Este relato está basado en hechos reales. Siempre me pareció interesante reconstruir la memoria con anécdotas, y me preguntaba qué planes tenían las personas para aquel aciago verano del 36. La ruptura de la cotidianeidad, de la vida común, parece poco, pero forma parte de aquella tragedia histórica. Yo transmito lo que me contaron los míos, con mucho de verdad y algo de literatura…
Habían hecho muchos planes para aquel 18 de julio. Conchita y su hermano Guillermo llegarían a buscarla pronto, y juntos irían al Retiro. Era una pena que no viniera Elena, la catalana; pero la joven maestra había preferido pasar el verano en el pueblo donde tenía su destino. Allí los estarían esperando Rafita y Fernando, que ya tendrían cogido el sitio en la cola para alquilar las barcas. Después comerían unos bocadillos y se reunirían con el resto en el Ateneo. Era un estupendo plan para un cálido sábado de verano.
Pero nada salió como habían planeado: Rafita, con sus alpargatas y su camisa blanca se fue a tomar el Cuartel de la Montaña con otros compañeros del sindicato; Fernando pasó todo el día en la sede del partido, en Fuencarral; Guillermo y Conchita no salieron de casa porque su padre, monárquico convencido, cerró la puerta con llave y dijo que una cosa era jugar a ser revolucionario, y otra muy distinta, irse a serlo de verdad.
¡Qué insólito día de verano! Tenían veinte años y toda una vida por delante…Pero aquella mañana el aire trajo un extraño olor a muerte. En tan solo unas horas, el verano dejó de ser verano y un viento gélido heló sus corazones.
Sus vidas se precipitaron al vacío. Fueron engullidos por el vertiginoso túnel de la historia: la hoz, el martillo, el puño, la bandera rojinegra, los panfletos, las proclamas, las reuniones… Soldados improvisados, enfermeras improvisadas, resistentes improvisados… “A las barricadas”, “Ay Carmela”, “El ejército del Ebro”, “Puente de los Franceses”… ¡No pasarán!, ¡No pasarán!… ¡Y vaya si pasaron! Llegaron con sus báculos, sus águilas, sus yugos y sus flechas. Todo se oscureció. Se acabaron los ateneos, las casas del pueblo, los libros, las revistas, las discusiones políticas, los sueños de libertad. Iban a pagar cara su osadía, sus deseos de cambio, sus ventanas abiertas.
Había llegado la hora de la venganza. Algunos habían conseguido huir, pero ella, con un niño de pecho, una madre enferma y su compañero desaparecido, ¿dónde podía ir? No podía sino aguardar, dejar pasar el tiempo, aferrarse a la esperanza y al instinto de supervivencia. Tal vez no fuera suficiente, pero era lo único que le quedaba. ¿Y es que acaso no hibernaban muchos animales, esperando así el regreso de la primavera?
La memoria herida,ed. Bubok
Esta historia ya la conozco, es lo que tiene haberte seguido desde que empezaste el blog, jeje… pero da igual, es un lujo leerte.
Por cierto la imagen de la entrada anterior me encanta, da una sensación de tranquilidad.
Muchos besitoss 😛
La memoria y el olvido son dos luchadores en el campo de batalla, constantemente se enfrentan, quedando victorioso el olvido mayormente, sólo el esfuerzo de unos pocos puede ayudar a la memoria para que no desaparezca para siempre. En cambio, para el lector interesado, el pasado que nos influye «es aquél que se le reelabora en el presente en forma de una conservación y reivindicación de la memoria colectiva», es la lucha de la memoria por no desaparecer frente al olvido.
Un abrazo de los que te leemos …
Muy emotivo, Marisa. Pero, ¿sabes? es uno de esos relatos que, por estar basados en la realidad, a uno no le gustarÃa ller nunca. Señal de que o se habrÃan producido.
Y ojalá esfuerzos como el tuyo sirvan en lago para que no se vuelvan a producir. Un abrazo, amiga. Y besos, por supuesto.
EscalofrÃos, los pelos de punta, la piel de gallina y…¿qué más decir? Lo cuentas tan bien que lo he medio vivido, medio recordado, como si yo también hubiera estado allÃ. Gracias, como siempre, por estos esfuerzos que no tienen precio y que, además, no deben de resultar fáciles, porque si, como bien dice Octavio, «a uno no le gustarÃa leer nunca», más duro debe de ser a veces ponerse a escribirlos.
