Pasar página (III)

Fueron tiempos convulsos, en los que convivieron la ilusión y la rabia, la esperanza y el miedo, la cólera y la entrega, el Cierzo y el Mistral.
Luego llegó la guerra, que todo lo permite, y la supervivencia se impuso a la cordura.
Después, sobre tierra quemada y muertes incontables, por fin llegó la paz… la de los cementerios, la de la venganza, la de la impunidad, la delación y el miedo. Perder no era una opción, era una pesadilla. Someterse, callar, aprender a pasar desapercibido. No significarse: esa era la clave. Que nadie te vea, que nadie te escuche, que nadie repare en ti. Aquella era su España y en ella, no cabían los disidentes. Formar parte de la resistencia clandestina a la dictadura era una heroicidad que, hoy en día, no alcanzamos a comprender.

Una parte de mí hubiera preferido que  mis abuelos no hubieran formado parte de ella, que se hubieran mimetizado con el resto, que hubieran luchado por sobrevivir, aunque fuera sin dignidad. Pero nada puede ser cambiado. Esa fue su elección, y yo perdí a mi abuelo, pero aun así entiendo su sacrificio, su entrega, su decisión. Creer que otro mundo es posible, y que la justicia y el derecho le pertenecen a todos por igual, era motivo suficiente para entregar la vida y la libertad. Y así lo hizo…

Yo, desde mi presente, le otorgo mi palabra y dejó aquí mi testimonio, para que perdure y quede constancia. En lo que a mí respecta, abuelo, nada fue en vano.

8 opiniones en “Pasar página (III)”

  1. Muy hermosa esta serie, querida amiga. Y admirable la lucha de tus abuelos, el que no quisieran desaparecer, dejar de luchar por sus ideales aunque en ello les fuera la vida. Hemos de estarles muy agradecidos. Yo, desde luego, lo estoy. Un abrazo muy fuerte..

  2. Yo conocí muy bien a tus abuelos, y sé que no pretendes dar una imagen idealizada, es que fueron así, sobre todo tu abuelo.
    No fuimos los «buenos» de la película, pero sí las víctimas, y, como decía Machado nos quedó la firme convicción de que el franquismo era lo peor que le pudo pasar a España.Y por eso algunos como tu abuelo o mi padre decidieron no claudicar. El movimiento clandestino tuvo de todo, pero entre ellos había hombres capaces de entregar su libertad y su seguridad por recuperar los derechos arrebatados a todos.
    ¡Cuántos se apuntaron al carro de la libertad en los 80 y qué pocos lucharon realmente por ella cuando era casi un suicidio hacerlo!
    Un beso y no te rindas, que lo peor que nos pudieron hacer ya nos lo hicieron.

  3. Ay Blanca…No te digo nada.Yo hablo de lo que sé de primera mano.Hablo por los míos y de ellos respondo.Lo que hicieran otros no lo sé ( o sí lo sé…pero que se encarguen otros de contarlo). Les dieron muchas posibilidades para quedarse en el bando de los vencedores y no lo hicieron.Optaron libremente por seguir defendiendo otra España:más laica, más plural, más igualitaria.Era su utopía.Otros tienen otras. No fueron santos laicos, ni mucho menos, pero sí buena gente que camina, demasiadio idealistas, demasiado confiados, demasiado filántropos….seguramente.
    Un besazo.

  4. En lo que a mí respecta, tampoco fue en vano. Les debemos este rastro de rebelión y búsqueda que nos sostiene, un camino a seguir. Sólo quien lo posee puede saber el altísimo valor que tiene.
    Gracias a ellos, gracias a tí que mantienes el aliento de su memoria, gracias a quienes como ellos y como tú, pueblan las sendas por las que transitamos.

  5. Nada fue en vano, ninguno sufrió en vano, y no sólo para sus familiares directos sino para todos los que sentimos y sufrimos las barbaridades cometidas, el pisoteo de derechos, la violencia, la represión. Gracias a ellos, a su esfuerzo, a su entrega, hoy podemos al menos expresarnos libremente; y por ello no podemos dejar que se pierda la memoria.

    He seguido con atención todas las entradas, creo que es una labor imprescindible la que has desarrollado.

    Abrazos.

  6. María, ernesto, gracias…sé que hablar de estos temas me ha cerrado muchas puertas y me ha granjeado algún que otro enemigo.la memoria, la recuperación de una intrahistoria que quedó maldita y silenciada no gusta.Se puede honrar a cualquiera, menos a los represaliados por la dictadura.Ellos sólo esperaqban ser nombrados y reconocidos.pero a algunos les cuesta mucho, mucho, entenderlo y aceptarlo.
    Un abrazo y de nuevo gracias por apoyarme en este proyecto de recuperar historias, memorias, nombres y dignidad.

  7. Llego un año tarde a estos comentarios, la situación a la recuperación de la memoria se ha paralizado -creo-, hay emasiada gente que no le interesa que se remuevan estos temas.
    Todos tenemos un familiar -o varios-, perdedores en ambos bandos, pero los que más sufrieron y durante más tiempo tuvieron que callar ya sabemos de sobra a quien les tocó.
    Tuvo que haber generosidad en la victoria y no la hubo, perdón por los que eran tan oficiosamente cristianos y no lo hubo… De ahí el resentimiento actual, porque las historias se repiten siempre y de manera inexorable.
    Mucha suerte en tu trabajo Marisa, me encanta descubrir tu blog…

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