Como decía mi admirado Pessoa «el poeta es un fingidor, /y finge tan completamente/,que finge el dolor/que de verdad siente».
Yo siempre escribo desde la distancia, pero procuro hacerlo desde la autenticidad de lo sentido.La palabra poética nos permite trascender cualquier experiencia, vivida o soñada, y dotarla de sentido. Últimamente reflexiono mucho sobre el proceso creativo y sobre la necesidad de la poesía. He dicho en más de una ocasión que para mí la poesía nace de las tres heridas hernandianas «la del amor, la de la muerte, la de la vida»… Lo demás es puro juego lingúístico que, a mí, después de mucho leído y otro tanto estudiado y analizado, no me interesa. Lo valoro en su justa medida, pero no me interesa. Poesía a mi manera. A mi personal estilo, heredera directa de los autores que me enseñaron a amarla. Amiga del ritmo y de la sencillez, enemiga del retoricismo hueco y las metáforas imposibles, del retruécano y la anadiplosis, de la hipálage y del zeugma. Enamorada de la imagen y el símbolo, de la metáfora y la sinestesia, del oxímoron y la antítesis, del paralelismo, la anáfora y la personificación. Enredada en el tronco de los grandes temas y tópicos literarios ( el «tempus fugit», la infancia perdida, la ausencia, el recuerdo, la muerte, la vida, el amor, el dolor, el paisaje, las pérdidas, el olvido y la memoria). Es ecléctica y huye de las vanguardias huecas y de la poesía deshumanizada. No trasgrede las grandes líneas poéticas, y sé que, para algunos críticos y próceres del mundillo editorial, mi aportación a la literatura es completamente prescindible… pero no voy a renunciar a ella: es mi voz, mi latido, mi lugar en el mundo, lo que dejo de mí; y el día que yo marche, lo que tendrán de mí los que me amaron. Sé de dónde vengo y sé a dónde voy. Quiero disfrutar de la literatura, sencillamente. Y no me interesa tanto llegar como hacer el camino.
Bueno, ahora ya tenemos la dos muy claro por qué hay algo que nos identifica al leernos la una a la otra.
PodrÃa firmar este texto, palabra por palabra.
Gracias infinitas.
Por eso cuando nos leemos nos reencontramos, sentimos que hemos llegado a casa.Un abrazo querida amiga, admirada poeta.
Me da a mà que esto es un dejavú que dirÃan los franceses, esto ya lo he leÃdo antes, no hace mucho, recuerdo que desde que me revelaste la palabra zeugma sigo enamorado de ella, tiene nombre de gata, de ojos etÃopes, rasgados y negros, quietos e impenetrables.
Y recuerdo que te dije que el dolor no se puede fingir, por momentos se puede disimular, por un espacio corto de tiempo y por circunstancias a las que no podemos eludir. No, el dolor no se puede fingir, como no se puede fingir nada en esta vida que valga la pena, erradicar la hipocresÃa es el primer objetivo de la poesÃa, hacerla libre y sencilla, como tú la sientes.
La poesÃa es necesaria como dice Gabriel, como el pan de cada dÃa, como dice Miguel, necesaria como la vida, como el amor, como la muerte, y después de la vida tan solo un último suspiro, poético, si se ha sabido vivirla.
En el camino nos encontramos Marisa, la poesÃa no sabe de metas.
Tu aportación a la literatura puede que sea prescindible, pero eso tiene que ver con las metas antes mencionadas, lo que es imprescindible es que sigas escribiendo, hay gente a la que haces sentir, y de eso se trata.
Aunque comente poco te sigo leyendo Marisa, sintiendo.
Besos
je, je…es que tú eres un incondicional y me has leÃdo en un comentario que hice hace ya mucho a un poema en el que apuntaba estos mismos aspectos ahora más desarrollados.
Yo también creo que se trata de hacer sentir , pensar, de mover y conmover.otros sabrán lo que buscan…Un abrazo enorme