Descubrir la poesía

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Amo la poesía desde mucho antes de lo que me es posible recordar. Crecí con ella, era mi refugio y mi asidero. Entre los libros y los versos me sentía feliz y a salvo. Recuerdo que en 1981 mi padre me regaló Soledades, galerías y otros poemas. Aún sigue conmigo. Tenía doce años, y en la primera hoja todavía aparecen , con los trazos cuidados y redondos de adolescente oficiante de un rito, las palabras que le escribí al poeta, al que yo consideraba mi maestro y confidente.
«Mi querido Machado: (y el punto de la «i» es redondo, perfecto, y en él se encierra el mundo)Tal vez las simples palabras de una adolescente ( la «T» está algo inclinada, temerosa, distante del resto de las letras)no pueden acercarse a tus palabras, que como gotas de agua, amargas por la pena o la melancolía ( y la tilde recae sobre la «í» segura de sí misma) salen de tu alma de poeta.(Ahora un punto y aparte seguido de sangría, meticulosamente comprobada, como si D.Antonio fuera a pasar por ella sus ojos ya cerrados en Colliure…).
Te has convertido en mi fiel compañero en los momentos tristes( y la «s» es sinuosa, dibujada, en un trazo seguida de la «e» que la acompaña, abrazadas las dos)en que se busca un por qué y contesta otra pregunta (la «g» inunda en su trazo la palabra abarcando el espacio de la «e» que antecede, elegante, segura).
Gracias ( y el trazo titubea, pero luego se crece y recupera firme su entereza), por tener un alma tan hermosa, tan buena, y darla a conocer en tus poemas, que la han convertido en eterna ( no hay punto, ese punto y final tan necesario; en su lugar, la «a» rubrica su final en una curvatura innecesaria, pero llena de amor por la poesía). El libro está amarillo, dobladas por las puntas algunas hojas sueltas. Subrayado este verso en una hoja muy marcada«Hoy dista mucho de ayer, ayer es nunca jamás», y luego nuevamente , a lápiz, por supuesto, encerrado entre llaves, «no te verán mis ojos/mi corazón te aguarda».
Entonces no importaban nada más que los versos, el saber que llenaban mis huecos más profundos y le daban sentido a mis extraños miedos y a mi melancolía.
Han pasado los años, tantos, que me hasta me asusta pensar en esa niña que fui. La poesía era entonces mi terreno acotado, privado, personal, intransferible. Luego estudié poesía ( autores, movimientos, recursos, estilística, métrica, géneros, intertextualidad…), analicé poesía, diseccioné poesía, y hasta escribí poesía, en un osado intento de hacer mía la palabra, de apresar el enigma y darle forma.
Por fin he comprendido que es irrecuperable aquel idilio que mantuve un día, aquel extrañamiento delicioso, aquel descubrimiento inexplicable de palabras que fui haciendo mías, de versos que grababa en mi memoria. A la poesía le debo mucho de lo que soy, puede que incluso todo. Pero nada es igual ahora, ya no hay pureza, ni entrega desinteresada, ni embriaguez de un poema mil veces repetido. Ojalá todo fuera como antes, y no hubiera intereses creados, ni falsas palmaditas en la espalda, ni egos malheridos, ni envidias malsanas, ni oscuras susceptibilidades, ni promesas fallidas, ni ambición , ni fracasos…
Y Machado me mira, parece que sonríe, en aquella portada de un libro necesario que me salvó del mundo , hace ahora tantos años. Y parece decirme que la poesía es eso: encuentro con el otro, reconocimiento, entrega y emoción, simbiosis, conocimiento y descubrimiento. Yo lo sentí una vez, y no quiero perderlo.

Amparo Gastón, la gran olvidada…

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PRESAGIOS

«En la tarde cargada de terribles designios,
Inocente de todo, cruza la brisa nueva.
Los árboles confusos, silenciosos y negros
presienten y se callan como si fuese un sueño.

Cruza el aire una sombra de eternidad o de miedo.
Las fuentes ocultan la cabeza en sus brazos.
Cruzo deprisa el campo calladísimo y solo,
y los pájaros vuelan y escriben lo que ignoro.
Quiero huir como sea de este silencio helado,
de este Dios que me manda sin que yo lo comprenda,
envuelto en sus designios, cada vez más eterno,
ignorando mi vida, mi dolor y mi muerte».

AMPARO GASTON, A flor de labio

No es justo que la recordemos sólo por ser la viuda de Celaya, cuando en realidad Gabriel es un poeta cargado de Amparitxu. Pocos saben cuánto, cuánto influyó Amparitxu en aquel ingeniero que quiso ser poeta y , de su mano, descubrió otro mundo y se quedó allí, para siempre.

Asco

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¿Cómo puede ser que algunas personas produzcan en nosotros un terible desasosiego? Basta con oír su nombre, con encontrarnos cualquier indicio de su presencia,con intuirlo siquiera… y el corazón se encoge, extrañamente amenazado. Hay personas que, definitivamente, no deberíamos habernos encontrado nunca, porque su toxicidad se queda impregnada en nosotros y es difícil desprenderse por más que huyamos, nos alejemos, pertrechemos nuestros muros e intentemos olvidarnos de su nociva existencia. Hay personas cuya mala baba acaba salpicándonos por muy lejos que estemos, por muy a salvo que nos creíamos,por mucho tiempo que pase, por muy seguros que estemos de no merecer sus insidias. Hay personas que nos repelen con una fuerza química inexplicable, o tal vez tenga una explicación muy sencilla. El asco no es fácil de reprimir, se instala en la boca del estómago, y, ante ciertas personas, sólo nos queda vomitar.

Noche de TransferenZias

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La gratitud nunca es un exceso. Nunca está de más agradecer a los que, aunque sólo sea por un momento, nos han hecho felices. Yo tengo mucho que agradecer, mucho. Ayer fue uno de esos días en los que agradecer es casi una obligación, una necesidad, un sosiego.
Gracias a Laura Gómez Recas, poeta, amiga, compañera del alma,compañera… por tenerme siempre en cuenta, por valorarme, por nombrarme. Gracias a los poetas Fran Picón, Carlos Bozalongo, Ángel Guinda, Fernando Sabido, Isabel Miguel, Fernando Sarría y Luisa Miñana, que nos trajeron risas, palabras y confidencias. Gracias a los buenos amigos como Ángel Rejas, su mujer Juli, Blanca y Enrique, Antonio Capilla y Raquel, su mujer, Carmen Jiménez, siempre incondicional y maravillosa, a Lagioconda está triste, mi amiga virtual, que ayer pude abrazar en persona, la escritora Juana Vázquez,compañera y amiga, y a tantos que vinieron a escuchar… Y gracias muy especiales y muy sinceras a Miguel Ángel Yusta, que siempre, siempre, me ha hecho recordar las cosas que verdaderamente importan: la fraternidad, la poesía como vehículo de afecto y hermanamiento, no como tribuna de egos o mercado de vanidades.
Ayer, en el primer recital de TransferenZias Madrid-Zaragoza, hubo muy buena poesía, muy buen ambiente, complicidades, descubrimientos, encuentros, reencuentros y abrazos cálidos, de los que te abrigan las junturas del alma. La literatura siempre ha servido para mucho más de lo que muchos creen, y a mí, anoche, me sirvió para una de las cosas que más importan: para ser feliz, para conjurar el miedo y la desesperanza que, aun sin quererlo, a veces nos habita,y para seguir llenando este paisaje de la vida de momentos para recordar.