Murió el poeta

Hace ochenta años, en la fría primavera de 1939, «lejos del hogar» y «cubierto por el polvo de un país vecino», murió Antonio Machado.
Los que le vieron pasar la frontera, enfermo, desolado, desesperanzado, sabían que le rondaba la muerte, y que aquella tristeza, amarga y profunda, era un equipaje difícil de llevar.Las palabras de su hermano Jose Machado no dejan lugar a dudas :
«El Poeta(…) parecía una verdadera alma en pena entre aquella desasosegada multitud…El alba nos iba a encontrar a todos mucho más viejos que cuando llegamos…El frío del amanecer se sentía hasta la médula de los huesos…El Poeta entumecido y agobiado guardaba el más profundo silencio viéndose rodeado de todas esas gentes(…) que recogían sus pobres bagajes de maletas, sacos y bultos, para seguir el triste camino del destierro».
En esa última noche antes de pasar la frontera, Tomás Navarro Tomás y Corpus Barga hablan con Machado poco antes de emprender la marcha definitiva . Todos coinciden en el desánimo que embargaba a aquel hombre que unos meses antes había escrito en el periódico Voz de Madrid: «En el segundo aniversario de la sublevación militar con que dio comienzo la guerra de España, los leales al Gobierno legítimo de la república tenemos una plena conciencia de nuestra posición y de nuestra fuerza.(…) Luchamos sin ánimo de rendirnos, seguros de la victoria, seguros sobre todo de merecerla.»
Colliure le vio morir (a él y a su madre) y le ofreció la tierra que la España vencedora no podía darle: un último lecho donde descansar, para siempre, envuelto en una bandera republicana… Su último verso, encontrado entre sus ropas, estremece por su sencillez y su inmensa nostalgia de lo que era irrecuperable: «Estos días azules y este sol de la infancia…»
Se nos murió el POETA, lejos del hogar, desahuciado, vencido, huyendo de la barbarie y la venganza. Corrió la misma suerte que los que, como él, apoyaron la causa de una España que quería vivir y a vivir empezaba, de una España que quiso mirar al futuro y no encontró sino la dialéctica de los puños y las pistolas.
Hoy quiero rendir homenaje al hombre y al poeta, y a todos aquellos que, como él, nunca pudieron volver…

Mujeres en las ventanas

«Pocos han reparado en la significación que la ventanera tuvo entonces y ha tenido
siempre para la mujer recluida en el hogar, condenada a la pasividad y a la rutina.
¿Quién puede, sin embargo, ni ha podido nunca negarle a la mujer el consuelo de
mirar por la ventana y de sacarle partido a los ensueños y meditaciones que puede
acarrearle esta tregua en las tareas que tantas veces siente como agobiantes e
insatisfactorias? La ventana es el punto de referencia de que dispone para soñar
desde dentro el mundo que bulle fuera, es el puente tendido entre las orillas de lo
conocido y lo desconocido, la única brecha por donde puede echar a volar sus ojos,
en busca de otra luz, otros perfiles que no sean los del interior, que contraste con
éstos».(…)
«Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana, ni prohibirles que surquen el mundo hasta confines ignotos».

Carmen Martín Gaite, Desde la Ventana.

