse dónde se metía… Dejándose llevar por su temperamento impulsivo y poco dado a furtivos pasos y aproximaciones que le permitieran tantear el terreno, procuró que Z se sintiera realmente en el lugar que merecía, en la cumbre de los elegidos por su talento. Pero lo que Y no sabía es que Z ya se había encumbrado a su manera, y no sólo no necesitaba lo que dio en denominar «halagos matadores» y «falsedad insoportable», sino que arremetió contra Y con una fuerza tal, que arrasó sus cimientos y sopló y sopló con toda su rabia hasta que Y cayó.
Con el paso del tiempo Y se levantó, y aunque las heridas necesitaron un periodo de cicatrización, todo volvió a su cauce. Nunca terminó de comprender qué había pasado realmente, qué había desatado las siete plagas en el corazón desagradecido de Z, y qué había llevado a X a retirarle no sólo el saludo, sino la palabra,en toda su amplia semántica.
Al principio no fue capaz de asumir la lección, de entender , de aprender… Pero poco a poco fue comprendiendo. Por más que nos empeñemos hay personas que no nos quieren a su lado y punto; esgrimen su derecho a no formar parte de nuestras vidas y a que nosotros no formemos parte de las suyas, y hacen muy bien, faltaría más; lo malo es que cuando nos queremos dar cuenta el daño ya está hecho, ellos nos odian y utilizan todas sus armas para expulsarnos de su territorio (ese al que nos habíamos acercado atraídos por una falsa luz y una sincera admiración); nosotros nos alejamos heridos, asombrados, aturdidos y desolados. Luego realizamos un camino de vuelta que se nos antoja hostil, y contemplamos los restos de la batalla sumidos en la desesperanza, mientras nuevas puertas y nuevos proyectos se empeñan en consolarnos y nos ayudan a olvidar.
Y había aprendido : la belleza, a veces, esconde púas y, por otra parte, todo era cuestión de empatía y algo de química, de magia incluso. Si no puede ser no puede ser, y la admiración que alguien nos produce en un determinado momento puede transformarse en desprecio o en desilusión, y es mejor no llegar a eso. El agua y el aceite pueden convivir, pero no es posible fusionarlos por más que uno se esfuerce en batir con energía desperdiciada. Lo único que se consigue es alterar el aceite y sus propiedades, y ensuciar el agua.
Z y X tenían su lugar en el mundo, y desde luego Y también.

De Nanas, memoria y centenarios…

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En el colegio de Pablo, mi hijo, celebran el centenario de Miguel Hernández. Todo orgulloso le cuenta a su abuelo, mi padre, que Miguel Hernández le escribió a su hijo las » Nanas de la cebolla» mientras estaba en la cárcel. Mi padre, su abuelo, dejándose llevar por el entusiasmo del nieto, coge un libro de pastas blancas y le dice en tono de camaradería y confidencia: » Mira, a mí mi padre también me dedicó poemas desde la cárcel.«Nanas del hijo ausente», toma lee». El hombre y el niño, salvando los muchos años que les separan, comparten, por un momento, el sagrado misterio de la poesía. Entonces mi hijo, su nieto, que sólo tiene ocho años, se pone muy serio y añade:» menos mal que tú has sido bueno y no has tenido que ir a la cárcel para escribirle nanas a mamá». El abuelo, mi padre, balbucea una escusa y deja un momento a su nieto, mi hijo, con su libro, Miguel Hernández para niños, abierto entre las rodillas.

Hace mucho, mucho, que no veía llorar a mi padre. Mientras él llora su dolor de hijo ausente, yo me acerco sin miedo a su nieto, mi hijo, y le dejo que me pregunte. «A la cárcel van los malos, mamá, los que cometen delitos». Él siempre tan redicho, en la profunda seriedad de sus recién estrenados ocho años. «No hijo, no siempre…» Y entonces me dispongo a contarle que hubo un tiempo de horror y venganza, donde los hombres como Miguel Hernández, y como su bisabuelo Manuel, iban a la cárcel por otras razones: por ser leales a sus ideas, por no claudicar, por no permitir que su palabra se tergiversara, por ayudar a otros como ellos a difundir ideas que ahora son muy normales, por querer que sus nietos y los hijos de sus nietos vivieran con dignidad, justicia y trabajo. Hablamos de las dictaduras, de los años grises, de los juicios injustos y las condenas revanchistas.Se lo cuento todo con lenguaje sencillo, con ejemplos cercanos a su mundo infantil. La guerra de las galaxias le ha servido muy bien para entenderlo todo. Miguel Hernández no fue sólo un poeta, fue un hombre que pagó con la vida su férrea convicción de hombre del pueblo. Pudieron haber dicho sí al nuevo régimen, aceptar, claudicar….nadie se lo hubiera echado en cara: sobrevivir es un acto de profunda humanidad. Pero no lo hicieron. No querían ser héroes, ni mártires, pero eligieron el camino más duro. Y les escribieron nanas a sus hijos desde celdas frías y muros eternos. Y no pudieron restañar sus heridas viéndolos crecer al abrigo del fuego, en una España donde debieran haber cabido todos.

Las nuevas generaciones tienen el derecho y la obligación de saber la verdad , el por qué , y no escuchar incrédulos que M.Hernández murió en la cárcel, tuberculoso. Algo debió hacer, pensarán inocentes…( «Él se lo ha buscado» dicen que murmuró su padre al saber de su muerte). Mientras la duda anide en los ojos de los niños al escuchar historias como la de Miguel Hernández, o la de mi abuelo, aún nos quedará mucho por hacer, aunque a algunos les pese y les incomode. No callaremos más, no nos disculparemos más, no nos esconderemos más, no queremos más cajones cerrados, ni más historias olvidadas, ni más silencios.

