Gratitud y 2010

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Agradecer supone reconocer al otro, hacerle ver que sabemos que está ahí y que valoramos sus gestos. Por eso no quiero dejar pasar ni un solo día más sin decir, a todos los que se lo merecen, gracias.
Gracias a Ana Martín (anacrus) por ser de las primeras, por su aliento en esta aventura llena de sinsabores y de momentos inolvidables.
A Marta M. López, que me recibió siempre con los brazos abiertos y ha llenado mi vida de libros y microrrelatos.
A Carmen Jiménez, amiga, lectora, compañera de letras y de dudas.Por los cafés compartidos en mañanas de invierno y emociones.
A Borromín, que acompañó mis primeros poemas, tan solitarios y siempre supo transmitirme su afecto.
A mis uruguayos, empezando por Santi ( que tanto, tanto me ha ayudado y que ha visto crecer mis versos como flores tímidas que se fueron abriendo al mundo), siguiendo por la Flaca ( siempre certera y afectuosa en sus comentarios) y terminando por Bea ( cuya presencia entre mis versos deja un aroma a jazmín y un aliento cálido).
A mis incondicionales argentinos: Alejandro Lunadei ( compañero de profesión, amigo del alma, comentarista sin igual de mis textos y magnífico escritor), Roberto Esmoris Lara(poeta, hombre sabio y afectuoso) y mi preciosa Susana, que en su cueva desvela hiwstorias de mujeres y es siempre una lectora generosa y lúcida.
A Sergio Astorga, poeta y pintor, que acompaña mis letras y me anima a seguir.
A Isabel Barceló, que tanto nos enseña sobre Roma y sus mujeres.
A Jaud(Alexander) que desde que vino ha sido un compañero fiel y un afamado lector de mis humildes textos.
A Eduardo Andradas, poeta y compañero de memoria, que siempre me ha valorado y ha creído en mí, que me ha acompañado en los textos más dolorosos y más difíciles de escribir, y que me ha dado muchas alegrías desde que le conozco con su generosidad y su afecto.
A Bel M. , que desde que apareció ha llenado mi vida de amapolas y afecto, de buenos consejos y ánimos para continuar.
A Maria Luisa, mi maravillosa amiga maña, una abuela incansable y una «bloguera «llena de generosidad y cariño. Una mujer con coraje y ganas de vivir que ha sabido crecerse en el dolor.
A mis queridísimos Miguel Ángel Yusta (admirado poeta, amigo muy querido, que siempre me ha apoyado y animado en medio de las dudas y las zozobras) Fernando Sarría ( grandísimo poeta y excelente persona, que me ha regalado versos maravillosos en sus comentarios)Marta Navarro ( que me mencionó y me apoyó en mis escritos sobre la memoria)y Luisa Miñana ( una poeta magnífica y una mujer de las que no dejan indiferentes).
A Armando que me dio la oportunidad de dar voz a mis palabras.
A Juan Kalvellido, al que nunca le agradeceré lo suficiente su generosidad y su buen humor.
A Eusebio, que siempre ha sabido estar ahí.
A Jose Miguel Ridao, que me emociona y me hace sonreír a partes iguales y cuya presencia es siempre bienvenida.
A Octavio, al que últimamente echo de menos…
A Javier Sánchez Menéndez, por interesarse por mis versos y regalarnos textos memorables.
A Jose Luis Garrido, al que admiro y aprecio por sus letras y al que espero haber sabido transmitir ese aprecio y esa admiración.
A Isabel Barceló, por sus maravillosos comentarios y sus historias mágnificas de mujeres romanas.
A Popi, que ha sabido dejar un comentario cuando más lo necesitaba.
A Codorníu, por su apoyo, su afecto y su sintonía conmigo.
A Noray, amigo, poeta, compañero de profesión, lector incondidcional de mis versos y mis prosas, y generoso conmigo desde su primer comentario.
A Emilio, cuyos comentarios me han ayudado tantas veces…más de las que él se ha podido imaginar.
A Pizarr, mi «madre coraje» preferida, una mujer que me ha enseñado con su entereza y su palabra.
A Mertxe, merecedora como la que más de mi cariño, y con la que he tomado más de un café virtual con versos de por medio…
A Juanma, que desde que llegó se ha vuelto insustituible, y cuyos comentarios son oxígeno para mí.
A Izaskun que desde sus islas afortunadas arribó a mis versos y mis prosas.
A Ana, que desde su ventana abierta al mundo se compromete y desordena nuestra conciencia.
A Juan Antonio González Romano, que con sus señales de vida ha llenado mi mundo de poesía con sabor a sur y a mi niñez.
A Antonio Rivero Taravillo que sabe conjugar el fuego, la nieve y la poesía…
A Pizarr, por todo lo que nos enseña, por la belleza y por su ejemplo de tenacidad y lucha.
A Marian de la que siempre aprendo recursos y actividades de aula que ella , generosa, regala en su bitácora.
A Laura Gómez Recas, por su bella poesía y su capacidad de renacer de las cenizas.
A Mari Ángeles Fernán Gómez, por su generosidad, su compromiso y su afecto.
A Luisa Arellano, siempre afectuosa, siempre atenta y gran poeta.
A Tracy, que me hace sonreir siempre que viene.
A Terly, por sus palabras afectuosas y su constante presencia.
A Mariangardi, porque sé que valora lo que escribo.
A Pedro por participar con su texto de Max Aub, y por sus palabras de apoyo, que han llegado siempre cuando más falta me hacían.
A Ramón, por estar siempre ahí
A Yolanda, por volver después de tanto tiempo de ausencia.
A Codorniu, por sus músicas y sus palabras.
A Fernando García, que viene a leerme desde su territorio enemigo.
A Oscar Santos al que le deseo un año mucho, mucho mejor.
A June, que me ha acompañado en muchos momentos.
A Elena, siempre afectuosa.
A Paloma, que ha venido hace poco pero a la que siento muy cercana.
A Gemma cuyos malabares me han enganchado plenamente.
A Fernando Jiménez Ontiveros, un gran hombre y un admirado poeta.
A mi admirado y querido Ybris, cuya lucidez tantos buenos momentos me ha dado.
A Irene, por tanto apoyo y cariño.
A Graciela, Arruillo, Francisco Cenamor, Francisco Aranguren, Adaev, María Varu,Jesús Aparicio, Impersonem, Cita, July que tantos y tan generoso comentarios me han regalado este año.
No sé qué nos deparará el 2010. Sólo sé que intentaré seguir aquí acompañada de todos los que quieran venir hasta mis palabras. Espero que seáis todo lo felices que podáis soportar, y que las oportunidades llamen muchas veces a vuestra puerta y no las dejéis pasar de largo.
Mentiría si no dijese que desearía seguir contando con vosotros, pero sé que la vida es un camino de senderos que se bifurcan. Aún así os agradezco todo lo que me habéis aportado y espero, de corazón, haberos aportado algo en este año que se deja morir…

