A veces me siento así, como un espejo roto. Intento recomponer los pedazos, y al intentar buscar mi rostro entre los fragmentos desiguales, el espejo me devuelve una suerte de retrato cubista que en nada se parece a mi verdadero rostro .
Viejos amigos, falsas esperanzas, expectativas huecas y efímeros abrazos, todo yace a mis pies como un espejo roto. Y ya no puedo recuperar, ni tan siquiera, las ganas de tener otro nuevo …
Aceptar, aceptarse, en esta sucesión de momentos posibles que es la vida. Tal vez sea la clave para sobrevivir a los naufragios, y a los fracasos, y a los intereses creados, y a las puertas cerradas, y a los largos silencios, y a las ganas terribles de tirar todas las toallas, y a los espejos rotos … (hechos añicos sobre el mármol frío).