Recuerdos

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«Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que deslumbra. Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse. Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo»
Wordswosth

Al lugar donde fuimos felices es mejor no intentar regresar…Es inútil esforzarse por recuperar la magia de aquel instante, los olores, el tacto, la perfecta belleza de ese momento grabado para siempre en la memoria. Sólo queda el recuerdo, nada más, y nada menos. En el recuerdo habita lo que fuimos, esa sombra inmutable.
Nada podrá robarme esa certeza: recordar es vivir de nuevo, recrear un escenario, poblarlo de imágenes que se van iluminando, poco a poco, con el destello y la luz de la memoria. Vuelven a estar allí los que se fueron, escuchamos sus voces, tan queridas. Nos sentamos otra vez en ese banco, y cruzamos, una vez más, la misma calle, y entramos otra vez por esa puerta, y andamos hasta el fondo del pasillo…Todo vuelve a ocurrir, como aquel día; y ayer es hoy, irremediablemente.

La novia amarilla (audiopoemas III)

A Marta M. López, por una mañana repleta de libros, risas y palabras…
LA NOVIA AMARILLA
Mi tercer audiopoema tiene un lejano origen. Lo escribí hace veinte años, en mi primer curso universitario. Nunca vio la luz. Ahora lo he rescatado, lo he poblado de imágenes y he querido traer su atmósfera de niñez efímera y abandonada, de pérdida del Edén y la inocencia, de aceptación de lo que ha de venir cuando se deja atrás lo que no ha de volver y nuestra juventud se transforma, poco a poco, en ese territorio de la nostalgia al que, a veces, ansiamos regresar.

De nuevo septiembre

Septiembre es un mes dulce. Tan lleno de proyectos, de reencuentros, de propósitos nuevos… Muchos nunca se llevarán a cabo, pero ¡es tan dulce hacerlos!
Me gusta el lento cambio de la luz del estío que se hace otoñal. El verano se arrastra, perezoso, apurando sus últimos instantes como si no quisiera despedirse, aplazando su postrero estertor.
Septiembre sabe a frutas que se abren, a bodegón de membrillos y de higos,a tardes de tormenta y hojas que amarillean, como si presintiendo su caída, se les fuera el color.
Septiembre es el refugio deseado, apetecido, ansiado, suspirado, de aquellos que sentimos el peso del verano como un plomo mortal que nos aletarga, sumiéndonos en un sopor insufrible y tedioso.
Septiembre despereza las mañanas acortando las tardes, y el equinoccio marca la llegada de la nueva estación. Empieza el ritual de la naturaleza, que sabe a ciencia cierta que debe desprenderse de sus galas y recibir desnuda los fríos vientos del norte.Comprendemos, entonces, que la vida no acaba, que el círculo se cierra indiferente a nuestra feroz lucha contra el tiempo.
Septiembre nos susurra suavemente que es momento de retomar de nuevo la senda abandonada en los cálidos meses.
Y yo me preparo para recibirlo: emocionada, expectante, jubilosa. Como siempre creí que se merece un mes tan denostado por la prensa.
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Dada la cantidad de entradas que se quejan, con razón la mayoría de las veces, de la llegada de septiembre, he querido rescatar este texto que escribí el año pasado porque para mí los años comienzan en septiembre, y es cierto que ,aunque resulte algo infantil ilusionarse, no puedo evitar hacerlo…
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Y por si alguien aún dudara de que septiembre es un mes dulce para mí, aquí os dejo con mi nuevo proyecto:colaborar en Los tiempos modernos. Gracias de nuevo a Alvaro Blanes, a Eugenio Villar y a Marcos Domingo, por la confianza que han depositado en mí.

Aceptación (Audiopoemas II)


Para despedir el periodo de vaciones (este «largo y cálido verano» que ya toca a su fin), y preparar el terreno a septiembre, que viene cargado de nuevos proyectos y muchas novedades, quiero dejaros aquí este nuevo audiopoema.

ACEPTACIÓN
A Bel, que me animó a leerlo…

El texto pertenece al poemario Ropa tendida al viento , y en él reflexiono sobre la necesidad de asumir lo que nos ocurre para crecer en ese intento. No es tarea fácil, ni siquiera se lleva siempre a cabo; pero aceptar, es siempre un ejercicio de humildad y generosidad que nos engrandece. El paso del tiempo, las derrotas, las vivencias y las pérdidas irrecuperables, aparecen de nuevo en este poema, porque son para mí como esa ropa que tendemos al viento esperando que, algún día, se pueda secar.

En torno a la poesía (IV)

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«Una obra de arte es buena si está hecha de una necesidad.
Es este origen mismo el que decide; no existe otro criterio….
Descended en vosotros, escrutad las profundidades de donde fluye vuestra vida.
En su fuente encontraréis la respuesta a esta pregunta:
¿Debo verdaderamente crear?
Aquel que crea debe llegar a ser por sí mismo un Universo,
encontrar por sí mismo y en la naturaleza lo que precisa.»

