Memorias de un preso republicano(I)

A mi abuelo.
Esta es su historia .Él no pudo contarla, así que yo recojo el testigo.

Es posible prepararse para la derrota, él ya lo había hecho; pero nadie puede estar preparado para la represión y la venganza. Alimentar el odio, dejarle crecer en los corazones, regarle con miedo y con rencor, cada día, golpe a golpe, discursos a discurso, condena a condena… Abrir un abismo insondable entre las víctimas y los verdugos, un abismo de horror, impotencia y desesperanza.
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La cárcel es fría, piedra en los corazones, cuerpos hacinados, miradas perdidas, puños apretados, piernas temblorosas. El hedor es insoportable. Llega al estómago, y allí se instala hasta provocar náuseas. Y luego, en la boca, un sabor a metal y jugos gástricos.
La noche ha caído sobre ellos, una noche muy larga y muy feroz, una noche sin tregua ni alborada…”Cárceles, rejas, cadenas/Muros, tapias, cementerios. /Hombres escuálidos, tristes. /
Hambre, miseria y silencio”
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Escribir, escribir… Es la única forma de sobrevivir a la barbarie, a la soledad, a la tortura, a la muerte.
“Escribe Carmiña, escribe…” Y gracias a las cartas y los versos, que van y vienen como pájaros blancos surcando la memoria y el desastre, el aire se hace un poco respirable entre muros, tapias y cielos imposibles. Escribiendo conjura la amargura, la pena de saberse entre barrotes, con un futuro incierto y una condena injusta, incomprensible. ”La guerra, madre, la guerra”… Los versos del poeta, también encarcelado, golpean sus sienes.

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Él nunca ha empuñado un arma, nunca ha hecho daño a nadie. Es demasiado joven para que su cabello se haya vuelto blanco, un mechón por cada día encerrado entre rejas, por cada condena a muerte revocada, por cada abrazo no dado a sus seres queridos, por esa juventud arrebatada en vano.
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Ahora sólo las palabras lo salvan del abismo, le hacen reconocerse como hombre, no olvidarse de quién es, de quién ha sido. Es fácil sucumbir al derrotismo, cerrar los ojos y dejarse llevar.
Ha ganado la España grande y libre, y ahora ejecuta, impune, su orquestada revancha. Él es sólo uno más, una pequeña pieza de un oscuro y sórdido engranaje basado en la violencia y en el miedo, en el silencio y en la delación. Es fácil sucumbir a la mentira de que ahora todo el mundo vive en paz, es fácil creer, es fácil rendirse y renunciar.
A su lado dormita un maestro asturiano que trajeron hace unos días (¡qué terrible pecado pretender enseñar a los niños, sin cruz ni catecismo, a buscar las respuestas en los libros prohibidos!). Entre los dos ha nacido una hermosa complicidad, una fraternidad de la injusticia que les ayuda a soportar las penas.
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Se han llevado al maestro. En su catre ha dejado doblado un poema:”Para tu álbum de penas”,
escrito con una caligrafía impecable. Nunca volverán a verse. Pero eso él no lo sabe, como no sabe, ni tan siquiera acierta a sospechar, que será su nieta, muchos años después, la que saque a la luz ese poema, la que lo lea una y otra vez buscando en él la hermosa semblanza del que fuera su abuelo (“delgado, cimbreño, de líneas escuetas/ los ojos enormes, las manos inquietas…”).
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De aquellos hombres no quedan nada más que las palabras, los poemas que escribieron, vencedores del odio y de la rabia. Nadie podrá quitarles lo que fueron. Su victoria es perdurar en nuestra memoria, aunque haya quien no lo entienda, quien no sepa la importancia de abrir las ventanas y dejar volar todas las palomas, tanto tiempo encerradas. Si les negamos ser reconocidos, si no les concedemos el merecido homenaje de ser recordados, entonces su dolor y su sacrificio habrán sido en vano, y eso si que, sus hijos y sus nietos, no vamos a consentirlo.

10 opiniones en “Memorias de un preso republicano(I)”

  1. Me ha emocionado leer la historia de tu abuelo, preso únicamente por sus ideas, y que a pesar de las penalidades que sin duda sufrió en las cárceles franquistas, supo tansmitir a su familia sus sentiimientos y amor por ellos.

    Merecido, sin duda, y espléndido homenaje el que le brindas hoy, aunque su mayor valor reside en mantener viva su memoria, en no dejar que el olvido acabe con él. Mientras se hable de tantas personas, injustamente condenadas y en muchos casos asesinados, simplemente por su forma de pensar, habrá merecido la pena esa lucha, y por supuesto, seguirán entre nosotros.