Pienso ahora, desde esta libertad en la que habito, cuántas mujeres soñaron esto de lo que yo ahora gozo: La libertad de ser, de amar, de respirar acaso…
Mujeres que vivieron entre rejas, en claustros, en cocinas, en palacios; que se refugiaron en un mundo propio, en el calor de aquellos hijos que un día se alejarían, en la magia de las fuentes y los ríos, en los ciclos que marcaban estaciones, en el olor a puchero, a mermelada o a ropa limpia tendida al sol.
Mujeres que la historia silenció, que lloraron la pena de no poder ser ellas, que improvisaron su libertad, que se supieron un día dueñas de su destino y de su sombra, dueñas de sus propias decisiones, con derecho a elegir y a equivocarse.
Mujeres caminando , decididas, sin miedos, sin reservas, iguales y distintas. Mujeres de luz, de sombra, de viento, de agua, de humo o de barro; forjadas en las guerras y en las treguas, en las victorias y en las derrotas, en las trincheras y en las cocinas, en la maternidad y en las escuelas, en los hospitales y en las fábricas, en las oficinas y en los campos arados, entre libros o entre fogones.
Mujeres que se buscaron y se encontraron en sus propias contradicciones; que recorrieron un sendero difícil para poder ser y vivir sin renunciar a nada. Mujeres que son madres, esposas, hermanas, amigas, amantes, hijas, abuelas, vecinas, compañeras de viaje o de trabajo. Mujeres nada más, y nada menos…
Porque por mucho que algunos se empeñen en cortar las alas de los pájaros, nunca podrán arrebatarles su voluntad de volar.

Presentación de Aire Verdadero, de Armando Silles.

Presentar un libro es siempre un motivo de celebración. Pero presentar el libro de un amigo, de un compañero del alma compañero, de esos a los que una quiere y punto, entonces la celebración se multiplica.
Decía Gloria Fuertes, con acertada y profunda filosofía. “Todo el mundo puede escribir versos y no ser poeta. /Pero sólo el poeta puede no escribirlos, y serlo”.
En el caso de Armando Silles estamos ante un poeta que lo es y además lo demuestra en estos sus primero versos publicados.
La primera parte del poemario, Ebriedad de los pronombres, pasea por cuatro pronombres que son sus cuatro puntos cardinales: yo(la identidad) Tú ( el ser amado el otro al que entregamos parte de nuestro yo, con la esperanza de ir creando un nosotros)Ellos ( los padres, la familia, el asidero, el tronco, las raíces)y Ella ( la descendencia, la vida que llega, los que son porque fuimos, las ramas que se extienden ampliando las raíces)
“El aliento.
Escucha, hija,
es el viento del camino
que nos trae aliento
para seguir.”
La segunda parte es Pensamientos del camino, poemas de marcado corte existencial , con tributo a Machado incluido. La vida como viaje, como camino hecho al andar. Poemas meditaciones que ahondan en la búsqueda del conocimiento.
LA LUZ DE LOS CAMINOS
La luz de los caminos es el día a día
el paso a paso el golpe a golpe
el gota a gota el verso a verso
el poco a poco aquí y ahora.
La noche del camino es llegar,
estar ya, la prisa de la gente,
terminar, llegar. El fin.
La copa de vino es nada cuando acaba el vino.

Alegre rebeldía es la tercera parte de este poemario. Y de nuevo de la mano de Machado seguimos al poeta a su lado más comprometido, a su denuncia de un mundo aborrecible cuyas injusticias y mezquindades merecen ser señaladas.
Los poetas locos de Goytisolo dan título al siguiente apartado, que aborda el tema de la creación poética, de la necesidad de escribir, de la lucha interna que supone enfrentarse ala palabra, y no salir indemne, nunca, nunca se sale indemne de un poema si uno se toma en serio la poesía.
LA DUDA DEL POETA
Si la poesía arreglara algo,
si fuera solución a los asuntos,
si nos rescatara de la muerte
yo escribiría.
Pequeñas palabras,
sílabas tontas, inútiles poetas,
sabed qué torpe es el intento,
cuán vacua la propuesta,
que nadie escucha,
y que no enmienda
el destino implacable,
el rigor de la vida

Se cierra este poemario con un poema final a modo de epílogo cuya referencia a la Arcadia frente a la verdad y la autenticidad de las cosas sencillas, nos revela el misterio del título del libro. La búsqueda, el encuentro, la comprensión de las pequeñas cosas. El aire verdadero ,lo que realmente importa

ARCADIAS
En el humano vivir
no hay mayor placer
y sentido que no dudar,
buena comida, besos
y abrazos,
una copa,
la niña llorando,
la siesta y un libro,
el perro que ladra,
el mar,
aire verdadero.
Luego está la Arcadia,
lo ideal, lo imaginado. Elige

Ante la poesía no hay evasión posible. No hay ficción, sólo vida, misterio, belleza, emoción, risa, llanto, dolor, ira, deseo, nostalgia o compromiso…Todo lo humano cabe en la hechura de un verso. Y sin el poeta y su audacia, su atrevimiento, su osadía, nada de esto sería posible.
Gracias Armando, por tu audacia y por tu poesía.
Marisa Peña.

