¿Quién no ha escuchado alguna vez en su vida la famosa frase «sólo podemos ser amigos”?¿Y la no menos famosa “no podemos ser sólo amigos”? Sólo amigos… ¿Y qué más se puede ser? ¿Es que a caso hay algo más profundo, hermoso, gratificante y enriquecedor que la amistad? Al cabo todo es amistad, y la amistad no es sino amor. Nos da miedo decir amor, amar, sentirnos amados. El deseo es otra cosa: abrasa nuestra piel, nos conduce a la gloria de los sentidos.
No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.
Cernuda
Como decía Cernuda “el deseo es una pregunta», pero el amor es siempre una respuesta.
Muchos son los autores que han reflexionado o teorizado sobre la amistad, y muchos serán los que continúen haciéndolo. Porque estamos aquí, abandonados en el mundo, desnudos, frágiles, hambrientos de amor. Y el amor que nos dan los amigos nos es tan necesario como el aire que respiramos. El verdadero amor no nos divide: nos multiplica, nos expande y , como en una hermosa telaraña, vamos tejiendo redes que nos entrelazan unos a otros, para siempre…
Gracias a vosotros, mis amigos: los que fuisteis; los que sois; los que serán un día.