R. M. RILKE – CARTAS A UN JOVEN POETA

El certificado de calidad literaria no lo expenden los amigos y los acólitos, ni siquiera los críticos, ni los académicos. Decía León Felipe que el poeta no le tiene miedo a la poesía. No debemos tener miedo, ni creer que sólo los elegidos tienen derecho a la palabra. Si alguien no nos gusta, no le leemos y punto. Si no le gustamos a alguien que no nos lea y punto. Pero ir de divo por el mundo, permitiéndose el gesto preparado y ficticio de falsa humildad y modestia perversa, eso no. Que hay genios de la literatura, estetas del lenguaje que tienen un don, pues claro. Se les reconoce y cada uno a lo suyo. Las abejas reinas a su panal para que las adoren y las llenen de miel y presentes sus adoradores, y el resto de los mortales a buscarse la vida como buenamente puedan.
Los enfoques poéticos son múltiples y todos tienen su lugar. Las élites y las masas no son más que entelequias sectistas y sectarias. Uno escribe como considera honesto, y punto. ¿Por qué renunciar? Yo disfruto por igual con muchos poetas radicalmente diferentes. Con poemas que se gritan y con versos que se susurran. No renuncio, no resto, no acoto. Valoro a los prolíficos, y admiro la tenacidad de los puristas que cincelan una y otra vez con lentitud de orfebre.
Creo en las tres heridas:»la del amor, la de la muerte, la de la vida…» y me gusta la poesía que nace de alguna de ellas o de las tres. Pero no por ello desprecio un buen poema de estética dadaísta o de hermetismo simbolista.
Somos lo que leemos, lo que escribimos, la música que nos conmueve y el agua que nos calma la sed. Descubro cada día nuevos enfoques y nuevas voces poéticas, pero sigo bebiendo del sereno manantial de los maestros que me despertaron hace ya muchos años. Me busco a cada instante, crezco y me regenero de mi propias cenizas y mi dolor profundo. La poesía forma parte de lo que soy y cada uno sabrá lo que busca en ella, o lo que encuentra, aun sin esperarlo…

En torno a la poesía (III)

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Cuando un artista crea, un mundo nuevo nace. Creamos porque somos, porque estamos, porque queremos conocer, conocernos y reconocernos.
Toda obra de arte es un acto de entrega que roza lo divino. Lo sabían los griegos, lo llamaban «poiesis» (ποίησις:creación), y de ahí la poesía. Todo arte es poesía (visual, olfativa, táctil, auditiva…), y por eso, cuando el fruto maduro del arte llama a las puertas de nuestros corazones, lo recibimos con ansia, con júbilo, a veces con recelo, pero siempre con una enorme espectación.

Ite, vita est

La vida es de cualquiera que pueda soportarla. De cualquiera que pueda sostener la tristeza de la lluvia y el dolor de un tiempo detenido; de cualquiera que pueda empujar la certeza y evitar el derrumbe.
La vida es de quien sepa afrontar la alegría con la humilde entereza de quien se sabe alegre, sólo por un instante de eterna brevedad reconquistada.
La vida es de cualquiera que se atreva a vivirla, sin miedo a los abismos o a las dudas, con las manos abiertas a las penas, y dispuesto a abrazar las soledades en las noches insomnes y febriles que le han de acompañar…aunque no quiera.
La vida es de cualquiera, de quien sepa, y hasta de quien no sabe ni le importa. La vida es de los justos y los crueles, de las víctimas y los verdugos, de quien se aferra a ella y de quien la detesta.
La vida no hace nunca absurdas distinciones: se ofrece como es, impúdica y fatal, humilde y altanera; arbitraria, insensata, fugitiva; plena de luz y sombras, de ecos y de voces, de gritos y silencios,de dolores intensos y placeres fugaces.
Ite, vita est, marchad a su encuentro, no dejéis que se escape sin haberla vivido, sin beber de su copa hasta la última gota, y sin apurar con avidez su maravilloso engaño.

Vacaciones…

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Antes de tomarme unos días de descanso, rodeada de maletas, sofocos estivales, niños en pie de guerra y cierta angustia provocada por el caos de los preparativos en familia, he decidido asomarme al blog para haceros varias proposiciones (todas ellas claramente indecentes):que seáis lo más felices que podáis, que disfrutéis de las pequeñas cosas y de ese dulzor que deja la pereza, que no tengáis prisa y os eternicéis en los sentidos (tactos, olores, sabores, siestas…) y, sobre todo, que volváis a mis palabras alguna vez porque, sin vosotros, se sentirán muy solas.
Aquí os dejo algunas propuestas para estos días. Hasta muy pronto.