Presentación libro Armando

Ha de venir

Ha de venir por fin la primavera
con su mirada tibia
y su esperado abrazo.
Ha de venir cubierta de certezas,
vestida de domingo inexcusable,
barriendo los vestigios del invierno.
Ha de venir el tiempo de cerezas,
el necesario instante de la lucha,
el momento crucial de la batalla.
Ha de venir por fin la primavera,
porque estamos dispuestos a vivirla,
y hemos abierto puertas y ventanas,
para esperar,sin miedo, su regreso.
Marisa Peña, Tiempo de ceguera

Dulce ( y caprichoso) pájaro de juventud

A mis queridos amigos, esos a los que amé en tiempos de cerezas, pasillos de universidad y paradas de lluvia en parques solitarios, los que me enseñaron a conjugar en presente el verbo amar, y los que, una vez, compartieron conmigo el dulce y caprichoso pájaro de la juventud

Ya no somos los jóvenes de entonces,
ni estamos en la cresta de la ola
( si acaso lo estuvimos, fieramente, algún día).
Ahora sabemos ya lo que iba en serio…
porque siempre se aprende, aunque nos pese.
Ya sabemos también el precio que se paga,
y qué moneda debemos guardar para Caronte.
Sabemos que nada es definitivo
y tan sólo el olvido nos aguarda.
Por fin sabemos ya que ser de paso
es una condición inapelable.
Y sólo nos trascienden nuestros huesos…
esos que tras el trago de la muerte
habrán de ser el polvo enamorado.
Marisa Peña, Tiempos de ceguera.

Poemario a dos voces. Manuel de la Peña y Marisa de la Peña

Son poemas de la voz robada, del silencio impuesto a tantos hombres y mujeres que, al terminar la guerra civil, fueron cruelmente castigados y represaliados en las cárceles del régimen franquista. Condenados al ostracismo ideológico, apartados de la lucha social, privados de las asociaciones políticas, sindicales y culturales que ellos mismos habían creado, despojados de su libertad y de su palabra, encontraron en la poesía una forma de superación del dolor y de enriquecimiento personal. La poesía realizaba así una doble función que podríamos denominar «terapéutica»: por una parte servía de vehículo de comunicación con los seres queridos de los que se les apartó brutalmente, y, por otra parte, sirve también como bálsamo para no enloquecer y no caer en el embrutecimiento y la desesperación. Así, a través de la creación literaria, aquellos poetas casi improvisados se engrandecen y se humanizan en su terrible condición de presos.
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Mientras me quede voz (II)

Lo más emocionante de ayer noche no fue sólo escuchar mi poema en la serena y perfecta voz de mi querida y admirada Hilda Farfante Gayo. Lo más emocionante vino luego, cuando se visibilizó el drama de los republicanos represaliados y sus familiares. Cuando mi padre lloraba como un niño tras el teléfono, cuando mis hijos preguntaron por su historia, cuando la voz dormida de nuestros muertos se hizo pájaro y voló libre, a pesar de los insultos, los desprecios, el desinterés general y las infamias. Gracias a los que cuentan, a los que hablan, «recuérdalo tú y recuérdalo a otros…» Esta es mi trinchera y en ella me reconozco junto a los demás guardianes de la memoria. Sin ellos nada de esto sería posible. Hombres y mujeres dignos y valientes que saben de dónde vienen y a dónde quieren dirigirse. Esos, como diría B.Bretch, son los imprescindibles, y yo me enorgullezco de llamarlos amigos. Por ellos, por nuestros muertos, por los que recordamos, por los que recordarán un día: Salud.