Así que hoy hemos gritado al viento la historia del abuelo Manuel, que estuvo en la cárcel y fue un hombre digno, y bueno, y no hizo nunca nada de lo que sus descendientes debamos avergonzarnos; y la historia de Miguel Hernández Gilabert, miliciano republicano, comunista, poeta y hombre, al fin y al cabo, con sus grandezas y sus miserias, con sus miedos y sus decisiones. Y mi padre, su abuelo, ya no llorará más escondido en el baño, todo el dolor que le acompaña desde niño y que intenta superar , día a día , desde que, por primera vez, un lejano día de invierno de 1947, con tan sólo dos años, empezó a visitar los penales donde su padre se dejaba la vida y la esperanza.

Y les hemos rendido nuestro particular homenaje: leyendo sus poemas, hablando de sus ideales, y de cuánto hubieran disfrutado viendo a sus nietos y bisnietos yendo a la escuela,aprendiendo poemas y sintiéndose libres; y no teniendo miedo, ni vergüenza. Y les hemos dado las gracias por sus nanas, su compromiso y el amor que nos legaron en sus palabras. E invitamos a todos a unirse a este homenaje, desde la libertad y el derecho a expresar nuestras ideas y a desear un futuro mejor, ese derecho que una vez no fue y del que ahora ( aunque haya a quien le duela, nostálgico de un régimen donde vivió feliz y resguardado) gozamos todos.

Mujeres

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Se habían acostumbrado a que la vida cotidiana las engullera y las empujara sin pedirles permiso. Se sabían capaces de mucho más de lo que les habían dejado mostrar detrás de su papel de madres y esposas, pero a la vez no querían renunciar a él para poder hacerlo. Deseaban amar, soñar, crear, no tener miedo, caminar con la cabeza alta, tener sus propias ideas y compartirlas. Estaban hartas de siglos de ruecas, de arados, de cocinas oscuras, de ropa lavada, de niños llorando. Hartas de ser ninguneadas, despreciadas, apartadas, silenciadas. Votar era importante, mas no era lo único. Fueron tiempos de utopías y esperanzas.
Pero aquel sueño de igualdad y reconocimiento duró muy poco tiempo. Tal vez no fuera su hora, y sin embargo, algún día, llegaría la hora de otras y habría que empujar, lentamente, para que así ocurriera. Durante cuatro décadas guardaron celosamente aquel legado, se agazaparon, se amordazaron, volvieron al silencio y a la rutina, rumiando la derrota pero no olvidando. Nos dejaron su tesoro de palabras, de ideas nuevas, de futuro, de esperanza.
Ahora creemos que todo se ha conseguido.Mucho se ha avanzado, pero no en todas partes. Y si no mantenemos esas conquistas(porque eso es lo que fueron: conquistas; no regalos, ni concesiones, ni premios al buen comportamiento) tal vez un día volvamos a perderlas. Celebrar el día de la mujer trabajadora no es un sectarismo, ni una antigualla pasada de moda, ni una horterada progre, ni una manía de rojos trasnochados. Es homenajear a aquellas mujeres valientes que empujaron las cosas para que fueran como son hoy, y como deben ser aún en muchas partes de las que nadie se acuerda. Si las olvidamos, si olvidamos su sacrificio y su tenacidad, estaremos olvidando nuestra historia. Todos, hombres y mujeres, deberíamos saber qué ocurrió aquel 8 de marzo,con sus matices, sus cifras que bailan, sus mitificaciones.Pero, sobre todo, con la dura verdad de una época, de un tiempo de revueltas y cerezas, de sueños imposibles, que aquellas mujeres, quisieron, poco a poco, hacer realidad.

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Así.

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A todos los que , siempre, me han aceptado como soy y han sabido que no debemos confundir sensibilidad con debilidad. Gracias especialmente a M.A.Yusta, a Santi, a Laura, a Mertxe, a Marta, a Goliardo, a Juan Antonio, a Pepe y a Bel. A ellos y a todos los que venís a enredaros, regalándome un poco de vuestro tiempo.
Así soy, imperfecta hasta la médula:
inestable, impetuosa, impredecible;
controladora, impaciente, soñadora;
hipocondríaca, hiperactiva. hipersensible.
Demasiado comprensiva,
demasiado sentimental, demasiado afectuosa;
demasiado protectora,demasiado tolerante,
demasiado halagadora, demasiado locuaz;
demasiado tierna, demasiado pasional,
demasiado vulnerable.
Con tendencia a soñar, a reir y a llorar sin mesura.
Todo me afecta, todo me importa,
todo me conmueve, todo me interesa.
No sé decir que no, ni ser realista,
ni predecir márgenes de error,
ni acotar mi territorio,
ni contener mis emociones,
ni evitar mis torpezas.
No evito acercarme al sol con mis alas de cera
cuando de amor o de amistad se trata,
ni sé quedarme al margen de la injusticia
con el triste pretexto de que el tema es complejo,
o de que es demagógico,
o de que no es el lugar, o el momento, adecuado.
Me gusta mojarme, mancharme, implicarme…
Y en esta imperfección en la que habito
me ofrezco a los que amo ,
para que sepan siempre lo que van a encontrar
y no se llamen a engaños.
Soy así , y así me doy
cuando hay alguien dispuesto a recogerme,
a caminar conmigo,
a compartir ideas y proyectos,
y a perder ese tiempo del que no disponemos ( o a ganarlo quizás…).