Placeres cotidianos (II)

Mañanas de domingo. El olor a café y bollos recién hechos inundándolo todo. Un buen libro, flores recién abiertas, el calor de su cuerpo junto al tuyo, las risas compartidas, las hojas en el pelo… La luz de la mañana es un presagio breve de lo que nos espera.
Son las «pequeñas cosas», los «pequeños placeres»; esos que no son dignos de epopeyas, ni elegías, ni sinfonías, ni liras, ni sonetos. Son las huellas humildes de la vida, las sencillas recetas de lo cotidiano, que, en algunos momentos, nos acercan a la certeza de sabernos vivos, plenos, e incluso necesarios.

25 opiniones en “Placeres cotidianos (II)”

  1. Muy bonito, Mery, eso es la vida. Yo, por el momento, no puedo disfrutar de esas pequeñas cosas, los churumbeles nos absorben, y me refugio en el blog cuando puedo. Pero al fin y al cabo el blog es también una de esas pequeñas cosas, ¿no?

    Y estoy de acuerdo con Romano en que de ahí sale un buen soneto.

    Un abrazo.

  2. En «Niebla», de Unamuno, el autor habla de esos pequeños, pero masivos hechos, que envuelven y rellenan la vida de los seres humanos (como en un velo de niebla) para impedir la descarnada visión de la existencia, en su impacto nítido, a pelo.

    Menos mal.

    Un beso, amiga.

  3. Jose Miguel tú no te preocupes.Es normal confundirse con tanta gente…En fin que tú sabías quién era yo, eso me consta.Gracias por alabar mi calidad sabes que eso me importa y me reconforta, que últimamente uno duda…Besos a todos tus peques y a Lola.

  4. Hola, Marisa: llego hasta ti a partir de una recomendación de Santi (y sus Divagues). Enhorabuena por las publicaciones (veo que unas cuantas) y por lo que nos ofreces aquí en el blog. Sólo he echado un vistacito pero me gusta. Seguro que vuelvo. Si te interesa hoy hablo sobre ropas tendidas al viento (no las de tu libro, sino algunas de mis viajes). Saludos noctámbulos

  5. Marisa: Sabes que tengo una edad como yo digo:
    «Ni soy joven ni vieja…»
    Recuerdo mañanas o tardes como las que tu describes, cuando el tiempo se paraba y sin maquillaje, ni otros complementos, me decia:
    ¡ Que guapa estás…!

    ¡Que plena me sentía…!
    ¡Que pequeños y grandes placeres!

    Un abrazo.

  6. Creo que esos pequeños placeres son también objeto literario, al menos desde el momento en que nos hacemos conscientes de ellos, tratamos de reflejarlos en nuestros poemas o textos (como acabas de hacer tú), forman parte de esa cotidianidad que tratamos de recrear en las narraciones… Nada hay en la vida que no sea susceptible de ser contado, querida amiga. Y también de ser vivido con afecto. Un abrazo muy fuerte.

  7. Qué difícil resulta en la mayoría de las ocasiones descubrir lo maravilloso que tienen las «pequeñas cosas», esas que son aparentemente «insignificantes».

    Cómo hemos ido perdiendo ese disfrute que tenían «nuestros mayores» de esas cosas, esas precisamente que los hacían felices; felices con pocas cosas.

    Por eso, tal vez, deberíamos replantearnos muchas cosas.

    Un beso «sencillo», de este que se considera tu «sencillo» amigo.

  8. El encanto de abrir los ojos en un día de fiesta. Creo que hay pocas cosas comparables a esta especie de nirvana doméstico.

    Saluditos mediterráneos, hoy muy azules y muy calentitos.

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