Hoy quisiera dar voz a todos aquellos que, con mayor o menor asiduidad, pasáis por este rincón literario. Me gustaría realizar una sección en la que todos reflexionemos sobre aquellos libros o autores que marcaron momentos importantes de nuestra educación sentimental. Poetas, novelistas, historiadores, filósofos… Una pequeña reseña personal, sin intención de exhaustivo estudio filológico. Si os apetece participar en esta aventura (lo cual me llenaría de alegría y «secreto» orgullo) sólo tenéis que enviar vuestras reseñas a la dirección de correo enredandopalabras@yahoo.es. La sección permanecerá abierta siempre, así que podéis mandar todas las reseñas que queráis hasta un máximo de veinte. Espero que recojáis el testigo y no dejéis que la iniciativa caiga en el olvido. Aguardo con impaciencia vuestras palabras para poder enredarlas en esta bitácora, porque sin voces amigas estamos condenados a la soledad.
Estupenda idea, intentaré afilar mi pluma a ver si consigo escribir algo coherente y con el sentido suficiente como para ser digno de tu blog.
Un abrazo
Espero con impaciencia tu aportación.Muchas gracias por sumarte a la iniciativa.
Sólo por responderme me veo en la obligación de aportar mi granito de lo que sea a tu paranoia, que me parece generosa y divertida. Eso sÃ, no me pongo fecha, que nunca cumplo las entregas preestablecidas o como se diga eso. Espero no olvidarme de hacerlo, que a mà se me suele ir la castaña bastante.
Saludos y sonrisas.
Hola Marisa:
Gracias por darte una vueltita por mis Divagues.
InteresantÃsima esta iniciativa. Trataré de aportar algo. Seguramente será sobre Idea. Hoy Lunes 18 fue su cumpleaños 88. Ayer estuve con ella y le tuve la mano apretada 10 minutos. O menos. No sé. Pero fue suficiente para sentir que en cierto modo las cosas volvÃan a su lugar. Acariciar esa piel ya transparente. La piel de Idea. Esa mano. Estuve muchos años debiéndole esta visita y con miedo a que se muriera sin volverla a ver. Está internada en un Sanatorio con un fuerte ataque de asma. Espero que sea algo pasajero.
Te cuento una anécdota graciosa que por discreción no la pongo en mi blog:
Mario Benedetti, también de 88, está bastante enfermo y no puede ir a visitarla. En su lugar le envió a su secretario con su último libro, recién lanzado:»Testigo de uno mismo», con una dedicatoria que rezaba: «A Idea, una gran amiga». La reacción de Idea fue: «Qué hombre sin gracia para expresar sentimientos, ponerme a mà algo tan insulso como «gran amiga»»
Bueno, a alguien se lo tenÃa que contar.
Me voy a leer tus poemas del otro blog.
Gracias a todos por responder a esta llamada literaria. No hay prisa, asà que tomate tu tiempo amigo Popi.
Santi, qué bella anécdota, qué humana. Si puedes transmÃtele a Idea la emoción y la devoción que está causando entre muchos de nosotros y cómo su poesÃa nos ha impactado. Será un placer recibir tu aportación. Es una anécdota preciosa, cuéntala en tu blog. No será indiscreción, será «intrahistoria literaria». Un abrazo a los dos.
De acuerdo, «hagamos un trato», sigamos mirando a lo lejos sin miedo, veremos la luz del horizonte y podremos sentarnos y sentir que no estamos solos.
…
«si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.»
Mario Benedetti
Cuento contigo para que participes y compartas alguna de tus lecturas personales, de esas que te han ayudado a ser quien eres. Espero tu aportación.
Últimamente no puedo dejar de pensar en Los girasoles ciegos, la novela de un amigo que ya no está. Todo comenzó como un cuento breve que presentó a un concurso literario. El resultado fue una novela que no es sino un conjunto de cuentos breves en los que cada palabra ha sido medida, calculada, cuidada y regurgitada… Recuerdo que Alberto Méndez era un enamorado de la palabra, del español, y eso se notaba no sólo en cada renglón suyo, sino en cada charla. Como a ti, Marisa, le apasionaba el cine. De hecho, creo que de alguna forma, maquinó su novela desde una óptica cinematográfica, casi pensando en el rodaje de esa pelÃcula que José Luis Cuerda ha rodado a partir de su libro.
¡Qué alegrÃa verte por aquÃ! EscrÃbeme una reseña con tu experiencia literaria cuando leÃste Los girasoles ciegos.¡SerÃa precioso! Espero el resultado con impaciencia.Un abrazo.
Siempre tiene que haber una brujula, una luz guÃa. Nos es cómodo asumir este papel porque el entramado de lo cotidiano suele conducirnos a la inquietud del ratón que recorre kilometros en la ruedecilla de su jaula. Es muy de agradecer que de vez en cuando alguién sea capaz de parar esa carrera hacia ningún lugar y se dedique a buscar la manera de fugarse de su jaula y además nos invite a los demás a hacer lo mismo.
Verte por aquà me causa una alegrÃa que no tiene palabras, querida amiga del alma. Espero que te animes a pesar de tu loca agenda y nos regales alguna de tus lecturas personales, esas que te han ayudado a ser la increÃble persona que ahora eres. Un abrazo.
Te mando unos versos de Walt Whitman porque creo que van muy bien para cualquier iniciativa literaria y para más cosas.
¡Poetas futuros, oradores, cantores, músicos futuros!
No me jstificará este dÃa ni reponderá por mÃ,
Pero vosotros, de una generación nueva, pura, atlética,
continental, más grande que todas las generaciones
conocidas,
¡Despertad, pues tenéis que justificarme!
Yo no hago otra cosa que escribir una o dos palabras indicativas
para el porvenir;
No hago otra cosa que avanzar un instante, y luego me vuelvo
apresudaramente a las tinieblas.
Soy un hombre que, vagando a la aventura y sin detenerse, os
dirige una mirada casual y vuelve el rostro,
Dejando que vosotros lo analicéis y lo defináis,
Esperando de vosotros lo más importante.
¡Qué grande Whitman! Yo lo leà por primera vez un verano del «siglo pasado» (correrÃa el año 89 o 90) en la playa de Rosas. Recuerdo la arena, una playa muy poco concurrida, y mi libro de Whitman lleno de arena que yo me empeñaba inútilmente en desterrar de sus páginas. Me lo traje lleno de arena y asÃ, abombado en alguna de sus páginas, reposa todavÃa en las desordenadas estanterÃas de mi librerÃa. Me has hecho recordar aquel «Canto a mà mismo» leÃdo en un instante de juventud plena, y han venido hasta mà aquellos veinte años, y cuántas cosas nos quedaban aún por aprender…