La primera ola del feminismo vino de la mano de la francesa Olympe de Gouges y tuvo como objetivo que la mujer fuera nombrada y reconocida como ser humano y como ciudadana en la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano en plena revolución francesa.
Para ello tuvo la osadía de escribir una Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana. Fue guillotinada.
Nombrar a la mujer, exigir su existencia, porque sólo somos cuando el otro nos nombra.He ahí su delito.
Y no, no es cosa baladí. No nombrar una realidad es negar su existencia y con ello su problemática.Utilizar eufemismos para nombrar la realidad en torno a la mujer física y biológica era, y aún es, un tema muy enjundioso: la mujer no pare, «da a luz»;no menstrúa «tiene el período» o » la regla» o está » en esos días»;no amamanta, «da el pecho», no es vehemente o está harta , es «histérica». Sólo lo que se nombra puede ser conocido, comprendido y estudiado. Y aquí se enmarcaría el propósito de Olympe que le llevó a la muerte: las mujeres, las ciudadanas, existen y no pueden ni deben ser borradas en su singularidad como sujeto político condenado a un rol pasivo de género por su sexo biológico.
Olympe, mujer y ciudadana, fue guillotinada. Sigamos avanzando y conociendo, para poder comprender y posicionarnos. Que su muerte no fuera en vano.