Tristeza


La tristeza nos lleva a lugares en los que no queremos estar. Tan sólo una palabra, un gesto, un desplante, un desencuentro, un malentendido, un silencio solemne y malintencionado… y nos sumergimos en el profundo mar de la tristeza.
No queremos permanecer allí, luchamos por salir a flote, por volver a respirar el aire oxigenado de la alegría; pero nos damos cuenta de lo difícil que es salir. A veces ni siquiera intentamos nada, simplemente nos dejamos llevar hasta el fondo sin poner resistencia… y hasta encontramos cierto placer en la desesperanza. Queremos sonreir, pero los labios parecen haber olvidado cómo hacerlo y se resisten a la mueca. Queremos olvidar, pero sentimos que algo pesa terriblemente sobre nuestros hombros y permanece cruelmente anclado en nuestro corazón.
Luego, por suerte, el tiempo restaña las heridas y permite que, poco a poco, salgamos a flote medianamente indemnes. La tristeza nos deja pequeñas cicatrices que lentamente, se van volviendo blancas,lo que las hace imperceptibles a los ojos ajenos. Cada uno de nosotros sabe donde tiene las suyas; y a veces, cuando amenaza tormenta, nos vuelven a doler.

Perplejidades, despistes y franquezas

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(I) Perplejidades

A veces, sin saber cómo, ni cuándo, ni por qué, algo pone patas arriba nuestra tranquila existencia; algo que arremete contra nosotros con una fuerza tal, que arrasa nuestros cimientos, y sopla y sopla con fuerza inusitada hasta que consigue hacernos caer.Por un momento sentimos que nos invade un sentimiento de orfandad y desamparo, y una extraña suerte de desasosiego. Luego todo se pasa, porque el dolor y el desengaño nunca son para siempre, sólo permanecen sus cicatrices y éstas se van borrando. Y es que la piel, aunque tiene memoria, sabe regenerarse. Todo es cuestión de tiempo. La alegría, la tristeza, el éxito o el fracaso no son más que estaciones de paso.
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(II) Despistes

En internet, como en la vida no virtual, es difícil no meter la pata, bien por exceso, bien por omisión.En internet, como en la vida, hay caminos que se encuentran y caminos que se bifurcan. Nos encantamos y nos desencantamos, nos desvivimos y nos desmorimos, nos emocionamos y nos decepcionamos.
Pero el tiempo avanza siempre inexorable, y, aunque nos resistamos, va dejando a la intemperie las cosas que habían estado escondidas.Y, a veces, duele…

(III) Franquezas

Puedo asumir lo que soy, pero no lo que no soy. Puedo reconocer mis fallos, mis puntos débiles, mis flaquezas, mis errores, pero no los que otros se empeñen en adjudicarme. Escribo lo que quiero, como quiero y cuando quiero, porque esta es mi casa y a nadie perjudico con ello, excepto a mí misma, y , visto lo visto, y vivido lo vivido, tal vez lo mejor sea resguardarse de una vez, y poner a buen recaudo mi entereza.

Metapoesía

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Como decía mi admirado Pessoa «el poeta es un fingidor, /y finge tan completamente/,que finge el dolor/que de verdad siente».
Yo siempre escribo desde la distancia, pero procuro hacerlo desde la autenticidad de lo sentido.La palabra poética nos permite trascender cualquier experiencia, vivida o soñada, y dotarla de sentido. Últimamente reflexiono mucho sobre el proceso creativo y sobre la necesidad de la poesía. He dicho en más de una ocasión que para mí la poesía nace de las tres heridas hernandianas «la del amor, la de la muerte, la de la vida»… Lo demás es puro juego lingúístico que, a mí, después de mucho leído y otro tanto estudiado y analizado, no me interesa. Lo valoro en su justa medida, pero no me interesa. Poesía a mi manera. A mi personal estilo, heredera directa de los autores que me enseñaron a amarla. Amiga del ritmo y de la sencillez, enemiga del retoricismo hueco y las metáforas imposibles, del retruécano y la anadiplosis, de la hipálage y del zeugma. Enamorada de la imagen y el símbolo, de la metáfora y la sinestesia, del oxímoron y la antítesis, del paralelismo, la anáfora y la personificación. Enredada en el tronco de los grandes temas y tópicos literarios ( el «tempus fugit», la infancia perdida, la ausencia, el recuerdo, la muerte, la vida, el amor, el dolor, el paisaje, las pérdidas, el olvido y la memoria). Es ecléctica y huye de las vanguardias huecas y de la poesía deshumanizada. No trasgrede las grandes líneas poéticas, y sé que, para algunos críticos y próceres del mundillo editorial, mi aportación a la literatura es completamente prescindible… pero no voy a renunciar a ella: es mi voz, mi latido, mi lugar en el mundo, lo que dejo de mí; y el día que yo marche, lo que tendrán de mí los que me amaron. Sé de dónde vengo y sé a dónde voy. Quiero disfrutar de la literatura, sencillamente. Y no me interesa tanto llegar como hacer el camino.

Cosas de poca importancia…

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«(…) venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!»
León Felipe, de su poema «Qué lástima…»

Definitivamente creo que soy una persona poco importante, pero eso no importa demasiado…Lo que importa es saber a quién le importamos realmente y quiénes nos importan de verdad…
Lo demás, como ya he dicho, carece de importancia.
Poco importa lo poco que haya dicho o escrito, mis palabras pequeñas, mi pequeña huella, casi imperceptible, en un mundo que avanza inexorable. Poco importa si estoy o si no estoy, si voy o si he venido, si gané o si perdí. Lo que importa es que amé, y he sido amada, que alguien lloró por mí, sonrió por mí, se levantó por mí y se alegró por mí; y que, igualmente, yo he llorado, he sonreído, me he levantado y me he alegrado por todas y cada una de las personas que forman y han formado parte de mi vida.
Porque ahora sé que el vano afán de ser, de perdurar por siempre en la memoria, lo consigue el amor, esa magia de estar, eternamente, en el recuerdo cálido y seguro de los que nos amaron.