(I)
Primero les dijeron que era pronto, muy pronto para hablar del pasado.
Y luego les dijeron que era tarde, muy tarde, para reabrir de nuevo las heridas.
Pero…¿es que se cerraron?
(II)
Los vencidos no tienen historia. Deben callar para sobrevivir. No tienen derechos, ni pasado, ni muertos que enterrar. Se arrastran como sonámbulos, sin nombre y sin memoria, por las cloacas grises de las posguerras. Se alimentan del miedo y la desconfianza, se esconden, se escurren, se niegan a sí mismos para seguir existiendo. Queman sus recuerdos para no delatarse, para que se borre lo que fueron.
El llanto de los vencidos se ahoga en el silencio al que están condenados. Son pájaros sin alas , sin cielo, sin esperanza. Atraviesan fronteras camino de la nada, se pudren entre rejas, son tiroteados en las tapias, amontonados en fosas comunes, tirados en cunetas…
Los vencidos van dejando pasar los años y la vida. Se dejan envolver por el humo , denso y espeso, del olvido.
Y en ese no vivir, siguen muriendo un poco cada día…
(III)
Yo crecí entre vencidos. Nunca me enseñaron a odiar. Lo que sí me transmitieron fue un respeto absoluto por la libertad como bien supremo, una completa aversión a los totalitarismos, y una devoción absoluta por la cultura en todas sus manifestaciones. Les debo todo lo que soy, lo he dicho muchas veces y no me cansaré de repetirlo. Yo heredé su voz amurallada , y ahora la grito al viento y la lanzo de nuevo a la mañana. Sin rencor, pero sin miedo.
Escuchar «Vencidos» versión de J. M. Serrat sobre el poema de León Felipe.
Me gusta esa forma tan personal que tienes de acercarte al tema. Lo universalizas y haces que no sea pasado, sino presente e incluso futuro ( esperemos que alguna vez paren las guerras y la paz que luego imponen los vencedores…). Me emociona leerte cuando hablas de estas cosas porque sé cuánto sabes del tema, y cuánto te duele.
Gracias por tus palabras. Estos dÃas no puedo dejar de pensar. Lo sencillo serÃa cerrar los ojos y no mirar atrás, pero no puedo hacerlo. Ella siempre decÃa: «los nietos recogerán la antorcha». Y asà ha sido.
He crecido en una tierra y en una ciudad de «vencidos», en el seno de una familia de «vencidos», donde se me ha enseñado que la cultura y el conocimiento es la llave que abre las puertas de la libertad.
Me acuerdo de las historias de mi abuelo, casi niño aún en los años de contienda, cuando me contaba como leÃan libros «prohibidos»… libros que siguieron años prohibidos y que pasaron a manos de mis padres… pero que yo ya leà con total libertad.
Estoy contigo en que no hay rencor, y también en que tampoco se puede olvidar, pasar página como si tal cosa, más que nada porque hay mucha historia que se ha obviado en los libros. Se lo debemos a muchos, pero también nos lo debemos a nosotros mismos.
Me han emocionado tus palabras: «nos lo debemos a nosotros mismos», esa es la clave. No olvidar es un ejercicio de autenticidad. Un abrazo.
Querida Marisa: Por fin me he decidido a no pasar de largo. No sabes cuántas veces leo, me emociono, y no te digo nada. Me voy como si nunca hubiera estado. Pero ahora, leyendo los comentarios comprendo que es importante dejar testimonio, y ofrecer apoyo, afecto y unas «palabritas» a la responsable de todo esto y felicitarla por su esfuerzo, su tenacidad ( con familia, trabajo y mil obligaciones más…No sé cómo puedes), y su valentÃa. Sigue contando todo lo que tienes dentro porque lo haaces muy bien. Besos
Pues gracias por no pasar de largo… Aunque también estás en tu derecho a hacerlo. Yo al principio lo hacÃa, pero ahora me alegro de dejar siempre un pequeño testimonio como tú bien dices. No es cuestión de halagar por halagar, ni de callar para no ofender. Es sólo intentar mantener y fortalecer los lazos «literarios» que nos van uniendo. Con todo comprendo y respeto cualquier postura ( aunque, he de reconocer que me hace muy feliz que me dejen comentarios, las cosas como son). Un besazo.
Hola Marisa:
Cuesta a veces pasar por acá. Las cosas que duelen cuestan. Historias parecidas de derrotas las vuestras y las nuestras. Acá también los sabihondos de la «derecha» nos dicen que no debemos tener los ojos en la nuca. Pero ellos ni siquiera han pedido perdón. Yo no tengo odios, pero quisiera saber los nombres y los porqués de los que apretaron los gatillos de los fusiles que lanzaron las balas que destrozaron a mi primer amor.
Y a mi amigo Ramón Peré. y los que violaron y torturaron a Eva Yepes, nieta de Torres GarcÃa, en presencia de su marido y mataron a la hija de Juan Gelman, solamente para robarle su niña. Estas gentes nos pintaron los árboles de blanco, aplastaron una generación y odiaron el amor y la cultura.
Acá nos criamos cantando las canciones de la España Republicana y pensando que las dictaduras eran cosa de otras tierras. Nos decÃamos la Suiza de América. La realidad nos golpeó de pronto y todavÃa no es tiempo de cicatrices. TodavÃa convivimos con asesinos que andan sueltos por las calles.
¡Cuánto dolor y cuánta impunidad! Y luego cuánto silencio y cuánta infamia. No importa de qué paÃs sean las vÃctimas, ni los verdugos. Sólo importa que se sepa la verdad, por mucho que duela, por mucho que cueste ( a unos contarla y a otros escucharla en toda su crudeza). Gracias Santiago porque sé como duele recordar a los seres queridos arrebatados injustamente. Un abrazo de corazón y gracias por seguir visitándome en mis pequeños rincones de la red.
Sin duda la historia la cuentan los vencedores. Pero yo tuve la suerte o la desgracia de contrastar los libros de Historia con la historia contada en la intimidad del hogar, donde los buenos y los malos se mezclaban en un amasijo de mente infantil, que un dÃa pudo discernir, y no poder olvidar ya nunca a todos los olvidados. Todos tienen nombre y apellidos. Hijos, padres, madres, hermanos, amigos, abuelos, amantes…
Es maravilloso encontrar un lugar donde poder recordarlos. Gracias.
Gracias a ti. Siempre es reconfortante recordar a los olvidados para que no se repitan sus tristes historias nunca más…
Super-Duper sitio! Me encanta! Volveré de nuevo – que lo alimenta también, Gracias.