Un abrazo muy fuerte, Marisa, y que tengas una buena semana.
Pagaron cara su osadia, pero dejaron el mas bello recuerdo, el de la entrega a la libertad y ese como decia Marcos Ana, no se le puede poner ninguna reja, ni Porlier, Ventas, ni la Modelo, ni Carabanchel, su osadia es ejemplo y historia…Hola Marisa, tu pluma lleva la dignidad del que tiene memoria, es un placer dejarse caer por ella, por este espacio, porque es volver a ese Sabado, aciago, pero de hombres libres,llanos, del pueblo.
Un Abrazo.
Hola vero, me gusta que me leas y que te acerques a mi rincón. Esta historia forma parte de la memoria herida, pero la he modificado un poco.Besos.
Ay Octavio ojala no hubiera ocurrido, pero ocurrió y marcó a los mÃos para siempre:su futuro se vio truncado, perdieron su patrimonio, sus trabajos, su juventud, su inocencia, sus esperanzas. Me gustarÃa que todo el mundo valorara lo que tiene y no permitiéramos jamás que la sinrazón regrese.Cuando veo las guerras que asolan otras tierras recuerdo lo que me contaron y me apena tanto ue no hayamos aprenddo.
Un beso
Querida Bel, comno biendices es duro escribir sobre personas que vivieron todo eso directamente.No es ficción. Pienso en ellos, en sus caras que me sonrÃen desde las fotografÃas, tan jóvenes, tan guapos, sin imaginarse lo que se les venÃa encima.
Pero ya sabes que es mi «pathos», y prometà que lo contarÃa, y eso hago.
Un abrazo y feliz semana también para ti.
Edu su osadÃa y su recuerdo van con los descendientesLo llevamos en el corazón. Recordar sus vidas es permitirles vivir en nosotros.Un abrazo.
Querido Amon-Ra, sabes bien cuánto me preocupa el olvido cuando es a costa de la memoria enterrada. El que quiera olvidar que olvide, es muy respetable.Pero es igual de respetable recordar a los que no pudieron decir nada y ahora ya no están para decirlo.
Yo me pongo muy triste, Marisa. Se me revienta la memoria y me brotan lágrimas por entre los cascotes.
Un beso.
Pepe.
Yo también me entristezco pepe, pero creo que es mejor eso que la amnesia colectiva.Besos
El 14 de agosto de 1980 yo me paseaba por FuenterrabÃa acompañada de un amigo muy querido, un compatriota de esa patria común que aguien llamó infancia. Ambos venÃamos de aquella férrea autocensura de los mayores delante de los niños; ambos tuvimos que saber a base de mucho empeño, de un cuerpo a cuerpo sin concesiones con la realidad; y aquella tarde, con mucha información teórica y práctica a la espalda, nos creÃamos poco menos que dioses. Ãbamos por la Marina hablando de polÃtica, él encastillado en un anarquismo un tanto sui géneris (o eso pensaba él); en cuanto a mÃ, sin castillos, libre como el viento (o eso pensaba yo). HabÃa un puesto al final de la plaza, con libros, muchÃsimos libros… de polÃtica. Estuvimos un ratito revolviendo por aquà y por allá hasta que Julen dio con uno que le puso los ojitos brillantes: ‘El año de la victoria’, de Eduardo de Guzmán. Dos dÃas después, aun sabiendo que las ideas libertarias no encajaban en mi pensamiento, me lo pasó. Él tardó casi dos dÃas en leerlo, yo lo hice en tres horas, no pude apartar la vista de aquella crónica del horror tan magistralmente narrada, no pude y eso me sirvió para entender otros aspectos de aquella tragedia que nunca deberemos olvidar. Si lo hiciéramos, corremos el riesgo de repetirla. Es bueno recordar cuando recordar supone aprender de los errores, errores de un lado y de otro; y errores que han continuado después. Que continúan ahora. Precisamente por eso hay que estar alertas, muy alertas, ya que son mucho los halcones que intentan hacer de la memoria otra cosa.
Un placer leerte, Marisa, un gran placer te lo aseguro.
Madre mÃa Mertxe, Eduardo fue amigo personal de mi familia.Sobre todo de mi abuela que lo conoció cuando dirigÃa Castilla libre. Ellos siempre me enseñaron que leer, escribir, recordar era lo mejor para no cometer los mismos errores y sembrar la semilla de la tolerancia y el pensamiento libre.