Mientras me quede voz
hablaré de los muertos
tan quietos, tan callados,
tan molestos.

Mientras me quede voz
hablaré de sus sueños,
de todas las traiciones,
de todos los silencios,
de los huesos sin nombre
esperando el regreso,
de su entrega absoluta,
de su dolor de invierno.

Mientras me quede voz
no han de callar mis muertos.

Marisa Peña.

Mientras me quede voz.

Qué emoción saber que la maravillosa intervención de Hilda Farfante Gayo ha tenido tanta repercusión. La visibilización de las víctimas del franquismo necesita programas así y personas dignas y valientes que den voz a los que ya no pueden gritar su verdad. Gracias al Intermedio y a Hilda, y a los que se han parado a pensar y a sentir. Y gracias también a Ferrán Monegal, por sus palabras.

http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/mientras-quede-voz-monegal-4617167

Murió el poeta, lejos del hogar

Hace setenta y cinco años, en la fría primavera de 1939, «lejos del hogar» y «cubierto por el polvo de un país vecino», murió Antonio Machado.
Los que le vieron pasar la frontera, enfermo, desolado, desesperanzado, sabían que le rondaba la muerte, y que aquella tristeza, amarga y profunda, era un equipaje difícil de llevar.Las palabras de su hermano Jose Machado no dejan lugar a dudas :
«El Poeta(…) parecía una verdadera alma en pena entre aquella desasosegada multitud…El alba nos iba a encontrar a todos mucho más viejos que cuando llegamos…El frío del amanecer se sentía hasta la médula de los huesos…El Poeta entumecido y agobiado guardaba el más profundo silencio viéndose rodeado de todas esas gentes(…) que recogían sus pobres bagajes de maletas, sacos y bultos, para seguir el triste camino del destierro».
En esa última noche antes de pasar la frontera, Tomás Navarro Tomás y Corpus Barga hablan con Machado poco antes de emprender la marcha definitiva . Todos coinciden en el desánimo que embargaba a aquel hombre que unos meses antes había escrito en el periódico Voz de Madrid: «En el segundo aniversario de la sublevación militar con que dio comienzo la guerra de España, los leales al Gobierno legítimo de la república tenemos una plena conciencia de nuestra posición y de nuestra fuerza.(…) Luchamos sin ánimo de rendirnos, seguros de la victoria, seguros sobre todo de merecerla.»
Colliure le vio morir (a él y a su madre) y le ofreció la tierra que la España vencedora no podía darle: un último lecho donde descansar, para siempre, envuelto en una bandera republicana… Su último verso, encontrado entre sus ropas, estremece por su sencillez y su inmensa nostalgia de lo que era irrecuperable: «Estos días azules y este sol de la infancia…»
Se nos murió el POETA, lejos del hogar, desahuciado, vencido, huyendo de la barbarie y la venganza. Corrió la misma suerte que los que, como él, apoyaron la causa de una España que quería vivir y a vivir empezaba, de una España que quiso mirar al futuro y no encontró sino la dialéctica de los puños y las pistolas.
Hoy quiero rendir homenaje al hombre y al poeta, y a todos aquellos que, como él, nunca pudieron volver…

El Escarmiento y una pequeña aportación.

El Escarmiento es de una excelente novela del injustamente olvidado y ninguneado Miguel Sánchez -Ostiz ,un escritor «incómodo» con una sólida obra ensayística, poética y novelística, que no interesa divulgar porque se enfrenta directamente a lo que la profesora de literatura en la UNED Margarita Almela llama «el discurso del poder». Es también un blog en el que, metículosamente, el autor recoge diferentes testimonios relacionados con la memoria histórica. Gracias por tenerme en cuenta,es un orgullo y una alegría para mí: Marisa Peña y el hilo de la memoria