La vida es de cualquiera que pueda soportarla. De cualquiera que pueda sostener la tristeza de la lluvia y el dolor de un tiempo detenido; de cualquiera que pueda empujar la certeza y evitar el derrumbe.
La vida es de quien sepa afrontar la alegría con la humilde entereza de quien se sabe alegre, sólo por un instante de eterna brevedad reconquistada.
La vida es de cualquiera que se atreva a vivirla, sin miedo a los abismos o a las dudas, con las manos abiertas a las penas, y dispuesto a abrazar las soledades en las noches insomnes y febriles que le han de acompañar…aunque no quiera.
La vida es de cualquiera, de quien sepa, y hasta de quien no sabe ni le importa. La vida es de los justos y los crueles, de las víctimas y los verdugos, de quien se aferra a ella y de quien la detesta.
La vida no hace nunca absurdas distinciones: se ofrece como es, impúdica y fatal, humilde y altanera; arbitraria, insensata, fugitiva; plena de luz y sombras, de ecos y de voces, de gritos y silencios,de dolores intensos y placeres fugaces.
Ite, vita est, marchad a su encuentro, no dejéis que se escape sin haberla vivido, sin beber de su copa hasta la última gota, y sin apurar con avidez su maravilloso engaño.
Mes: julio 2009
Vacaciones…
Antes de tomarme unos días de descanso, rodeada de maletas, sofocos estivales, niños en pie de guerra y cierta angustia provocada por el caos de los preparativos en familia, he decidido asomarme al blog para haceros varias proposiciones (todas ellas claramente indecentes):que seáis lo más felices que podáis, que disfrutéis de las pequeñas cosas y de ese dulzor que deja la pereza, que no tengáis prisa y os eternicéis en los sentidos (tactos, olores, sabores, siestas…) y, sobre todo, que volváis a mis palabras alguna vez porque, sin vosotros, se sentirán muy solas.
Aquí os dejo algunas propuestas para estos días. Hasta muy pronto.
El poder de las palabras
Un día en la radio
Nada saben de mí…
Exilio
Día de reyes.1937
No sellaréis mi voz
Literatura e ideas
Derechos humanos
Elegía de invierno
Las huellas
En torno a la poesía (II)
¿Por qué escribo? ¿Por que no puedo dejar de emborronar cualquier hoja , libreta o cuaderno que me rodea?
No hay en ello más intención que la de compartir mis palabras con aquellos que siempre confiaron en mí y con los que, en diferentes momentos , han apoyado mis proyectos.
Desde que tuve uso de razón ( y eso que soy bastante irracional) he amado la Poesía. Los versos de los grandes poetas ( Machado, Miguel Hernández, Lorca, Quevedo, Lope, Neruda, Vallejo, Salinas, J. R. Jiménez, León Felipe, Angel González, Aleixandre,Cernuda, Gil de Biedma…) de los encumbrados y de otros más humildes, han ido configurando mi educación sentimental. Por mi trabajo leo mucha poesía, pero procuro no sólo diseccionarla, sino sentirla y transmitirla como catalizador y canal de las emociones humanas. Intento que mis alumnos se acerquen a la poesía como a un tesoro de sentimientos que palpitan, como a una revelación del enigma final, como a una sibila que les desvelará el porvenir, como a un maestro sabio que guarda el conocimiento y el nombre exacto de todas las cosas, y sobre todo les pido que busquen en ella lo que esconde su propio corazón aletargado.
Toda lectura poética es única en sí misma. Nadie experimenta las mismas sensaciones ante los mismos versos. Cada uno construye su propia versión del poema leído y lo aplica a sus propias vivencias y a su particular sensibilidad. La poesía, como la música, nos transporta a lugares imposibles, a sensaciones sinestésicas, a rincones de nosotros mismos que nunca antes habíamos transitado.
Encontrar el verso perfecto, la palabra precisa, la metáfora sublime, es un don de los dioses que no a todos nos es concedido. Conseguir conmover, mover al otro hasta nuestra propia búsqueda interior para que se conozca un poco más a sí mismo; hacer que alguien haga suyo un verso o un poema y lo lleve con él, prendido en su memoria para siempre, es un privilegio.
Yo a nada grandioso aspiro, tan sólo a ser digna de los que me enseñaron el verdadero valor de la Poesía, y a transmitirlo a los que a mí me toca, en esta eterna cadena de dar y recibir.