Hoy quiero reivindicar el derecho de las personas que nos consideramos de izquierdas a disfrutar y celebrar las fiestas de la Navidad, porque forman parte de nuestros recuerdos de la infancia, porque son parte de nuestro patrimonio histórico y porque tienen mucho más de evento costumbrista, familiar y humano que de celebración puramente religiosa (aunque también lo sea y haya quien, cargado de razón, celebre el nacimiento de su dios). A mí me gusta sacar los adornos que hemos ido recopilando año tras años y el belén que heredé de mis padres; oler a turrón y roscón en las pastelerías; contemplar las luces y los escaparates; reunir a los míos alrededor de una mesa puesta con amor y buen gusto para charlar y disfrutar, y recordar a los que ya no están, y hacerlos presentes. Y no lo considero una traición a mis ideas ni considero que sea claudicar al consumismo. Celebrar la Navidad, con todo mi respeto a los cristianos creyentes de verdad, no es sólo un rito religioso, es una necesidad ( tal vez contradictoria) de despedir un año, de recibir al invierno desde la reflexión y la belleza. Cualquier ser humano puede dejarse seducir por ese calorcillo dulce y suave que produce la nostalgia. Este es un tiempo de ternura y nostalgia que no le pertenece a nadie y nos pertenece a todos. Porque recibir y ser recibido, acoger y ser acogido, perdonar y ser perdonado, va más allá de creer o no en un dios determinado, o profesar una religión determinada, o defender un modelo político y económico determinado.
Así que, aceptando mis profundas contradicciones, yo celebro estas fiestas con ilusión infantil, y procuro, que la hipocresía, el consumismo salvaje y la caridad mal entendida se queden fuera de mi navidad. Porque todos tenemos derecho a ser felices como nos venga en gana, y así me lo transmitieron los míos que, siendo reconocidos militantes antifranquistas pertenecientes al movimiento libertario en la clandestinidad, siguieron celebrando su navidad y defendiendo su derecho a ser felices, a pesar de todo… Por ellos, ( aunque ya no con ellos) FELIZ NAVIDAD.
Me parece un alegato acertadÃsimo, Marisa. Yo reivindico también estos dÃas dedicados a la familia, a compartir momentos con los más allegados, a hacer balance y buenos propósitos. Y querer compartir con la familia una comida especial, un detalle singular, una vez al año, ¿por qué tiene que ser consumismo? No nos dejemos llevar por los tópicos, y que cada uno viva sus fechas como su conciencia le dicte, ¿no es asÃ?
Besos, Marisa y, por supuesto, Feliz Navidad.
Marisa, como he comentado en el muro: Qué no darÃa por volver a aquellos dÃas en los que mi madre, con su grupo de vecinas, y una vez acostados los niños, hacÃa los pestiños andaluces, y mi padre, rapsoda, llenaba la casa de poesÃa. Mis padres pasaron buena parte de su juventud en las cárceles de Franco… Pero aun asÃ, y gracias a ellos, aún me llegan aromas de felicidad de aquella casa. DirÃa, que todo está allÃ, en aquella infancia.
Besos, Marisa. Me han emocionado y tus palabras
Excelente reflexión. Una tabla salvavidas que me ayuda mucho a entender este oleaje que cada Navidad me agita y me desazona y me alegra y me deja tirado.
Tendré que encontrar ni Navidad, la de la infancia ya es imposible reproducirla y el recuerdo sólo es satisfactorio en la intimidad del pensamiento. Construir mi Navidad pese al cierzo, pese a los gritos y el desvarajuste, pese a tanta corrupción. Lo intentaré si aún estoy a tiempo.
Y gracias.
Salu2 y un abrazo.
Plas plas plas… AcertadÃsimas palabras, Marisa. la Navidad es de todos los que la sienten, y eso es independiente muchas veces de la religión. También hay que recordar que mucha gente de izquierdas es creyente, y entre los de derechas hay no creyentes. Pues eso, a disfrutar la Navidad el que la sienta suya.
Felices fiestas, y un beso muy grande.
Gracias a los cuatro por venir a acompañarme. Esto está «dedicado» a un piernas que me preguntaba por qué «la gente como yo» celebraba la navidad.En fin…
Espero seguir celebrando navidades y que vosotros las compartáis conmigo, al menos virtualmente.Brindo por vosotros.