«Sonreír con la alegre tristeza del olivo»
Miguel Hernández
La tristeza nos lleva a lugares en los que no queremos estar. Tan sólo una palabra, un gesto, un desplante, un desencuentro, un malentendido, un silencio solemne y malintencionado… y nos sumergimos en el profundo mar de la tristeza.
No queremos permanecer allí, luchamos por salir a flote, por volver a respirar el aire oxigenado de la alegría; pero nos damos cuenta de lo difícil que es salir. A veces ni siquiera intentamos nada, simplemente nos dejamos llevar hasta el fondo sin poner resistencia… y hasta encontramos cierto placer en la desesperanza. Queremos sonreir, pero los labios parecen haber olvidado cómo hacerlo y se resisten a la mueca. Queremos olvidar, pero sentimos que algo pesa terriblemente sobre nuestros hombros y permanece cruelmente anclado en nuestro corazón.
Luego, por suerte, el tiempo restaña las heridas y permite que, poco a poco, salgamos a flote medianamente indemnes. La tristeza nos deja pequeñas cicatrices que lentamente, se van volviendo blancas,lo que las hace imperceptibles a los ojos ajenos. Cada uno de nosotros sabe donde tiene las suyas; y a veces, cuando amenaza tormenta, nos vuelven a doler.
Ya lo dije en una soleá, lema en mi blog:
No es tan difÃcil vivir
pero todo se complica
si pretendes ser feliz.
Un abrazo y arriba los corazones.
Dicen que una cicatriz es un bocado que te da la muerte. A más cicatrices… Aunque se restañe un salidero siempre queda la fina soldadura. Dura. Y en no poco tiempo todo entero es una soldadura. Dura. DeberÃas cambiar al P.V.C., el plomo pesa demasiado y, un corazón de plomo cae al suelo constantemente.
Tan sólo una vez cedà a la morbosa tentación de volver a uno de esos lugares. Llevaba encima una soledad incurable, y, no, no la causaba ningún desencuentro. La causaba un encuentro imposible en este mundo. Era un dÃa a mi favor, desapacible, terriblemente inhóspito, un dÃa que cuadraba perfectamente con mis grisuras. No me sirvió de nada. Estuve largo rato mirando el mar, intentando recordar, sentir algo… Me quedé en blanco, de pronto me sentÃa como una actriz que se hubiera olvidado de su papel. Sentà vergüenza y salà del escenario lo más rápido que pude. Mientras bajaba, casi corriendo, por aquellos caminos, el estruendo que formaban el mar y el viento se me antojaron abucheos de un público inmisericorde.
El tiempo restaña las heridas, ya lo creo que sÃ, y aunque las mÃas se hayan vuelto incoloras, siguen siendo perfectamente localizables. Las quiero, las adoro y comprendo que quieran morderme de vez en cuando, es su manera de decirme que tuve otra vida antes de esta vida, y que fui feliz.
Marisa, amiga, puedes ‘morderme’ tú también, me viene bien, me viene tan bien que ya ves todo lo que he largado…
Juan Antonio, cuánta sabidurÃa encierran tus versos… Y esoi «sursum corda» si se puede y nos dejan…Besos
Pablo, tienes razón, debo evitar que me pese tanto el corazón.
Un abrazo
Mertxe, qué suerte haberte conocido, disfrutar de tu palabra y de tu afecto es un lujo y un regalo. Estos comentarios los pienso «enmarcar» porque tienen un valor incalculable…La verdad es que los comentarios son ya parte esencial de este blog, gracias a todos los que por aquà pasáis.Gracias…
Gracias, Marisa. He materializado el lugar, porque no he podido resistirme a la evocación. Perdóname por la extensión de mi comentario, no es cortés excederse, pero, chica, ya te digo que tu escrito, la tarde, el café… Soy débil… ¡Ay!
Pues después de leer esta hermosa y sabia reflexión, más me alegro de alegrarte con mis entradas.
Yo pasé por una racha muy mala tras mi divorcio; tardé casi cinco años en recuperarme. Y después de aquello me queda la firme convicción de que la vida hay que vivirla, que de todo se sale, de todo se desprende una enseñanza. Yo citaré los versos de Manuel Alcántara:
No lo pienso repetir:
la vida a mà no me gusta
pero me gusta vivir.
El ser humano, esta construido de cicatrices tristes, que la vida en su transcurso realiza, pero esas heridas sanadas nos hacen mas humanos. En un mundo que algunos quieren que sea de tristeza para la mayoria, textos como los tuyos desafian ese orden establecido.
Un Abrazo de afecto
Mertxe, gracias a ti, por ser, por estar, por venir a mis orillas y dejarme estar en las tuyas… Un abrazo amiga mÃa.
