Un año para no olvidar

Ya se acaba el año que nos enfrentó a la verdad y nos recordó el valor de la resistencia y la solidaridad. El año en que los infames fueron más infames y los generosos más generosos.  El año en que mi hija salió al campo de batalla y los restos de su adolescencia se hicieron añicos contando pacientes muertos. El año en que no pudimos velar a nuestros muertos. El año en que comprendí a mi abuela y a su generaciòn de resistentes improvisados.Un año para no olvidar. Yo al menos no podré hacerlo.

Mi angel blanco en su centro de Salud con sus compañeras. Abril de 2020.

Deseos para un nuevo tiempo.

«(…)Acepto mi contrato con la vida,

los términos son siempre irrevocables:

yo respiro, habito entre mis límites,

me resguardo, si puedo, en las tormentas,

doy amor, lo recibo, me equivoco,

pido perdón, perdono,

y contemplo ,cuando se van las nieves,

los cerezos en flor…»

Marisa Peña

En estos últimos días de este  año nefasto no paro de pensar en los puentes rotos y en los silencios insalvables; en las largas listas de agravios que no sirven para hacernos mejores pero nos envuelven como una telaraña; en el orgullo que es como el viento del norte, frío e implacable,y nos aleja de los que un día amamos; en la de veces que dejamos que todo pase para no seguir sufriendo; en la estrategia del avestruz,que es fácil de seguir pero no soluciona los problemas.Así que, para este nuevo año, para este nuevo tiempo que nos toca vivir, pido sólo la fortaleza y el valor para reconocer mis errores y aceptar los errores ajenos. Y reivindico el derecho de todos  a ser amables, aún a riesgo de ser pesados… A reír, a llorar, a hacer incluso el ridículo. A equivocarnos, a pedir perdón, a ser perdonados, y a perdonar, si hace falta. Porque ninguna afrenta es en el fondo tan importante, sólo la muerte no tiene solución y, cuando venga, “tendrá tus ojos”y ya será demasiado tarde.