Decepciones y esperanzas.

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Llevo toda la vida marchándome sin despedirme, por la puerta de atrás, sin hacer ruido, cargando con las culpas y los miedos en mi maleta llena de tristezas. Esta vez no me voy, me quedo aquí, mirando cara a cara , aceptando la vida como viene, escribiendo de las cosas que me importan, sin miedo, sin más autocensura que mi propia honestidad.
La decepción tiene un sabor a cieno, a barro y sangre seca. Pero nos muestra el lado que no quisimos ver, la cara oculta, la esquina sucia y gris de la que siempre huímos. Es duro reconocerse en las derrotas, saber que todo ha sido en vano, que tus sueños son sólo hojas muertas flotando en un charco… No es fácil aceptar que nos equivocamos, que abrazamos a quien no quería ser abrazado, que nos confundimos de puerta y nos sentamos a una mesa donde no éramos bienvenidos.
Este nuevo año que ya llega tendré como prioridad saber de dónde sopla el viento norte y alejarme de él cuando le sienta respirar, aleteando con su gélido murmullo cerca de mi cuello desnudo. Buscaré el viento del sur, cón su cálido aliento de libertad. Escucharé sólo a los que merecen ser escuchados, y abrazaré a los que esperan mi abrazo y lo saben apreciar. Dejaré volar mis palabras-pájaro, mis palabras-mariposa, y no dejaré que se posen en las ventanas grises de los que quieren ensuciarlas con sus mentiras, su doble moral y su falsedad. Aspiraré, como siempre, a que se haga justicia, a que nadie pise y enfangue la preciada memoria de los míos, a que me rodee la buena gente que se la juega para que el mundo cambie un poco, desde el anonimato y la dignidad. Esperaré que llegue aquello que no llega, con la inocencia de la primera vez. Seguiré creyendo en la fuerza de la palabra y en la necesidad que todos tenemos de ellas para alimentarnos y alimentar nuestros sueños, y nuestras creencias, y nuestras utopías. Las palabras dan vida y cuerpo a las ideas, con ellas afrontaré este nuevo año dispuesta a seguir el camino de piedras, guijarros, pedruscos o suave arena que , cada día, hacemos al andar.
Y tendré un sueño, albergaré una pequeña esperanza de que, tal vez este año, la verdad que muchos callan en tantos lugares olvidados, por fin pueda ver la luz, y así la «mala gente que camina apestando la tierra» muestre su rostro real, ese que ahora esconden bajo un velo de quita y pon que les permite mentir impunemente y, aun así, seguir sonriendo….
Porque a pesar de las decepciones me quedo con la esperanza, esa frágil criatura que late entre mis manos y me hace ser quien soy.