Lo cierto es, Octavio, que mi tristeza va y viene como las olas, como la marea, como la luna llena. Siempre va conmigo pero yo la conjuro, la sonrÃo, la burlo, y procuro que no me intimide. Tener gente estupenda que me haga sonreir en sus rincones de palabras es un regalo, la verdad. Me gustán los versos de Alcántara, y sà me gusta vivir, e incluso, muchas veces, amo realmente la vida. Un abrazo
Edu, somos asÃ:sensibles, sensitivos. Nos afecta la vida, la apreciamos cuando nos acaricia y nos besa en la boca y se despliega a colores, pero también la sufrimos cuando descarga su hacha y clava sus puñales. Gracias por compartir también mis tristezas…Besos
Es cierto: Cada uno de nosotros sabe donde tiene las suyas. No hay quien no tenga. A veces, pensamos que nuestra pena es única. Y lo es, en cierto modo. Hasta que saltamos a lo social.
AhÃ, hay un matiz: hay sociedades donde la gente corre a tu lado y te arropa y te acoge. Y hay otras donde no te conoce ni el vecino de al lado.
Un beso. Yo soy de los que te acogen.
Pepe.
DecÃa Miguel Hernández: «UmbrÃo por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla…» La pena, la tristeza nos van dejando huellas, a veces más visibles de lo que imaginamos. Y a veces hay alegrÃas que no se vuelven a recuperar. Un texto muy bello, querida amiga.
«Me gustan los amigos que no te piden cuentas; que saben dónde estás y te respetan; que se emocionan contigo y se paran a oler la flores que has plantado, y se pasean por tus perdidos bosques sin esperar llegar a ningún sitio, sólo por el placer de acompañarte».
En dÃas grises, cuando nos acecha la soledad y la tristeza, me recojo en el puerto de tus versos o de tu prosa. A veces -no me avergüenza decirlo- se me desliza una lágrima emocionada por tanta sensibilidad, belleza, bondad de corazón…Es de alegrÃa y me ayuda a seguir caminando con la esperanza renovada en el énero humano. Tienes tanto porque sabes dar mucho y es hermoso sentir cómo tus palabras llegan suavente hasta lo más Ãntimo del ser…Besos.
Pepe, amigo mÃo…Es cierto que vivimos en una sociedad hostil, vertiginosa, estresante, donde nadie acoge a nadie y todos se muestran recelosos incluso de quien ofrece sus manos abiertas y su corazón, Yo, como tú, soy de las que acogen. Prefero correr el riesgo. Luego me lamo las heridas y ya está. Gracias por tu afecto.
Un abrazo
Isabel, qué alegrÃa verte por aquÃ…Sé que tu PC te está dando problemas asà que te lo agradezco de corazón. Tus visitas y tus comentarios son un enorme placer. Gracias querida amiga.
Miguel Angel, mi amigo del alma, mi poeta…tengo un regalo para ti que te dejaré mañana muy temprano en mi otro blog. Sabes que yo también me emociono con tus textos y que la admiración es mutua. Gracias, por tus palabras y por tus siempre bienvenidas visitas. Besos enormes
La tristeza es a veces igual de necesaria que la alegrÃa. Por ejemplo, es habitualmente fuente de inspiración, tristemente. Es más difÃcil escribir, cantar, pintar, cuando se es feliz que cuando uno está triste y desolado.
Me ha gustado muchÃsimo la última frase, cuando amenaza tormenta…
Un abrazo, Marisa 😉
Tienes razón Eugenio, la tristeza, al menos, da para mucho en este mundo de las musas…Un abrazo muy fuerte
Adoro el verbo «restañar», se lo descubrà a Miguel Delibes en El hereje y me lo guardé para usarlo más tarde en un par de ocasiones. «Frikadas» literarias aparte, la tristeza es hermosa según se la mire, el problema es cuando se la mira desde demasiado cerca. El dolor y la melancolÃa son, a mi juicio, las situaciones que nos hacen ser más «nosotros», más puros, más cercanos a nuestra propia verdad, sin más fachada que la soledad.
Un abrazo, Marisa.
A mi también me encanta ese verbo. Yo se lo leà por primera vez a mi abuelo en un poema… Como bien dices la tristeza es hermosa pero hay que mantenerla a cierta distancia para no hundirse irremediablemente. Gracias por tus palabras y un fuerte y entrañable abrazo.
Tu reflexión muy acertada, como siempre.
Por suerte la tristeza siempre está acompañada de su antÃdoto que es la alegrÃa, asà que cuando la tristeza me pilla desprevenida, rápidamente me tomo unas gotas de pequeñas alegrÃas antes de que el efecto, como tú bien dices, sea irremediable.
Pues sÃ, querida Elena tomemos unas gotas porque el efecto puede ser imposible de contrarrestar si lo dejamos demasiado tiempo …Un abrazo
¡Preciosa entrada! Evocadora a más no poder. Estaba alegre cuando empecé a leerla y ahora estoy un poquito triste, pero no es una tristeza de la que deja cicatrices, sino algo más sutil, como un pellizco, una tristeza placentera; en realidad no es tristeza, sino melancolÃa.
¿De quién es la música? Es perfecta para la entrada. Suena como a Mahler, pero no la identifico.