El poder de las palabras
Un día en la radio
Nada saben de mí…
Exilio
Día de reyes.1937
No sellaréis mi voz
Literatura e ideas
Derechos humanos
Elegía de invierno
Las huellas

En torno a la poesía (II)

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¿Por qué escribo? ¿Por que no puedo dejar de emborronar cualquier hoja , libreta o cuaderno que me rodea?
No hay en ello más intención que la de compartir mis palabras con aquellos que siempre confiaron en mí y con los que, en diferentes momentos , han apoyado mis proyectos.
Desde que tuve uso de razón ( y eso que soy bastante irracional) he amado la Poesía. Los versos de los grandes poetas ( Machado, Miguel Hernández, Lorca, Quevedo, Lope, Neruda, Vallejo, Salinas, J. R. Jiménez, León Felipe, Angel González, Aleixandre,Cernuda, Gil de Biedma…) de los encumbrados y de otros más humildes, han ido configurando mi educación sentimental. Por mi trabajo leo mucha poesía, pero procuro no sólo diseccionarla, sino sentirla y transmitirla como catalizador y canal de las emociones humanas. Intento que mis alumnos se acerquen a la poesía como a un tesoro de sentimientos que palpitan, como a una revelación del enigma final, como a una sibila que les desvelará el porvenir, como a un maestro sabio que guarda el conocimiento y el nombre exacto de todas las cosas, y sobre todo les pido que busquen en ella lo que esconde su propio corazón aletargado.
Toda lectura poética es única en sí misma. Nadie experimenta las mismas sensaciones ante los mismos versos. Cada uno construye su propia versión del poema leído y lo aplica a sus propias vivencias y a su particular sensibilidad. La poesía, como la música, nos transporta a lugares imposibles, a sensaciones sinestésicas, a rincones de nosotros mismos que nunca antes habíamos transitado.
Encontrar el verso perfecto, la palabra precisa, la metáfora sublime, es un don de los dioses que no a todos nos es concedido. Conseguir conmover, mover al otro hasta nuestra propia búsqueda interior para que se conozca un poco más a sí mismo; hacer que alguien haga suyo un verso o un poema y lo lleve con él, prendido en su memoria para siempre, es un privilegio.
Yo a nada grandioso aspiro, tan sólo a ser digna de los que me enseñaron el verdadero valor de la Poesía, y a transmitirlo a los que a mí me toca, en esta eterna cadena de dar y recibir.

Escríbeme a la tierra


A mi tía Eloísa, que no tuvo una tumba donde llorar…

“(…)escríbeme a la tierra
que yo te escribiré”
Miguel Hernández

(I)

Los álamos han traído los nombres de los muertos.
Son muertos olvidados, sepultados …
sin nombre y sin memoria.
( II )

Aquella noche soñé mucho. Me costó conciliar el sueño y cuando por fin lo hice , imágenes extrañas poblaron mi mente. Vi a Domingo y a Julián vestidos de traje, repeinados y perfumados dispuestos a salir. Yo estaba cosiendo, como siempre, sentada en la salita, mientras madre- de riguroso luto- contaba las cuentas del rosario. Nos dijeron adiós y al darse la vuelta para salir, comprobé que sus chaquetas estaban manchadas de tierra. Intenté avisarles para que no salieran así, pero no podía moverme ni articular palabra alguna. La siguiente escena que recuerdo fue la de dos lápidas sin nombre en el viejo cementerio del pueblo. Mi madre y yo arrodilladas, llorando sin consuelo. Me desperté sobresaltada, bajé a la cocina presa de una profunda e inexplicable angustia que oprimía mi pecho. Allí estaban todos, desayunando tranquilamente, como si nada fuera a pasarles nunca, como si mis terribles sueños y mis presagios oscuros no fueran más que tonterías … Domingo reía, con esa risa suya que lo inundaba todo. «Que no madre, que no. Que son miedos infundados que tiene usted. Nosotros no le hemos hecho daño a nadie. Es verdad que tenemos nuestras ideas y que nuestras ideas no les gustan a todos los del pueblo, pero eso es todo. Ya verá como no llega la sangre al río.” Y ahora, con el tiempo pasado, yo me pregunto: ¿cuánta sangre puede llegar a contener un río sin desbordarse?, ¿cuánta sangre puede regar la tierra?, ¿cuánta sangre en las tapias, en las cunetas, en los escombros, en los caminos?
Una semana después se los llevaron. Fue una mañana plomiza de septiembre. No volvimos a verlos nunca. Ni siquiera sus cuerpos. Para reconocerlos, para llorarlos, para poder descansar en paz… La guerra acabó, pero nosotras no pudimos enterrar a nuestros muertos. Habíamos perdido, eso podíamos asumirlo. Pero la ira, la rabia, la venganza, el terror generalizado bajo el beneplácito del nuevo régimen, eso no podíamos comprenderlo. Estábamos solas. Enterradas en vida. Condenadas al silencio, a la humillación, a la infamia.
Han pasado los años y todo el mundo parece haberse empeñado en olvidar, o en hacer como que olvida. Pero cada septiembre los álamos del bosque que rodea nuestro pueblo, mecidos por la brisa que presagia el otoño, traen el eco lejano de sus nombres: Domingo… Julián…Domingo…Julián…Y como una plegaria, elevan al cielo sus ramas y dejan caer algunas hojas… como un llanto suave sobre la tierra.