Hablando con Marcos Ana.

1226395180_0.jpgPara Armando, una fría mañana de diciembre…

Es una fría mañana de diciembre. Llueve en Madrid y la humedad se siente en cada hueso. Pero cuando Marcos Ana nos abre hospitalariamente la puerta de su casa, siento un cálido aliento y pienso que ha llegado por fin la primavera. Escucharlo es un lujo, paladear lentamente sus palabras, su verbo fluido, lúcido, sereno; su profunda humanidad, su cercanía. Habla con la sensatez y la quietud de un hombre sabio pero con la pasión de un joven idealista que no ha perdido el rumbo, mirando siempre al sur y a la utopía… Sabe bien dónde va pero, sobre todo, sabe muy bien de dónde viene. No mira al pasado con rencor ni con ira, sino con una temblorosa emoción. Y mira al futuro, tiene fe en el futuro, en los jóvenes, en la vida que se abre paso, en los árboles que brotarán y crecerán de las semillas que él y otros como él, plantaron con esfuerzo y con esperanza, esperanza en un mundo mejor que aquel que les tocó vivir.
Nos dejamos llevar por su conversación amena, interesante, distendida, plena de contenido y continente; desnuda de retórica y de engolada pedantería. Y al final un abrazo, fuerte, sincero, sentido.Y abrazándolo a él nos hemos reencontrado y abrazado dos generaciones. Abrazándolo a él he abrazado a mi abuelo, le he dado aquel abrazo que nunca pude darle, le he sentido llegar desde muy lejos para hacerme saber que ha merecido la pena, que su lucha no fue completamente en vano, que no perdió la juventud, la vida y la alegría por una absurda e imposible quimera de justicia y libertad.
Gracias Marcos, gracias abuelo, gracias a todos aquellos hombres que, con su fraternidad y su inquebrantable voluntad nos legaron un ejemplo y un báculo en el que apoyarnos cuando todo parece desmoronarse.

Escuchar entrevista con Marcos Ana para el programa Olvida tu equipaje.

La afinidades electivas

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Formar parte de este proyecto virtual de Agustín Calvo Galán que supone unir y recoger el testimonio y la obra de tantos y tan variados poetas, es para mí una enorme alegría. Y se la debo a Eduardo Andradas, y a su reconocimiento y su generosa apuesta por mi poesía. Gracias a todos los que con pequeños gestos, con palabras, con comentarios, me habéis alentado para continuar a pesar de las dudas y los miedos. Allí he dejado unos poemillas que espero os gusten.
Yo aquí sigo, como diría alguien a quien admiro por su verbo lúcido y su alma de poeta, escribiendo con hache intercalada… y poniendo tildes a todo aquello que me parece verdaderamente importante.
(Ver Las afinidades electivas)

Noviembre en el recuerdo

Recuerdo aquellos días de noviembre…Me diste una canción y tres poemas mientras me protegías del frío entre tus brazos.Y llovían los besos en oscuros portales, y en aceras mojadas, y en parques solitarios.
Era el mes de noviembre y yo te amaba. Y escribía tu nombre en cada esquina, en cada hoja doblada, en cada ventanilla de autobús. Teníamos apenas veinte años, y el mundo nos cabía entre las manos. Me diste una canción, y tres poemas…que aún leo muchas noches de noviembre, cuando la vida para, el tiempo se detiene, y los recuerdos dulces de juventud perdida buscan un hueco entre mis muros para poder salir.
Era el mes de noviembre, y yo te amaba tanto, que no supe decírtelo. Te amaba tanto, pero tan torpemente… que te deje marchar.

Mariposas blancas.

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Hoy sólo quedan mariposas blancas sobre mi alma desnuda…
Segundos como cadáveres, cementerios de olvido los minutos estériles (tanto tiempo perdido, tantas palabras muertas, tanto polvo de estrellas).
Y siempre mariposas blancas sobre mi alma desnuda…(mariposas inocentes, desvalidas, escuálidas, hambrientas de amor…).

Mi lugar en el mundo.