Un saludo, y encantado de conocer tu blog.
Bienvenido José Miguel…Me alegra mucho que te hayas acercado a enredarte entre mis palabras. La música que suena en mi otro blog es Mahler, el adagietto. Aquà tienes tu casa, ven siempre que quieras. Un abrazo
Me ha encantado tu texto, Marisa, esa tristeza que nunca es amargura, cómo escoges las palabras, otorgándoles siempre esa posibilidad de luz tras la puerta (y me ha encantado también el de Mertxe a quien desde aquà emplazo a escribir más ella Entre las hojas), aunque no me identifique. Raramente estoy triste, ni siento tampoco nostalgia de la tristeza. ¿Habré alcanzado ese punto de serenidad o tendré la sensibilidad embotada? (quiero creer que es lo primero). Gracias, Marisa, siempre me haces reflexionar y disfrutar con tus palabras.
Un gran abrazo.
Lo peor que se puede hacer es acostumbrarse a la tristeza, si uno se empeña, puede salir de ella, cuesta, es cierto, pero hay miles de cosas en este mundo que nos pueden causar alegrÃas.
Me gustaron tus poemas, y tu prosa también.
Besos.
La tristeza es una especie de pozo sin fondo que ejerce una atracción irremediable sobre el corazón humano, tan vulnerable. A veces me pregunto si realmente no sentiremos una especie de placer morboso en ella, porque cuando el velo negro del pesimismo nos tapa la mirada, no somos capaces de divisar las luces verdes de la esperanza. Pero estas siguen siempre delante de nosotros.
Un abrazo.
Querida Bel, yo convivo bastante bien con la tristeza y procuro mantenerla a raya con buenas dosis de afecto, muchas ganas de seguir caminando y enredando palabras p`ropias y ajenas…Un abrazo enorme.
Marina los pozos y los abismos siempre atraen las miradas…Todo es cuestión de acercarse sólo lo estrictamente necesario. Un abrazo querida amiga.
Querida Irene acabo de ver tu comentario en la lista de espera a ser apobados…Gracias de verdad por pasarte por mis blogs, por leerme y dejarme tus generosos comentarios. Bienvenida.
Llueve, primero de febrero y llueve, es una lluvia pausada, fina, la ciudad tiene tonos grises, no puede sonreir como el olivo, es ciudad y es victima de arquitectos vampiros. Y me entristece.
La lluvia me da calma y me entristece.
Me estoy volviendo un insensible, la lluvia me puede entristecer y los humanos no, me pueden llenar de ira o de indeferencia pero nunca me entristecen, los desplantes, los malentendidos, los silencios malintencionados me dejan indiferente, si puedo reparar un malentendido lo reparo, si no lo quieren reparar me encontrarán impasible, nada que decir, nada que hacer, no se debe malgastar energÃa en lo que no vale la pena.
Pero ¡¡ ay !! si, hay una cosa que me produce una tristeza aguda, el sufrimiento del inocente, ahà no puedo hacer nada para no estar triste. Y la cicatriz que deja no se acaba de cerrar nunca.
Posiblemente la desesperanza no produzca cierto placer como apuntas, lo que produce cierto placer es la nostalgia, que tiene tintes de tristeza, no lo niego, pero la nostalgia te lleva a revivir tiempos felices, te llevan a vivir de nuevo.
Cuando amenaza tormenta nos preparamos, sin darnos cuenta, para la tristeza, intenta que haya un pequeño espacio para la nostalgia.
Y tengo que decirte que también hay personas que me vuelven más sensible, esas personas que se dan a los demás, y que nos hacen pensar más allá de nuestros ombligos, personas como tú.
Llueve, ya estamos a dos de febrero y sigue lloviendo, la ciudad divide sus calles entre las que tienen ventanas con luz y las otras en las que no hay vida aparente, dentro de mi hay una cierta nostalgia, un poco de tristeza, y mucha calma.
besos
Rafa…Me has emociondo con tu comentario. Aquà también llueve, y creo que la mayor tristeza procede de la impotencia del sufrimiento de los inocentes,como bien dices.Eso y la incomprensión que me producen ciertas actitudes y ciertas mezquindades. Espero que algún dÃa todo se transforme en indiferencia, pero de momento esto es lo que hay. Un beso
La tristeza te marca, la tristeza te anula.
Siempre digo que es como la marca de un anillo que durante años has llevado que se quito del dedo, y deja una huella para siempre.
A veces ni se nota pero sigue ahÃ.
Tú bien sabes de cicatrices, mi querida amiga, y de cómo vivir con ellas y seguir adelante con ilusión. Un abrazo.
Bel, vuelvo para dejar constancia de que, ¡por fin!, te he leÃdo, y, desde luego, para agradecer tu confianza en mÃ.
De nuevo un abrazo pletórico de brazos (Marisa nos va a echar… un dÃa de estos… jis…).
Esta es vuestra casa asà que de aquà no os echa nadie, faltarÃa más:). Mil besos a las dos