Tras la maravillosa intervención de Miguel Ángel Yusta, al que tanto debo y quiero, (y que espero poder reproducir en breve) os dejo con mi aportación a ese día mágico que ayer tuve la suerte de vivir, uno de esos días que atesoraré en la memoria para poder acariciar cuando vengan otros periodos de silencios,porque vendrán, y así ha de ser.
«Agradecimientos:
A mi abuela Carmen,por esnseñarme a leer en sus rodillas y darme a conocer los misterios de la poesía.
A mi abuelo Manuel, por la herencia de sus versos amurallados.
A mi padre, que lleno las estanterías de mi casa de libros de poemas salvados del expolio, y los trajo hasta mí.
A Ramón y a mis hijos, por dar sentido a mi vida.
A Miguel Ángel Yusta y a Laura Gómez por recibir estos versos tan generosamente y no dejar que cayeran en el olvido.Por creer en mí y alentarme y considerarme digna.Por devolverme la fe después de las derrotas y las infamias.
A la editorial Quadrivium, a su director y al coordinador de la colección Con-versos, por confiar en mí.
A Rosa Silverio por su amistad y sus gestiones, hechas siempre desde la generosidad de la que hacen gala los verdaderamente grandes.
A la FNAC por dejarnos disfrutar de este espacio que tanto significa en el mundo del libro.
Y a mis lectores y amigos, que siempre están, que me acompañan en las alegrías y en las tristezas y que se llevan mis versos con ellos.»
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“En fin, literatura…” J. Cortázar.
Todo libro que nace lo hace con firme voluntad de permanencia, y no con vocación de inmediatez marcada por el rápido curso de las modas. Los poemas, cuando consiguen serlo, no son nunca de usar y tirar. Se pueden leer y releer muchas veces, y en cada una de ellas nos volvemos a emocionar, a sorprender a inquietar. Una buena pieza literaria, musical, pictórica o cinematográfica no cansa nunca, se regresa a ella tantas veces como se desee o se necesite y en ella, siempre , encontraremos lo que habíamos ido a buscar:l a calma, la tristeza, el compromiso, la risa, la nostalgia, el desasosiego, la comprensión, la verdad, el conocimiento, la belleza… Cada autor , y cada obra, tienen su público. Ni siquiera los grandes, los consagrados, se libran de tener detractores. La literatura es siempre apasionante, y si no lo es, tal vez no merezca llamarse literatura. Un texto es un entramado de palabras que cobra vida en cada lectura y que sugiere , a cada lector, múltiples significados. En la ambigüedad y la polisemia reside la riqueza de un fruto literario.
El proceso de creación es siempre un momento apasionante, lleno de dudas y cobardías, de paradas en seco y agua que fluye sin parar. Esta obra que ahora traigo aquí es fruto de un desasosiego, de una búsqueda y de un encuentro. Angela Figuera Aymerich me abrió la puerta con su magnífico poema Belleza cruel y muy especialmente con estos versos suyos que introducen mi poemario:
“Que me perdonen todos este lujo,
este tremendo lujo de ir hallando
tanta belleza en tierra, mar y cielo,
tanta belleza devorada a solas,
tanta belleza cruel, tanta belleza.”
El eje vertebrador del libro es la búsqueda y la pérdida.Así cada apartado viene definido por un momento clave de ese camino, que tanto le debe a mis inagotables lecturas de Antonio Machado, mi maestro.”Los años irreparables” nos conducen a la infancia, única patria donde merece la pena habitar y de la que ,siempre, nos acaban desalojando. Todos somos exiliados de nuestra infancia. «Jardines» es la siguiente parada del camino,y los versos de Alberti recrean el paisaje símbolico de ese mundo perdido y perfecto que acota el jardín.
«Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua”
La búsqueda de la luz es el paso previo y necesario para encontrar la belleza.”La luz herida” muestra aquello que no queremos ver ,y la belleza que en ello encontramos ,a nuestro pesar, duele. Reconocer ,duele, comprender, vislumbrar, es un ejercicio difícil y muchas veces frustrante. Seguimos caminando pero a veces hacemos un alto y “Las esquinas del tiempo”(otro apartado más”) nos reciben para reflexionar en torno a lo vivido especialmente al aprendizaje del amor y sus derrotas.
“El hombre gris en la niebla” es un tributo a Cernuda, otro de mis maestros, y a la soledad del hombre actual, abandonado en un mundo globalizado y superpobladoy condenado a no ser reconocido por el otro.
«La nieve», con su perfección casi invisible a primera vista, es el paso previo al reconocimiento de la belleza como única forma posible de estar en el mundo.
Cuando por fin somos conscientes de la belleza y del lugar que ocupa en nuestra existencia, de la necesidad de ella por encima de todo, pase lo que pase, le pese a quien le pese, y de que no siempre está donde creíamos que era su lugar establecido, el frío de su desnudez nos inunda, porque también nosotros nos hemos ido desnudando de muchas cosas en este afán de apresarla.Pero con ella, junto a ella, la verdad se hace posible y verdad y belleza dan sentido a la búsqueda. Sin verdad no puede haber belleza, sin belleza es imposible encontrar y mostrar la verdad.
Y, por último, llegamos al telar donde se tejen las palabras, donde se enredan los versos para formar el tapiz, siempre inacabado, de lo que escribimos y vivimos. El poeta es un tejedor pero también un forjador.Trabaja la palabra, lucha con ella, y en ese duelo necesario se reconoce. La obra está terminada, ahora es de cualquiera que la lleve consigo en la eterna dialéctica de dar y recibir que es, al fin, la literatura.
P.S. Que todo esto me haya pasado de la mano de Laura Gómez Recas, no tiene precio, pero sí un valor incalculable.Sin ella nada hubiera sido lo mismo,nada…