Hoy se ha pedido que de manera solidaria escribiéramos un post por Gaza. Como mi corazón herido ya no encuentra palabras para denunciar tanto horror no me queda sino repetir este poema y esta entrada que resume mi deseo: basta ya.
La ilustración y su posterior animación han sido realizadas por Ana Martín Alcrudo (Anacrus) para mi poema. Gracias Ana, por todo…
A los niños de Gaza, del Madrid sitiado, de Guernica, de Londres, de Berlín, de Bagdad, de Bosnia, de Belgrado…No me importa de dónde ni por qué … Sólo que se recuerde su inútil e innecesario sacrificio.
¿Si no nos queda el grito, qué nos queda?
El horror se desborda,
se hace náusea, blasfemia,
llanto ahogado, cuchillo que atraviesa
el hueco del costado
donde tal vez se aloja el corazón
que ellos no tienen,
señores de la guerra y de la muerte,
halcones de los cielos
surcando los desiertos calcinados.
No me importa quién tiene
o quién no tiene la bíblica culpa.
Sólo quiero que paren,
que cesen de derribar palomas ensangrentadas,
que no corra la sangre,
sin cauce, sin memoria,
desbordándose así, como si nada.
Que se escondan debajo de la tierra,
cerca de las raíces y del barro,
que no emponzoñen más el agua,
que se traguen el lodo de su orgullo,
que dejen a los niños jugando en la alameda
camino de su escuela con la cartera al hombro.
No es que no quiera verlos
porque ello me incomoda,
es que me duele tanto, tanto, tanto
que voy a diluirme
disuelta en llanto absurdo,
o a reventar en bomba de racimo,
esparciendo mi angustia,
mi desasosiego profundo e infinito,
por todas las esquinas de este mundo.