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He de reconocer que una de las ventajas de tocar fondo, si es que puede haber alguna, es que acabas por comprender lo que realmente importa y por dilucidar lo que realmente eres.
Definitivamente creo que soy afortunada.Crecí entre personas de una enorme calidad humana, que me legaron un profundo amor por la cultura y una vocación de humanismo y empatía con los más desafortunados, así como un anhelo de justicia, reparación, igualdad y progreso que implica un sincero y constante compromiso más allá de las palabras. Los libros me rodearon desde muy pequeña. Me acunaron con poemas y aprendí a leer muy temprano (tan sólo tenía tres años cuando mi abuela me enseñó a juntar las letras y descubrí la magia de leer). Siempre hubo poesía en mi vida. Nunca pensé que sirviera para otra cosa que no fuera para hacerme feliz, para despertar extrañas y profundas sensaciones, para encender la luz de los rincones oscuros de mi conciencia.
Estudié la carrera que deseaba con el beneplácito y, más aún, con el orgullo,de los míos. Enseñar, transmitir el amor por los libros, por las divinas palabras de nuestra lengua, fue mi vocación desde muy niña, y a ella he tenido la gran suerte de poderme dedicar. Gracias a ello tengo un trabajo que me satisface y que me permite vivir muy dignamente, y que, además, me deja tiempo para entregarme a mi otra gran pasión: escribir. No vivo de mis versos ni de mis prosas, no tengo necesidad de hacerlo. Pero mentiría si no reconociera que «me han tentado las sombras del abismo», que he querido tocar el cielo de la gloria, rozar siquiera un instante el reconocimiento, sentarme a firmar libros, sentir la calidez de los lectores, ver mis textos impresos, palpar las hojas nuevas, impregnarme de ese olor que dejan los libros recién abiertos… Mas sé que la ambición siempre pasa factura.
Después de varios intentos fallidos pensé en callar de nuevo, como ya hice una vez. En dejarme llevar por la dulce tentación de la derrota… Pero escuché su voz, venida de lejos, del lejano vértice de la memoria, la voz de aquella mujer digna y valiente que me enseñó que en la vida no hay vuelta atrás, que no debemos temer a los naufragios, porque en ellos reconoceremos a los verdaderos amigos, que hay que saber vivir en los fracasos y la desesperanza y seguir respirando , aún cuando el aire se haya hecho irrespirable.
Así que aquí sigo, dudando, temblando, pero siempre escribiendo, enredando palabras, conjurando con ellas el miedo y el olvido, la pena y el silencio.No cederé al hastío, y apuraré cada uno de los dulces momentos que la vida me ofrezca, y cuando sean amargos, los beberé también.
Al fin he descubierto mi lugar en el mundo: aquí, junto a los míos; rodeada de palabras, de amigos, de ilusiones que tal vez no se cumplan ; de oscuras cicatrices, que me hacen ser quien soy.

El árbol(II)


Ilustración de Ana C. Martín

El viento del otoño azotaba sin tregua las ramas del árbol. Por mucho que éste se empeñaba, nada podía contra la fuerza de aquel soplo que le despojaba cruelmente de su bello manto de hojas amarillentas. Le gustaba especialmente el abanico de colores que se mezclaban en su copa al llegar septiembre: del marrón al amarillo, pasando por el rojo, el ocre, el sepia y alguna pincelada tímida de un verde que se resistía a ceder su terreno. ¡Pero duraba tan poco aquella fiesta de colores otoñales!… El viento de octubre se había llevado una vez más su abrigo estival, y tan sólo una hoja conseguía sostenerse soportando aquel vaivén incesante.
¡Cuántas veces los vientos del otoño sacuden nuestras vidas empeñados en llevarse todo lo que quedó caduco, el equipaje que ya no nos sirve, el absurdo fardo de lo irrecuperable! Y nosotros, como la irreductible hoja del árbol , nos aferramos a lo que fuimos por miedo a lo que nos depara el largo invierno, sin ser capaces de confiar en el eterno ritual de renacimiento que nos regalará la primavera…

Enredando Historias.Antología de relatos breves.

Filantropías

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«Mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía(…)»
A.Machado

A veces, amo al hombre…
Lo miro en su infinita fragilidad, inmensa…
En su hambre, en su memoria,
en la luz que ha perdido.
Lo miro, y me conforta
saber que estamos, todos,
(el que más o el que menos)
luchando a dentelladas contra el mismo destino.

A veces, miro al hombre,
y me produce pena
y una inmensa ternura,
verlo tan aturdido.
Y quisiera abrazar a cada ser humano,
decirle: no estás solo.
Pero mi voz se ahoga.

¿Qué decirle a los otros en medio de las prisas?
Cada minuto es algo imprescindible.
No podemos gastarlo, malgastarlo, perderlo.
Esclavos de un horario
hemos perdido el ritmo de la vida,
el que imponen las hojas cayendo del ramaje,
el de la lluvia fina
mojando lentamente cada palmo de tierra,
el del sol que declina,
el del amanecer insobornable.
Porque, pese a Neruda,
hemos perdido todos los crepúsculos,
buscando una alborada inexistente.