Cuando los perros ladran.

El feminismo es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos, culturales, económicos y sociales que tienen como objetivo la liberación de las mujeres y la reivindicación de sus derechos, así como cuestionar la dominación y la violencia de los hombres sobre las mujeres y la asignación de roles sociales según el género a lo largo de la historia y de las distintas civilizaciones. La influencia del feminismo como movimiento emancipador de las mujeres ha conseguido cambios en ámbitos como el voto femenino, la igualdad ante la ley o los derechos reproductivos, entre muchos otros. En su vertiente intelectual, la teoría feminista también ha influenciado la teoría crítica, dando lugar a los estudios de género,así como a subdisciplinas de ciencias sociales y de estudios de las ciencias naturales. Esto es así, y no es opinable porque es un hecho constatable independientemente de las ideologías, de los matices, de las manipulaciones, de los anti y de los pro, de los que lo odian y de los que lo dignifican. «La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero». Y una vez establecida esta premisa incuestionable de lo que es y no es el feminismo, como cuando se define qué es y qué no es  una célula, podemos disentir en otras consideraciones más vivenciales o personales. 

Para mí el feminismo es igualdad, tolerancia, empatía, solidaridad, sororidad,colaboración, alegría y lucha. El feminismo que yo practico es abolicionista, inclusivo,  garantista de todos los derechos de la mujer como sujeto político e histórico, crítico con las actitudes machistas que vertebran la sociedad y se asumen como normales, beligerante con el retroceso en libertades civiles y sexuales, y transversal con el ecologismo, el antifascismo y el anticapitalismo, porque tanto el fascismo como el capitalismo han demostrado en su teoría y en su praxis que someten, degradan, anulan y explotan a la mujer por el hecho de serlo. Por muchas olas, y muchas tendencias, y muchas sensibilidades que tenga el movimiento feminista, no es posible olvidar su dimensión histórica y política y todo lo que a él aportaron las mujeres socialistas, comunistas y anarquistas que dotaron al feminismo sufragista de la nueva dimensión que suponía la conciencia de clase y la lucha concreta de las mujeres trabajadoras. Borrar a la mujer del feminismo es una aberración,no hay feminismo sin mujeres, no hay «sujetos gestantes o menstruantes», ni otros términos eufemísticos de la neolengua que puedan borrar la realidad. Pero defender con firmeza esta idea en la que creo firmemente ( el feminismo es un movimiento que tiene como sujeto a la mujer y como objeto sus derechos) no me llevará nunca a atacar verbalmente  a otras mujeres que defiendan otras posturas, o a entrar en debates estériles que sólo profundizan en la división y en el desgaste frente al enemigo común. No me identifico ni me siento a gusto con las formas chulescas, prepotentes inquisitoriales y clasistas vengan de donde vengan, ni tampoco me identifico ni me siento a gusto con la falsa nueva premisa de que en el feminismo cabe todo, como si fuera un cajón de sastre de todas las luchas. La lucha antirracista, la lucha antifascista, la lucha por las libertades sexuales, la lucha por el planeta y sus ecosistemas, la lucha por la justicia social no son la razón de ser del movimiento feminista, pero tampoco pueden obviarse, dado su carácter transversal y emancipador. Porque una mujer negra, lesbiana y pobre está más oprimida y alienada que una mujer blanca, heterosexual y rica pero ninguna de las dos, aunque la segunda no sea consciente de ello,es plenamente libre todavía. Nacer hombre o nacer mujer no es algo baladí en una sociedad que aún dista mucho de ser igualitaria.

Todo ser humano tiene derecho a ser libre y feliz, con independencia de su nacionalidad, su color de piel, sus creencias religiosas, su sexo biológico,sus preferencias sexuales o sus capacidades físicas o intelectuales. Pero todos sabemos que  la declaración de los derechos humanos no es más que papel mojado en la mayoría de los estados, y que la igualdad real y el humanismo pleno  son todavía utopías que necesitan empuje y determinación. Cuando un movimiento emancipador y global como  el feminismo hace temblar  los cimientos del sistema, pone nerviosos a los que lo sostienen y disfrutan de sus ventajas, y estos a su vez  ponen en funcionamiento la máxima del divide y vencerás» e introducen elementos distorsionadores que hagan saltar por los aires la necesaria unidad distrayendo a sus miembros  del objetivo común. El feminismo es un enemigo del sistema, como lo fueron en su momento los movimientos obreros. Sólo hay que ver la fobia que suscita en la ultraderecha, en la Iglesia, y en los sempiternos pilares que han sostenido al patriarcado desde tiempos inmemoriales. Al feminismo, y por ende a las feministas, se las ha acusado de ir contra natura por rechazar su rol, de hembristas por denunciar la opresión y la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres y que ha quedado plenamente demostrada, y ahora de tránsfobas por negarse a que la mujer sea borrada, negada, renombrada y difuminada de su propia lucha, y por defender que género( término del ámbito sociológico) y sexo( término del ámbito biológico) no son sinónimos intercambiables en todos los contextos. El feminismo no es un movimiento de odio o rechazo. No rechaza ni odia a los hombres, como no rechaza ni odia a las mujeres y a los hombres transexuales que sufren lo indecible por encontrar su identidad en un mundo que no tolera bien al diferente. Los derechos son siempre conquistas y el feminismo lo sabe. Acusar de odio e intolerancia al feminismo por defender a la mujer como sujeto de su propia lucha es una falacia que el sistema ha urdido muy bien atacando lo que cree puede ser un flanco débil de un movimiento fuertemente mimbrado y cimentado.Conminar a una mujer que ha pasado por todo tipo de injusticias y desigualdades por el hecho de serlo a que se defina cómo tal para hacerle sentir que ser mujer no es nada, sólo una entelequia filosófica, es lo mismo que decirle a un negro que sufre la presión racial que ser negro no es nada y que se defina como tal. Es todo una perfecta trampa antifeminista. Saben bien que crear tensiones en el seno de este movimiento internacional y heterogéneo, es la única forma de pararlo para que se desgaste por el camino y no consiga nunca llegar a la meta.  Porque cuando se cabalga hacia una mayor libertad, hacia una mayor concienciación, hacia un cambio que ponga en peligro las estructuras del poder establecido , los perros de los privilegiados siempre ladran para asustarnos y obligarnos así a retroceder.

Acercándonos al feminismo.

La primera ola del feminismo vino de la mano de la francesa Olympe de Gouges y tuvo como objetivo que la mujer fuera nombrada y reconocida como ser humano y como ciudadana  en la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano en plena revolución francesa.

Para ello tuvo la osadía de escribir una Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana. Fue guillotinada.

Nombrar a la mujer, exigir su existencia, porque sólo somos cuando el otro nos nombra.He ahí su delito.

Y no, no es cosa baladí. No nombrar una realidad es negar su existencia y con ello su problemática.Utilizar eufemismos para nombrar la realidad en torno a la mujer física y biológica era, y aún es, un tema muy enjundioso: la mujer no pare, «da a luz»;no menstrúa «tiene el período» o » la regla» o está » en esos días»;no amamanta, «da el pecho», no es vehemente o está harta , es «histérica». Sólo lo que se nombra puede ser conocido, comprendido y estudiado. Y aquí se enmarcaría el propósito de Olympe que le llevó a la muerte: las mujeres, las ciudadanas, existen y no pueden ni deben ser borradas en su singularidad como sujeto político condenado a un rol pasivo de género por su sexo biológico.

Olympe, mujer y ciudadana, fue guillotinada. Sigamos avanzando y conociendo, para poder comprender y posicionarnos. Que su muerte no fuera en vano.