Vencerá ya el verano, con su lenta pereza, a la siempre inestable primavera… Se sabe tan pleno, tan lleno de promesas, tan jubiloso, que anuncia los placeres de su largo solsticio, ese que hace eternos los días y anheladas las noches, vestido con sus galas de lujuria estival y descanso merecido.
Y le siento llegar, respirando en mi oido su cálido aliento milenario, prometiendo que las horas pasarán lentamente, jugueteando con todos mis sentidos, y despertando todos mis deseos. Yo sé que ha desplegado sus encantos y ahora luce , orgulloso, su merecida victoria pasajera.
Viene hasta mí con su olor a mar y cielo limpio, con sus noches de brisa y su sabor salobre, con las separaciones y los reencuentros, con los lugares nuevos y los ya conocidos, con el verde intenso y el azul detenido,con la espiga de oro y los prohibidos frutos de árboles improbables.
Y le dejó que venza, que inunde cuanto soy y cuanto me rodea, porque el ciclo se cumple y es hora de dejarnos acariciar por el sol.
Llega al fin el verano, dispuesto a acariciarnos con sus brazos de calor, con la luz hasta última hora de la tarde, regalándonos las noches de paseos callejeros o campestres, provocando el disfrute de los sentidos.
Has descrito su llegada magnÃficamente. A vivir el verano.
Abrazos.
HacÃa unos dÃas que no visitaba tus palabras «enredadas», nadie es perfecto, querida Marisa, y el reencuentro ha merecido la pena, como siempre.
Estoy de acuerdo con el amigo Ernesto.
Un fuerte abrazo.
Feliz verano a los dos, de corazón.
Jo, es precioso, Marisa.
El aroma del verano sobre los versos y la piel.
Un beso,
Marta
Precioso, Marisa.
Soy más de otoño, he tenido épocas que «casi» odiaba el verano, pero ahora he cambiado, lo veo de forma diferente, con más optimismo. Y si me quedaba alguna duda, me gusta aún más por la belleza y la alegrÃa que hay en tu poética descripción.
Espero que tengas un verano muy feliz en todos los aspectos. Un besazo, Marisa.