«Vanitas , vanitatis…» (pequeños logros)

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Aunque hablar de nosotros mismos y nuestros pequeños logros y proyectos es algo que no deja de darme cierto pudor, por lo que tiene de alimento de nuestra siempre hambrienta vanidad, no puedo por menos que alegrarme y hacerme eco de dos noticias, casi tres, que me esperaban en el recibidor de este nuevo año: la participación en Crepusculario (página en la que el poeta Fernando Sarría dedica una semana a la obra poética de un poeta de su elección) durante la semana que ahora entra; la creación del grupo poético Endecasílabo,, del que tengo la suerte de formar parte junto con diez escritores más, y la publicación de la antología poética que lleva su nombre, que verá la luz en marzo.
Sé que lo que en realidad importa es seguir trabajando por y para la poesía, ser honesto y no tenerle miedo a nuestra propia voz, eso y saber dar al César lo que es del César. Por eso estoy inmensamente agradecida a aquéllos que creen que mi poesía merece ser leída o escuchada. Gracias «ex corde» a Fernando Sarría y a Fernando Sabido por contar conmigo, por reconocerme; y gracias a los que sé que venís a leer y, de una forma o de otra, me ayudáis a continuar.
Así que alzo mi copa y brindo, porque la vida a veces nos desborda y otras nos mantiene en dique seco, y no sabemos nunca cuando podremos volver a brindar.

En fin, literatura… Apuntes sobre el hecho literario

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«En fin, literatura…» J. Cortázar.

Los buenos poemas no son nunca de usar y tirar.Se pueden leer y releer muchas veces, y en cada una de ellas nos volvemos a emocionar, a sorprender a inquietar. Una buena pieza literaria, musical, pictórica o cinematográfica no cansa nunca, se regresa a ella tantas veces como se desee o se necesite y en ella, siempre , encontraremos lo que habíamos ido a buscar:la calma, la tristeza, el compromiso, la risa, la nostalgia, el desasosiego, la comprensión, la verdad, el conocimiento, la belleza… Cada autor , y cada obra, tienen su público. Ni siquiera los grandes, los consagrados, se libran de tener detractores. Yo he tenido largas discusiones con compañeros de carrera o de profesión, que, aun siendo filólogos o precisamente por ello, odiaban la POESÍA, o despreciaban a tal o cual poeta o narrador de renombre, o no podían soportar tal o cual obra relevante. La literatura es siempre apasionante, y si no lo es, tal vez no merezca llamarse literatura. Un texto es un entramado de palabras que cobra vida en cada lectura y que sugiere , a cada lector, múltiples significados.En la ambigüedad y la polisemia reside la riqueza de un fruto literario.
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La literatura no son sólo palabras bien engarzadas y correctamente seleccionadas ( lo cual también es imprescindible ), por mucho que algunos estructuralistas se hayan empeñado en lo contrario. Un texto literario no es sólo un armazón bien construido, al igual que un hogar no es sólo un perfecto entramado de vigas, tuberías, cimientos y techados. La literatura tiene alma, en ella laten las ideas del autor, su particular forma de relacionarse con el mundo, sus miedos, sus obsesiones, sus filias y sus fobias. Para que un escritor nos conmueva, nos remueva, se quede para siempre con nosotros, viva en nuestra memoria y forme parte de lo que realmente somos, no vale con que escriba bien, con que domine la técnica y conozca los preceptos genéricos o los recursos lingüísticos, tiene que emocionarnos, conmocionarnos, dejar en nosotros una profunda huella. Tiene que despertarnos, que desordenarnos, que dejarnos exhaustos, embriagados, impactados. ¿Comunicación? ¿Conocimiento? ¿Belleza? . La buena literatura es todo eso y mucho más: es la que nos acompaña en nuestra formación y nos enriquece, la que nos acoge en los destierros y nos consuela en la derrotas, la que nos adormece en los insomnios y nos reconforta en los naufragios.

Delated.

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Si fuera tan fácil borrar en la vida como lo es borrar en la red… Un gesto sencillo, una tecla, suprimir, para siempre, sin rastro, sin memoria. Un día estás allí, en la barra lateral de alguien que , no sabes muy bien por qué, te ha escogido, te ha considerado interesante para formar parte de su selecto menú (o de su grupo de invitados… ),y otro día cualquiera, desapareces.Ya no estás allí. Te han borrado y punto.
Es una metáfora perfecta de la vida: cuántas personas llegan a nosotros, acarician nuestras manos, besan nuestro rostro, nos llenan de palabras y de abrazos, nos enseñan, nos marcan, nos hieren, y sin saber cómo ni en qué momento preciso lo hicieron, se marchan para siempre.
En el fondo escribimos para perdurar, para que alguien nos guarde en su memoria, para no morir del todo, para que no se borre quiénes fuimos, cómo interactuamos con el mundo y cuánto fuimos capaces de amar.
Por eso, cuando alguien nos borra sin que medie una razón sabida, un desencuentro o una animadversión claramente manifiesta, nos niega, nos aparta,y por un momento sentimos que nos invade un sentimiento de orfandad y desamparo, y una extraña suerte de desasosiego.
Luego todo se pasa, porque el dolor y el desengaño nunca son para siempre, sólo permanecen sus cicatrices y éstas se van borrando. Y es que la piel, aunque tiene memoria, sabe regenerarse. Todo es cuestión de tiempo. La alegría, la tristeza, el éxito o el fracaso no son más que estaciones de paso. Así que, si alguien nos borra, de su blog o de su vida, otro nos acogerá y nuevos lazos se tejerán en la telaraña de los afectos.
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P.S.
Una de las razones por las que no cierro mis blogs, por mucho que me tienten la tristeza y la desesperanza, es porque en ellos habitan vuestras palabras. Y , para qué negarlo, también las mías…