Un placer tenerte enredando palabras conmigo.Abrazos enormes querida amiga.
Me siento agraciado al poder leerte, Marisa.
Mis abuelos me hablan de hambre, de robos, de muerte; ayer domingo, mi abuela me enseñaba una foto de su hermana con los compañeros de clase, y ella aparecÃa en sus brazos, tendrÃa un par de años, rolliza, gorda, hermosa. Quién le iba a decir que tres añitos después no tendrÃa ni para comer, que su padre y un hermano morirÃan uno en la cárcel y otro en una guerra, que tendrÃan que dejar su huerta querida por una tierra que no conocÃan.
En fin, que muchas gracias por esto que haces por todos ellos, por todos nosotros.
Un abrazo.
Gracias a ti por traer aquà también la memoria de los tuyos, y ayudarme a tejer ese tapiz que permita que sus vidas y sus nombres no se borren del recuerdo.
Besos
Fantástico relato. Hubo tantas cosas que murieron ese verano… El domingo estuve en una exposición sobre «La Facultad de FilosofÃa y Letras en la II República». Fue horrible cómo se cortaron de un repentino tajo tantas esperanzas e ilusiones futuras…
Un beso.
«Todo se oscureció», una oscuridad que duró casi cuarenta años.
Cuantas vivencias, cada persona una tragedia, una historia, como la que nos relatas de forma admirable.
Gracias Marisa.
Asà fue marina, ilusiones cortadas, vidas truncadas, juventudes e infancias detenidas para siempre.
Un beso
Cuatro décadas de oscuridad.Me gusta buscar las anécdotas, las vivencias que dibujan el retrato real que le pone nombre y rostro a la tragedia. Besos Elena
Simplemente, increible. A los adolescentes no nos suelen gustar este tipo de relatos. No se si es que yo soy muy rara, o por la manera en la que se describe… O simplemente porque eres mi tia =) Pero la verdad es que te transporta… Precioso.
Pero es asÃ, trayendo al presente la textura de la vida, del instante, lo que se siente, lo que se espera, como puede saberse, medirse, la cantidad de vida rota.
Sigue.
Gracias marÃa, seguiré, seguiremos…Un abrazo
Simplemente, increible. A los adolescentes no nos suelen gustar este tipo de relatos. No se si es que yo soy muy rara, o por la manera en la que se describe… O simplemente porque eres mi tia =) Pero la verdad es que te transporta… Precioso.
Sara Burgaleta
Este es el comentario que me dejaste, sara.he tenido que ponerlo con mi nombre.aprovecho para darte las gracias por ser como eres, y lo digo yo, que te he visto crecer.
Son maravillosos tus relatos Marisa. No solo por tu magnÃfica forma de contarlos, sino también porque en ellos viven personas de carne, hueso, sueños. Personas cotidianas como aquellas con las que convivimos, como las que somos, como la gente. Sin otra heroicidad que la heroicidad cotitidiana, que casi siempre es heroica.
Eran nosotros y no pudieron serlo hasta que la vida decidese dejarlas.
Gracias, pues, por acercárnoslas.
Querida Marisa:
Es un placer tu poesÃa, tu prosa, tus pensamientos y sentimientos.
En cuanto a «La memoria herida», será un relato testimonial o lo que tú desees.
Yo, a través de mis padres y de mis abuelo ya fallecidos, tengo muy presente la guerra civil, esa división suicida, la falta de entendiento y la carencia de tolerancia, de ver más allá. A veces, cuando leo el periodico o veo las noticias, o situaciónes cotidianas, creo que esa división aún está latente y patente.
El hombre, la humanidad, ¿No somos capaces de llegar a un punto de entendimiento?
¿Por qué está los hombres o las mujeres de nuestra época tan equivocados en este tiempo y en este mundo?
Mi padre siempre y constantemente tiene presente el terrible sufrimiento de la guerra civil y los años de posguerra. Es incapaz de olvidar aquel dolor …
Por encima de su cuerpecillo de tres años, cuando estaba en la cama, pasaron tiros errados. Mi abuelo era guardia civil en zona republicana y republicano. Después de la guerra fue expulsado de la guardia civil y malvivió como maestro itinerante con cuatro hijos y mi abuela.
Admiro tu valentÃa, tus fuerzas para luchar y crear, sobre todo crear.
A mà también me das fuerzas para seguir luchando.
Gracias. Un abrazo.
Plenamente vigente al dÃa de hoy…