Llueve a los últimos besos del amanecer.
Dos cuerpos paralelos, en la blanca soledad del lecho,
abandonan la quietud.
El abrazo es la ofrenda en las noches insomnes.
Las promesas se enredan: abrazos, bocas, sombras…
Amantes fugitivos, sepultados, heridos por los rayos de la luz.
Alborada de lluvia, repetida caricia de tu nombre en los labios.
Humo en la madrugada, cuerpos deshabitados, besos errantes.
Amanecer en ti…
A Ramón, por tanto amor.
Qué belleza de amor, qué suerte, Ramón, ambos. Besos
«Arránqueme, señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.»
Eduardo Galeano, El libro de los abrazos.
Gracias, por tanto amor.