X(un escritor cualquieraque tuve la mala suerte de conocer) le dijo a Y (yo misma), en un momento dado del cual hoy Y no quisiera acordarse, que animara a Z(una escritora de bastante «peso»y mucha ambición), que le diera seguridad en su talento, que no permitiera que un artista de su valía se escondiera por falta de confianza. Así que Y, sin pensárselo dos veces (craso error donde los haya), se lanzó a la tarea sin imaginarse dónde se metía… Dejándose llevar por su temperamento impulsivo y poco dado a furtivos pasos y aproximaciones que le permitieran tantear el terreno, procuró que Z se sintiera realmente en el lugar que merecía, en la cumbre de los elegidos por su talento. Pero lo que Y no sabía es que Z ya se había encumbrado a su manera, y no sólo no necesitaba lo que dio en denominar «halagos matadores» y «falsedad insoportable», sino que arremetió contra Y con una fuerza tal, que arrasó sus cimientos y sopló y sopló con toda su rabia hasta que Y cayó.
Con el paso del tiempo Y se levantó, y aunque las heridas necesitaron un periodo de cicatrización, todo volvió a su cauce. Nunca terminó de comprender qué había pasado realmente, qué había desatado las siete plagas en el corazón desagradecido de Z, y qué había llevado a X a retirarle no sólo el saludo, sino la palabra,en toda su amplia semántica.
Al principio no fue capaz de asumir la lección, de entender , de aprender… Pero poco a poco fue comprendiendo. Por más que nos empeñemos hay personas que no nos quieren a su lado y punto; esgrimen su derecho a no formar parte de nuestras vidas y a que nosotros no formemos parte de las suyas, y hacen muy bien, faltaría más; lo malo es que cuando nos queremos dar cuenta el daño ya está hecho, ellos nos odian y utilizan todas sus armas para expulsarnos de su territorio (ese al que nos habíamos acercado atraídos por una falsa luz y una sincera admiración); nosotros nos alejamos heridos, asombrados, aturdidos y desolados. Luego realizamos un camino de vuelta que se nos antoja hostil, y contemplamos los restos de la batalla sumidos en la desesperanza, mientras nuevas puertas y nuevos proyectos se empeñan en consolarnos y nos ayudan a olvidar.
Y había aprendido : la belleza, a veces, esconde púas y, por otra parte, todo era cuestión de empatía y algo de química, de magia incluso. Si no puede ser no puede ser, y la admiración que alguien nos produce en un determinado momento puede transformarse en desprecio o en desilusión, y es mejor no llegar a eso. El agua y el aceite pueden convivir, pero no es posible fusionarlos por más que uno se esfuerce en batir con energía desperdiciada. Lo único que se consigue es alterar el aceite y sus propiedades, y ensuciar el agua.
Z y X tenían su lugar en el mundo, y desde luego Y también.