    Enhorabuena por darnos a conocer a tu abuelo.

    Un saludo.

  2. «Su victoria es perdurar en nuestra memoria… Si les negamos ser reconocidos, si no les concedemos el merecido homenaje de ser recordados, entonces su dolor y su sacrificio habrán sido en vano»

    Nadie podría escoger mejores palabras. Yo, al menos, no me atrevo a superarlas.

    Prefiero morirme, a negarles mi memoria.

    Un beso.

  3. Que su memoria nos siga acompañando. Tú, Marisa, eres su victoria, la de tu abuelo. Cada uno de nosotros, cada una de nosotras, somos su victoria.

    Que sepamos transmitir su aliento a quienes nos suceden.

  4. Marisa, que te puedo decir…Tus recuerdos, son tan parecidos a los mios.

    Como dice Maria, que su memoria nos siga acompañando.
    Y que nuestros hijos tampoco los olviden.

    Muchos besos

  5. Queridos Ernesto, pepe, María y Ana..¡qué deciros que no haya sido dicho, qwue no sintamos todos! Que me acompañéis en estos textos que tanto significan para mí, es todo un lujo.Gracias por compartir, por participar por hacerme sentir que hay alguien más allá de la pantalla, que siente, piensa y enreda con las mías sus palabras.
    Un enorme abrazo.

  6. Permíteme amiga mía, felicitarte por esta entrada que no puede perder de vista a la poeta que eres. Ahora sé, siempre lo supe, que la poesía corre por tus venas.

    Y permíteme también aportar en este espacio tuyo lleno de calor, una de mis prosas inéditas que también voy a compartir con nuestro querido Codorniú.
    Vaya un beso por delante.

    Condenados al olvido.

    Se desentierra la vida a la que obligaron a vivir en una tumba. Se desentierra la historia a pico y pala de una fosa, de otra, de tantas… Fosas comunes, las llamaban y las llaman. Muchos tenían en común ser padres de familia, hijos, hermanos, y esposos de sus esposas. También tenían en común que algunos hacían la guerra. Otros no. Otros pasaban por allí el año 36. Se desentierran para enterrar dudas y sombras, para hacer justicia a esta vida que vivimos los descendientes de esas tumbas. Porque olvidar que dieron sus vidas a cambio de la paz, es engañar a los vivos y a los muertos que la dieron. Pero sobre todo es engañar a los que todavía no nacieron. Es condenar al olvido las vidas que no vivieron, la muerte que tuvieron. Es olvidar que siempre hay alguien que aprieta un gatillo.

  7. Carmen…gracias. «El hombre es un heredero, no un mero descendiente»Ortega y Gasset.
    «Las personas que nunca se preocupan por sus antepasados, jamás podrán mirar a la posteridad» E. Burke
    Un beso enorme

  8. Querida Marisa: La memoria nos salva y rescata a los muertos. Ese amor contra el odio que heredaste y cultivas cada día es un permanente homenaje al abuelo, al maestro, al vecino, truncados en una siega irracional y asoladora.
    Tu humanidad también salva a los vivos y nos devuelve el orgullo de pertenecer a tu especie.
    Tengo los ojos con lágrimas y el corazón más decidido después de leerte.
    Gracias.

  9. Claro que no vamos a consentirlo, Marisa. Tú has vivido directamente el ejemplo de tu abuelo; yo, el de mi padre. El sí que fue al frente voluntariamente a combatir contra el fascismo, pues tenía 26 años cuando empezó la guerra y tuvo que venir, al enterarse de lo que iban haciendo los fascistas cuando tomaban los pueblos, desde Tocina (Sevilla) hasta Madrid donde se alistó en el Cuartel de la Montaña.

    Luchó como un valiente, pero no participó en ningún acto de revancha ni de violencia descontrolada e ilegal. El premio que obtuvo por defender el estado de derecho fue una vida de represión e injusticia. ¿Cómo vamos a olvidarlos? ¿Cómo no vamos a reivindicar su memoria? Eso nunca.

    Entrañable tu escrito, Marisa. Un abrazo, amiga

  10. Manoly, Antonio…él siempre me acompaña,su recuerdo, sus poemas, todo lo que mi abuela me fue contando, para que, su amor, no me faltara nunca.Su legado va conmigo, y pasará a mis hijos.Otro enorme abrazo para vosotros.

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